Con pocos días de diferencia han muerto Josefina Aldecoa y Amalia Avia, dos mujeres que representan lo mejor de una generación de creadoras de la posguerra. Yo no conocí a ninguna de las dos, no fui al Colegio Estilo ni he tenido la suerte de tratar con ninguno de los pintores de eso que se ha llamado Nuevo realismo madrileño y que durante años han pintado lo que han querido, esos cuadros maravillosos que no parecían encajar nunca con las tendencias de algo que llamamos arte contemporáneo pero no parece lograr ni estar pensado para englobar lo que todos los artistas contemporáneos hacen. Los cuadros de Isabel Quintanilla, de Antonio López, de María Moreno o Amalia Avia no parecían tener nunca cabida entre el arte abstracto, el pop, el povera, la instalación conceptual, lo que fuera que estuviese marcando la tendencia del momento. Tan fuera quedaban que aún recuerdo la amarga polémica hace unos años sobre si el Reina Sofía debía o no dedicar una exposición a Antonio López.
Ahora se muere Amalia Avia y todo el mundo reconoce, claro, su importancia, como se reconoce la de Antonio López sin duda y es un cuadro suyo el que se ofrece más caro en la última edición de una feria ARCO que seguramente querría dejarlo fuera por el concepto si no fuese por lo mucho que interesa por el negocio.