En tránsito

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Otra vez, en tránsito.

 

Los casi 40 grados que agotaban ayer a los madrileños me parecen casi un sueño ahora que, en Santiago de Chile, la mañana saluda con neblina fría y las sandalias dejan lugar a los abrigos y bufandas. Menos mal que decidí cargar con el abrigo de invierno, me digo, mientras leo en la Folha de São Paulo que Sampa me recibirá con mínimas históricas de 5 grados. Otro choque térmico. Anoche eran las diez y todavía era de día; esta tarde, a las seis será à noite. Ayer aún tocaba gazpacho y jamón; hoy me recibirá el pão de queijo y las porções de frango ao passarinho.

 

Suerte que esos amigos que son mi familia al otro lado del charco ya se movilizan para recibirme esta misma noche: en estas horas en que soy toda saudade, es un consuelo imprescindible, vital.

 

Hoy crucé, una vez más, la cordillera. Esta vez, desde el aire. Los Andes nevados en pleno invierno; en mi retina, todavía, aquel paso inolvidable por tierra, aquella tarde inmensa y eterna que me recuerda, en estas horas de nostalgia y suave tristeza, las razones por las que decidí quedarme en América Latina…

Nací en Extremadura, pero soy -también- madrileña. Periodista por vocación y convicción, llegué a América Latina en 2008, a esa ciudad caótica y fascinante que es São Paulo. Después de unos años entre samba y tango, me establecí en Buenos Aires, desde donde trabajo como 'freelance' y colaboro para medios como El Mundo y Le Monde Diplomatique. Aunque, cada vez más, apuesto por los proyectos independientes: la revista Números Rojos, la web Carro de Combate -dedicada al consumo responsable y la denuncia del trabajo esclavo- y, por supuesto, este Fronterad.   Afincada por fin en Buenos Aires, una ciudad que me cautivó desde mucho antes de visitarla, cuando se me mostraba desde las páginas de Julio Cortázar, sigo descubriendo este continente diverso y complejo, este continente con las venas abiertas que, sin embargo -o por eso mismo-, tiene tanto que enseñarle al mundo.