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Mientras tantoEl pianista Bezhod Abdurimov en el Auditorio: calidad vs calidez

El pianista Bezhod Abdurimov en el Auditorio: calidad vs calidez


Fundación Scherzo. Ciclo grandes intérpretes. Programa de Behzod Aduraimov
Fundación Scherzo. Ciclo grandes intérpretes. Programa de mano del concierto de Behzod Aduraimov

El segundo concierto del Ciclo de Grandes Intérpretes de Piano de la Fundación Scherzo ha traído al pianista Behzod Abdurimov a la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional. Un concierto que ha generado poca expectación entre los aficionados habituales, a pesar de que si estás en este ciclo es que tienes un nivel alto.

Después de escucharlo, no hay duda de que este pianista tiene calidad suficiente para ser incluido en este ciclo. Pues sino difícilmente podría hacer un recorrido tan virtuoso de las composiciones tardorománticas de Czerny, Liszt y Brahms hasta llegar al neoclasicismo de Stravinski, pasando por el impresionismo de Debussy.

Un viaje musical de casi un siglo que sin embargo se vive desde la platea sin rupturas. Sin esa sensación de cambio, de paso del tiempo. Porque Bezhod Adburimov tiene una forma de interpretar que tiñe todo el concierto. Una interpretación altamente técnica que le permitía atacar sin problemas las, en su mayoría, complejas partituras que había elegido para la noche.

¿Por qué esa calidad no se acompaña del entusiasmo del público? Por algo muy sencillo. No había una verdadera interpretación. No se quiere decir con esto que el pianista tocase en playback, sino que la lectura que ofrecía era una lectura técnica. Más focalizado en las notas, en su progresión, en la relación de unas con otras y la emisión del sonido.

Pero a esa interpretación le faltaba una lectura propia. En el sentido de qué quería contar cada uno de estos compositores. ¿De qué estaban hablando cuando componían de esa manera? ¿Por qué usaban esas notas y no otras y estructuradas como venía en la partitura y no de cualquier otra? ¿Qué querían contar el sonido y la música que estaban usando? ¿Eran solo ejercicios de estilo o era otra cosa?

Se podría argumentar que difícilmente se podría saber lo que pretendían y lo que dirían ahora si lo escuchasen. Pero cuando se va a ver a un intérprete, como su propia palabra indica, se espera que haga una lectura específica desde su conocimiento, experiencia y vivencias, tanto profesionales o musicales como personales.

A este concierto le falta esa lectura que le daría la calidez humana que tiene todo arte. La sensación de que es alguien cercano con algo que contarte, o tocarte. Capaz de provocar un sentimiento, una duda, una brecha en quien lo escucha, porque como interprete también se la ha planteado. Y que cuando la lectura está en consonancia con una buena partitura, es capaz de abrir en canal a quien la escucha.

Una calidez, no hay que equivocarse, que no se consigue si previamente no se tiene una calidad o un desempeño técnico de la materia artística que se trate. La confianza que en un intérprete da el dominio de un instrumento. Abdurimov cubre de sobra este aspecto. Y, viendo cómo se tomaba lo de tocar, que implicaba la actitud de todo su cuerpo es muy probable que más pronto o más tarde, empiece a sumar calidez a su calidad. Hay que esperar que el éxito de público, de entradas vendidas, no impida que lo sigan trayendo y poder asistir a la transformación y disfrutarla.

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