Después del último post de este blog y de constatar como, lamentablemente, la islamofobia está arraigada en el subconsciente colectivo con fuerza y que se confunde una fe religiosa con terrorismo y actos de barbarie injustificables, tenía pensado insistir hoy en el tema y hablar del proyecto de construir una mezquita en la Zona Cero de Nueva York. Quería hablar de las reacciones que se han suscitado, de como se dice que es una afrenta para las memorias de la víctimas del atentado del 11 S, de como he leído en varios foros cosas como “cuando ellos nos respeten, nosotros les respetaremos”, o “ellos son los únicos que matan por su Dios”, o “¿Cómo van a poner un mezquita en la Zona Cero? Es como construir un cuartel de la ETA sobre los escombros de una casa de la Guardia Civil de las que han arrasado con sus coches bombas”… He leído estos y otros muchos comentarios por el estilo, por lo que pensé que quizá sería buena idea usar mi espacio de hoy para insistir en la obviedad de que los musulmanes no tiraron las Torres Gemelas, que fue un grupo de muy reducido de hombres y que, en realidad, todo eso de invocar a Alá tiene más que ver con el orgullo herido de un pueblo que se siente maltratado -Israel, la guerra de Afganistán, la de Irak, la de Libia, Guantánamo…- que con la religión en si. Si, quería decir que los criminales tras un jucio justo deben de ir sin excepción a la cárcel, pero aquellos que no lo son tienen derecho a gozar de sus templos -llamémoslos mezquitas o iglesias- para orar. De hecho quería decir que me parece un gran idea que se haga una mezquita en la Zona Cero porque es un gesto muy importante que dice “Sé que no fuisteis vosotros, respeto vuestras creencias y apuesto por la unidad del pueblo en lugar de la segregación y el recelo” Porque creía que era conveniente recordar que la mayoría de los que oren en ese templo serán neoyorkinos musulmanes, estadounidenses, no extremistas sirios… Pero he decidido que en lugar de eso voy a hablar de la visita del Papa católico a Inglaterra programada para el dieciséis de septiembre.
Por lo visto para pagar los costes de la visita del Santo Padre se necesitan alrededor siete millones de libras… eso son más de ocho millones y medio de euros. Mi mentalidad de pobre me impide imaginar en qué se puede gastar esa cantidad enorme de dinero en unos días de estancia -en low cost el vuelo Roma / Londres está por ochenta y cinco euros…- Entiendo que se trata de un jefe de estado que no va viajar en la clase turista de Ryan Air -por cierto, un jefe de estado que, como nuestro rey, no es elegido por sufragio universal- pero aún así ocho millones y medio de euros me siguen pareciendo muchos millones de euros… Aunque en realidad la noticia no es esa, sino que la iglesia católica inglesa está teniendo muchas dificultades para reunir el dinero, por lo visto les falta aún más de tres millones de euros de los que tienen que hacerse mediante donaciones particulares, y eso, a mi me parece fantástico -no que les falte el dinero, sino que se tengan que buscar la vida para conseguirlo-. Los católicos ingleses son los que sufragan los gastos de la visita de su jefe. La espiritualidad entra dentro del ámbito de lo personal y ningún estado -aquí incluyo a los musulmanes, claro- debería costear estos temas. Si una comunidad de la confesión que sea quiere una iglesia, que junte el dinero, pida los permisos y la construya, los demás no tenemos por qué pagarla… lo mismo ocurre con las visitas papales. Bajo mi punto de vista -y que nadie se me ofenda- los viajes del Papa se parecen mucho a los conciertos de los U2. Cuando un artista anuncia que va a una ciudad y pone las entradas a la venta, pueden pasar dos cosas, que la taquilla vaya bien y se gane dinero, o que no vaya también y se pierda… el riesgo es algo con lo que el mundo del espectáculo está obligado a convivir. Imagino que no pasará, pero sería interesante ver qué ocurre si finalmente no se consigue la pasta y el Papa tiene que cancelar su bolo, porque eso plantearía alguna que otra cuestión… el Papa no es Bono de U2, va a los sitios a evangelizar, a llevar la palabra de Dios y a contribuir a la salvación de nuestras almas, no a ser económicamente rentable. Si ha considerado que tiene que ir a Inglaterra -él además es infalible según un dogma de la religión católica- para cumplir con la voluntad de Dios ¿Va a dejar de ir porque no salgan las cuentas? A lo mejor debería replantearse la forma en la que viaja para que, en lugar de ocho millones y medio de euros, cueste “sólo” cinco, pero claro eso sería renunciar a algún que otro de los lujos que Dios ha querido que tenga… es complicado.