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Mientras tantoLa favorita

La favorita


 

Yo he visto a Pablo satisfecho como Madame Du Barry porque María Antonieta, al fin, le ha dirigido la palabra. En realidad la escenografía de la interviú es muy correcta por ambas partes, con todos los cortesanos en Moncloa rumoreando alrededor bajó el frufrú de las telas. La Du Barry y María Antonieta no volvieron a dirigirse la palabra nunca, imagínense el alcance de la reunión, pero la anécdota perdura por efímera y noticiosa, como la de Pablo y Mariano. Yo desde el principio he creído que era ésta una entrevista apócrifa, donde va Iglesias y acude con un libro apócrifo con dedicatoria incluida, lo cual es un detalle y también un modo inequívoco de comprobar cuál es su idea de país en este preciso momento en el que quizá ya no sean muy apropiados los fingimientos. Uno piensa que los aforismos, verdaderos, emocionantes, llegan desfasados. Podrían dejarles las leyendas a los golpistas y si acaso los ensayos a Pablo, quien debe de creer que el desafío es tan falso como nuestro propio mundo. A mí me parece que es el suyo un “diálogo” caprichoso, una necesidad de distinguirse del frente común (el búnker, lo llama) de una manera notoria frente a su electorado, lo cual en el fondo es un alejamiento en una justa hora de la verdad; una vuelta natural a los orígenes plebeyos después de haber sido la favorita: alguien a quien parece servirle que le musiten delante de la corte: «Hay mucha gente en Versalles hoy».  

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