Un precepto básico de la ciencia ficción es que toda buena película debe tener un esqueleto, contrapunto o envoltorio literario o intelectual. Todo el mundo recuerda el “como lágrimas en la lluvia” de Blade Runner. En este aspecto, y en otros muchos como veremos, Interstellar es muy buena, con estos versos de Dylan Thomas escritos a la muerte de su padre y admirablemente recitados por un Michael Caine también moribundo:
Do not go gentle into that good night
Do not go gentle into that good night,
Old age should burn and rave at close of day;
Rage, rage against the dying of the light.
Though wise men at their end know dark is right,
Because their words had forked no lightning they
Do not go gentle into that good night.
Good men, the last wave by, crying how bright
Their frail deeds might have danced in a green bay,
Rage, rage against the dying of the light.
Wild men who caught and sang the sun in flight,
And learn, too late, they grieved it on its way,
Do not go gentle into that good night.
Grave men, near death, who see with blinding sight
Blind eyes could blaze like meteors and be gay,
Rage, rage against the dying of the light.
And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.
[No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.
Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los buenos, que tras la última quietud lloran por ese brillo
con sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz].
Interstellar es una película de ciencia ficción. Este término, ciencia ficción, es muy preciso y claro, cosa que no siempre ocurre en el lenguaje. Aun reconociendo lo divertido que puede resultar encontrar el hipotético gazapo científico, éste queda dentro del término ficción. Pensamos que las críticas científicas a Interstellar han sido quisquillosas e injustas. Nadie le echa en cara a una película de Alfred Hitchcock que se vea claramente que la carretera que aparece por la ventanilla del coche de los protagonistas sea un decorado. Iría en contra de la naturaleza del cine, creo, la pretensión de un realismo total, que llevaría a experimentos extremos como algunos de los puestos en práctica por James O. Incandenza a los largo de su filmografía.
Pero es que además, en este sentido, Interstellar también acierta la mayor parte de las veces, si uno tiene presente en todo momento que se trata de una película de ciencia ficción y no de un documental. Si lo que le molesta a uno son los efectos especiales, quizá deba ver películas de ciencia ficción menos mainstream y más low cost, que también las hay y muy buenas, como Coherence. Veamos algunos aspectos por separado.
La conspiración lunar
Creo que es un aspecto muy interesante de la película y, por lo que he visto, apenas se ha comentado. Hacia el principio de la película Cooper va al colegio para una reunión con los profesores de su hija. Allí se produce una conversación que ha pasado casi inadvertida para la crítica, en la que resuenan ecos de 1984 de George Orwell a la vez que se alimenta a los conspiranoicos que aún dudan de la visita del hombre a la Luna. En un acto de metapropaganda se intenta vender la llegada a la luna como un montaje que se hizo para debilitar en su momento a la URSS, para que los soviéticos pensaran que fue verdad y gastaran dinero en competir. Por supuesto, el hombre (los estadounidenses) sí que llegó a la luna y el hecho de que los rusos compitieran en la carrera espacial no es sino una prueba más de la veracidad de este logro. En la película, los libros deben ser actualizados, como en 1984.
La plaga que acaba con las condiciones vitales de la atmósfera
Aun estando claro que la ciencia con mayor presencia en Interstellar es la física, llama la atención cómo la gente está menos predispuesta a poner en tela de juicio la verosimilitud en lo que atañe a la biología. Es probable que esta plaga amenazadora esté más alejada en el tiempo que nuestra capacidad para entrar en un agujero negro. Nuestras mentes, no obstante, lo dan como posible, dejando el espíritu crítico para otros puntos de la película. ¿Por qué?
Los agujeros negros
Otro acierto literario de la película junto al poema de Dylan Thomas ha sido el nombre del agujero negro, Gargantúa, en homenaje a la obra de Rabelais. Al mismo tiempo, en el propio agujero negro encontramos la única objeción que podría ponerse a la película, siempre que uno decida ponerse quisquilloso, pues parece ser que la presencia del planeta al que acuden, tan próximo a Gargantúa, no sería muy consecuente con los datos actuales sobre agujeros negros. En cualquier caso, el asesor científico Kim Thorpe (de increíble parecido con Peret) hace un buen trabajo y quien esté interesado puede comprobarlo en su libro La ciencia de Interstellar. Parece lógico y sensato imaginar que haya tenido que hacer alguna concesión para adaptarse al guión de la película.
La dilatación temporal
Es un aspecto fundamental de la película y creo se enfoca de manera correcta y coherente de alguna manera con la paradoja de los gemelos formulada por Einstein. Uno de los puntos más espectaculares y conseguidos de la película es la estancia de Cooper detrás de la librería del cuarto de su hija, en el limbo de la relatividad, haciendo unos esfuerzos por comunicarse con ella semejantes a los que se hacen en los sueños, lo que hace aún más sugerente la escena. Criticar el aspecto del agujero de gusano es bastante raro, si tenemos en cuenta que nadie ha visto nunca uno y no conocemos su aspecto.
Las condiciones del espacio
Considero intachable a Interstellar en este aspecto. Quizá Gravity fue la primera película que reflejó la ausencia de sonido en el espacio de una manera más fiel, reivindicación que venían haciendo los estudiosos de la ciencia ficción desde hace mucho tiempo. También en 2001, una odisea en el espacio, el espacio es insonoro, no sé si por escrúpulo científico o por motivos estéticos.
Cierto es que toda película que incluya viajes en el tiempo provoca a veces dolores de cabeza por exceso de concentración, un poco pesado a veces, como un relato de Borges demasiado intenso, pero la película es… La película es… ¡plausible! No me salía, en los dos sentidos de la palabra. Es decir, es digna o merecedora de aplauso (¡y casi aplaudo en algunos momentos de la película!), pero también atendible, admisible y recomendable, claro que sí.
José María Rodríguez Matarredona es profesor de Física y Química. En FronteraD ha publicado, entre otros artículos, Las ondas gravitacionales. Haciendo historia, 76 años: una temporada para silbar. Ante una visita del cometa Halley y Etimología y geografía de la tabla periódica. Una propuesta. Mantiene los blogs literaturaconciencia y Herodes pedagogo.