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Mientras tantoHacer las cosas con el culo

Hacer las cosas con el culo

Sestear absorto y pálido   el blog de Jose de Montfort

“Tendemos a olvidar que muchas veces es el culo el que nos dirige porque asociamos la facultad de dirigir con el avance y el avance con la capacidad de mirar al frente”

Federico L. Silvestre

 

 

 

1.

 

La historia del culo libertario, o del culo-activo-apoltronado y la relación política-artística de este y las sillas, asientos, tronos y demás reclinatorios sobre los que se asientan (o de los que se alejan) nuestro glúteos es de lo que se ocupa Federico L. Silvestre en Culos inquietos, infinitos asientos (Ediciones Asimétricas, 2018). Silvestre, en este texto, que es una suerte de pensamiento en marcha, de asociacionismo de acción, incide en las relaciones reales de los culos físicos (desparramados o retraídos) con sus aposentos, pero también de sus implicaciones metafóricas, discursivas, hipotéticas e incluso, por qué no decirlo, fantasiosas.

 

Lo que aquí persigue el profesor de Estética e Historia del Arte en la Universidad de Santiago de Compostela es evidenciar las consecuencias políticas de todo un movimiento secreto, o acaso que ha venido deambulando por las penumbras, dominado por el libertinaje “y el picor de nalgas”; o dicho de otra manera, por “la desafiante perspectiva del ano”.  Desde su punto de vista, la razón y sus aliados (las sillas, el diverso mobiliario sobre el que, de ordinario, nuestras nalgas reposan) constantemente cuestiona la libertad de los cuerpos (y, en particular la de ese reverso humano que es el culo). Nos hemos convertido en cuerpos civilizados, partes, trozos y miembros que se dejan gobernar por la rectitud y disciplina del mobiliario, arguye el escritor y profesor.

 

Así las cosas, Silvestre traza en este libro una genealogía del “mundo invertido” (aquel en el que quien domina es el ano y no los ojos, las nalgas y no la cabeza, el hedonismo del culo y no la razón del cerebro)  que va de Felipe II a Andy Warhol, pasando por Sartre, Artaud, Quevedo, Man Ray, Duchamp, el ínclito Dalí,  Francis Bacon, Erwin Wurm, Rebecca Horn, Pasolini, Fontainebleau, el accionismo vienés, los surrealistas del grupo de Chicago o la duquesa de Orleans, entre muchos otros.

 

En opinión de Silvestre, que la obstinación del  glúteo domine a la supuesta inteligencia de las cabezas, aun cuando es responsable de muchos comportamientos primarios, no da necesariamente frutos siempre malos. No se defiende aquí, sin embargo, quede claro, un “exclusivo retorno al ano”, ya que la utopía no se construye solo con el culo liberto, nos dice Silvestre, y además es que “liberarlo hasta el punto de dejarle hacer todo lo que le salga en gana, puede acabar muy mal”.

 

 

2.

 

 

“Aunque sentir atracción por el culo nos parezca sano, nunca debería afirmarse lo mismo de las oscuras conspiraciones que se mueven en la sombra y convierten la pasión anal en la fuente de algo fatal”.

 

 

3.

 

La hipótesis en la que se basa el libro de Silvestre es que “vivimos en un mundo dirigido desde las sillas por súcubos contra los que se revelan algunos culos que toman conciencia de sí mismos”. Y matiza que, “debe quedar claro que lo que aquí se trata no es un ni un problema exclusivo de artistas ni algo que solo quepa asociar con la sátira”. Lo cual no quita, sí, que algo de jolgorio tenga este tentativo recuento de la presencia pública (particularmente en el ámbito artístico) de la fase anal humana y su voluntad de ser artefacto estercoranista, así como de panfleto contra el proceso posmoderno de sublimación regresiva. Por decirlo en otros términos, no se trata tanto de reclamar los derechos del glúteo (aunque también), como de revertir la mirada, invertir el mundo y reclamar con insistencia la relevancia de lo otro, lo silenciado, lo que no se ve, o no se quiere ver. Porque, además, como se pregunta Silvestre en la conclusión del libro: “Si todo el cuerpo fuese culo, ¿dónde estaría el ojo?”.

 

La cosa, por tanto, anda más tiznada de valor metafórico y de aliento vital y menos de satanismo anal o depravación salvaje; tiene que ver con el hecho de darnos cuenta de las violencias que contra el cuerpo y sus esencias ejerce el progreso y la cultura. Lo que deposita Silvestre en este libro (y el verbo lo utilizo con plena conciencia) es un reclamo feroz para que seamos capaces de revivir el espíritu domeñado de las nalgas, de aquello que nos ancla irremisiblemente a un asiento y nos resta autonomía y placer.  Teniendo esto en mente, no se trata de retornar “al caos inicial del universo anal” y a la anulación nihilista de toda distinción (lo que nos conduciría, irremediablemente, a una subjetividad perversa regida por el dios glúteo-sol), sino de aquello que dice Silvestre siguiendo a Bergson, pues que se ha de “pensar como hombre de acción y actuar como cuerpo pensador”. Debemos encontrar acciones liberadoras, gestos inteligentes y vías de escape, nos sugiere Federico L. Silvestre, para defender esa poética del mundo invertido cuyo vórtice fundamental es el ano, “ambiguo límite entre el puro algo y la pura nada”. En definitiva, que necesitamos culos cimarrones, capaces de abandonar la poltrona y tomar la iniciativa. En este libro hallará el lector mucha inspiración y ejemplos ilustrativos de múltiples culos cimarrones y libertos que, a lo largo de la historia, han sido capaces de ver el mundo desde una perspectiva otra. Además, muchas de las obras mencionadas en el volumen vienen recreadas por dibujos sobrios pero deliciosos de la ilustradora Xiana Cobo.

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