Ante el río de la noche hay quien se atreve a adentrarse en la corriente, a atender la llamada del deseo o acaso de la necesidad, y quien prefiere quedarse quieto, esperando un momento que sospecha no llegará nunca. Pienso en los ríos Grande, Zambeze, Usamacinta, Congo..., y en mi parte.
El río de la noche
Ahora mismo quisiera
quedarme completamente inmóvil
a la orilla del río
se llame como se llame
apagar este flexo que no calienta como el viejo
e ilumina neutra
brutalmente
como la luz de un oncólogo
experto en decir la verdad
y nada más que la verdad
a los pacientes
a los que van a atravesar el río
y a los que no se atreverán nunca.