La lluvia más allá de la escollera

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«Contar mal las cosas es incrementar las desgracias del mundo»

Albert Camus 

 

 

La marea es sorda en Caminha

cuando la noche se ha vuelto a tejer

con hilachas de redes

cadáveres africanos

sueños convertidos en ceniza.

El sol asoma entre la rompiente

y un horizonte político

mezclado con arcilla

feldespato

sexo sin esperanza.

El sol se nutre de lluvia

un resplandor amasado con deseo

manos rotas

manos suavizadas por el agua

fría

la lejía

el añil

recuerdos que tenemos la suerte de atesorar

porque nacimos aquí

bajo esta lluvia

entre estas tardes

estas paredes

estas escuelas

estos médicos y enfermeras tan limpios.

Claro que hubo muerte

y torturas

y todo costó a muchos más que a otros.

Pero ahora

hemos de aprender

a luchar

contra este olor a espanto

esta fiebre que levanta empalizadas

afiladas

para que corten las manos y los pechos

para que no den la menor oportunidad

a los que nos observan

desde el parapeto azul del mundo

uno que agoniza

otro que nace.

No sabemos mucho de nosotros,

pero sabemos mucho de nosotros.

 

Un plato de vidrio de Honduras

un lebrillo amasado en el interior de Egipto

y llevado entre paños a Amberes

y una porcelana cocida en Vigo

junto al mar

por mi hermana

que sabe del fuego

del silencio de la noche

del dolor de los demás.

 

Vuelve a llover en Madrid

el buen tiempo

para mí

que está hecho así

de mar y lluvia

como los periódicos

la espuma

el rumor nocturno

lo que esperamos

entre los cabos, las cumbres, los faros

el océano proceloso.

Ponerse en el lugar del otro,

prestar atención.