No sé a ciencia cierta si en el vino se encuentra la verdad, toda esa verdad de nuestro mundo o la verdad absoluta de las cosas. Aunque de lo que sí estoy bastante segura es de que en momentos complejos -felices o infelices- es un valor seguro, la única verdad. De lo que estoy completamente segura es de que un vino es incapaz de engañar. Transparente en aroma y sabor, el vino es un líquido preciado al que, envoltorios al margen, le cuesta aparentar. ‘To be o not to be‘ que diría Hamlet.
Con el vino pasan muchas cosas, unas son colectivas, otras particulares. Pero a partir de ahora, además, hay que tener un cuidado especial con el vino y sus letras, porque de regalo para los sentidos ha pasado a convertirse en delirio fetichista y obsesión policial, con la propuesta de misterio de la escritora Virginia Gasull y su libro In vino veritas. En el vino está la verdad (Suma, Penguin Random House, 520 pág., 18 €).
In vino veritas, es un thriller enológico que da que pensar en cuanto a los dos términos se refiere (lo del thriller estaba claro, lo de enológico es la innovación).
Thriller enológico. Suena muy bien y seguro que alguno puede escribir un relato propio. El caso es que la clasificación responde a una categoría con la que prolongar las mil y una experiencias que se encierran en cada copa de vino, y eso, siempre es una buena noticia.
De la trama de In vino veritas no pretendo desvelar más que lo imprescindible porque estamos ante un buen libro que regalar y regalarnos. Particularmente lo he estado acompañando de vino por aquello de conectar, todavía más, en trama y lectura. Era inevitable, qué quieren que les diga. Monotemática más en lo sensorial que en las letras, en honor a la verdad (mi relación con el vino es muy, muy particular, más que informativa o promocional, es filosófica, y ya saben los riesgos que conlleva).
Vinos y robos, sublime conjunción. De hecho, si pudiera me auto-transformaría en uno de esos ladrones de guante blanco, más por golpear con mi supuesta superioridad de inteligencia delictiva que por deseo de atesorar riquezas.
El caso es que En el vino está la verdad pasamos del robo de uno de los mosaicos mejor conservados de Europa, a los entresijos de viñedos, bodegas y propietarios de una pequeña localidad de Burdeos donde la inspectora Oteiza -sí, mujer; sí, heroína protagonista- investigará el destino de unas valiosas botellas de vino de la Segunda Guerra Mundial. Con la ayuda de Édouard DeauVille, experto en vinos y dueño de un château, la inspectora experimenta la química en toda su acepción. A medida que la investigación avanza, nuestra inspectora descubrirá no solo la pasión por el vino, sino también la lucha de los viticultores franceses por defenderse del expolio nazi durante la guerra, su colaboración con la Resistencia durante la ocupación y la existencia de obras de arte que ocultaron y aún ocultan grandes misterios.
Un entramado complejo no exento de fantasmas del pasado. La vida rutinaria, la soledad habitual de Oteiza van a verse catapultadas a la acción porque como sabemos los que amamos el vino, tras una copa seleccionada, nada vuelve a ser igual, o si lo prefieren, todo parece distinto. Pura magia embotellada.