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AcordeónLa estrella vespertina. Memoria contra el coronavirusJavier Docampo Capilla, la pasión por los libros de horas

Javier Docampo Capilla, la pasión por los libros de horas

 

(Madrid. Bibliotecario, murió a los 58 años el 27 de marzo). Al verle llegar con el manuscrito del Cantar de mio Cid en las manos, podría decirse que había nacido para ello. Javier Docampo Capilla (Madrid, 1962) era jefe del departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional. Ingresado en un hospital con problemas respiratorios, hace algún tiempo le habían detectado un cáncer al que se enfrentaba con enorme entereza, sin dejar de atender sus proyectos expositivos ni la organización de un departamento en el que se custodian los ejemplares únicos y más valiosos de la cultura española. Licenciado en historia del arte por la Universidad Complutense de Madrid, su especialidad y su pasión eran los libros de horas y los manuscritos iluminados. Su última obra publicada, Libro de horas de Carlos V, editada por la Biblioteca Nacional, es una monografía escrita con Samuel Gras en la que glosaba con un lenguaje ameno y riguroso un extraordinario libro de horas de origen francés (BNE, Vitr/24/3) con más de 1.200 miniaturas que data de finales del siglo XV. Preparaba, de nuevo junto a Samuel Gras, una gran exposición prevista para el 22 de mayo, Luces del norte, en la que se presentaba una de las colecciones más desconocidas de la BNE: los manuscritos iluminados del norte de Europa, fundamentalmente franceses, pero también procedentes de los Países Bajos e Inglaterra. Además de las obras que habrían de exponerse, los comisarios tenían avanzado un catálogo razonado y exhaustivo de los 160 manuscritos que conforman esta colección de la Biblioteca Nacional. Estuvo siempre muy vinculado a la Nacional, desde su tesina, que consagró al estudio de las miniaturas de otro libro de horas perteneciente a los ricos fondos de la institución (BNE, Mss/21457). Trabajó en el Departamento de Bellas Artes, en la sección de dibujos y grabados, y de esta época cabe recordar una exposición deliciosa de la que fue comisario, La estampa satírica británica: Hogarth y su tiempo (2001), en la que entre otras cosas establecía que Goya conoció, valoró y estuvo influido por las estampas del británico. En 2005 fue nombrado jefe del archivo y la biblioteca del Museo del Prado, cargo que ejerció hasta 2016. En el Prado comisarió, con José Riello, la exposición La biblioteca del Greco, que trataba de reconstruir la importante colección de libros que atesoró el artista griego, algunos de ellos abundantemente anotados. En 2016 volvió a la Biblioteca Nacional, para ostentar un puesto soñado: Jefe del departamento de Manuscritos, Incunables y Raros. Siempre con un proyecto bajo el brazo, amable, riguroso y dotado de un fino sentido de la ironía, su capacidad de trabajo y su profundo conocimiento de las materias que trataba le hacían merecedor de ser el portador de los tesoros de nuestro acervo cultural. Carlos García Santa Cecilia.

 

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Javier Docampo y Pepe Fillol, dos números se hicieron nombres

Con motivo del fallecimiento de mi amigo Pepe Fillol, intérprete de conferencias de la Unión Europea, colega de mis tiempos como intérprete en Bruselas y con quien también coincidí algunas veces en Taiwán, y de Javier Docampo, compañero de trabajo en la Biblioteca Nacional de España, escribí el siguiente poema:

A Javier Docampo y Pepe Fillol

 

No sé si el virus es uno solo
presente en multitud de cuerpos y estadísticas,
si cada individuo aloja el suyo propio
o si en cada persona infectada se albergan cientos, miles, miríadas de virus o viriones,
vástagos de una cepa, un brote.

De pronto, un viernes,
los titulares tomaron cuerpo
y los análisis cobraron vida.

De pronto, un viernes,
dos números se hicieron nombres.

Jorge Camacho

 

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