La sorprendente Caravana

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Es una sombra. El territorio al Sur desde que llegan los de la palabra enredada y las manos laceradas. No es más que la sombra mítica, donde todo vale y nadie vale. Sube la mota, sube el polvo, sube la violencia y la muerte. Nada-tenemos-que-ver.

 

En ese Sur se matan y matan. Cuerpos colgando de un puente, troncos sin mirada ni tacto que llevan carteles de venganza y saña.

 

De ese Sur nada bueno puede venir. Y si viene que trabaje en las sombras de acá, en los edificios que poblaremos, en los camiones que nos traen las verduras ecológicas que compramos en la tienda de un asiático tan sombrío como la sombra que nosotros estamos instalando en cada punto del planeta que acumulamos como trofeo.

 

Fuimos Sur, colonia de Londres, humillados pero vengativos. Y dominamos a las fuerzas de la naturaleza y a los salvajes. Que por eso no olvidamos la Acción de Gracias a los que comenzaron al escabechina; que por eso repoblamos con negros que ahora ganan medallas para nosotros, los que habitamos la zona de luz, los que decidimos el porcentaje étnico de nuestras universidades, los que estamos satisfechos de que nuestro presidente negros se comporte como un blanco, que por eso lo dejamos llegar hasta donde no debía hacerlo.

 

Y ahora, ahora que las sombras están claritas de lo que son, vienen estos del Sur a desfilar su llanto por nuestros jardines alineados donde nos alienamos los fines de semana. Dicen que los encabeza un poeta… típico de pueblos no productivos. Dicen que quieren que cambiemos nuestra política contra las drogas… típicos de los que no entienden de economía. Dicen que quitemos las armas y la bilis de la mesa y las sustituyamos por manos y besos… típico de estos babosos ajenos a la geopolítica mundial (es decir, la nuestra).

 

Vamos a ocultar esta sorprendente Caravana tan inútil como amenazante. Es posible que millones de pieles roja como ellos escuchen su palabra; es probable que algunos caigan atrapados por el canto de sirenas de una vida en Paz, con Justicia y Dignidad. Tardaremos un poco en domarlos, pero lo haremos. Porque si no, si la palabra improductiva, poética e ingenua de estas gentes queda sembrada en nuestro territorio, la cosecha será nuestro fin tal y como nos conocemos. No podemos permitirlo. No sabemos cómo impedirlo.

 

*En homenaje a la Caravana de la Paz que partió ayer de México hacia 25 ciudades de Estados Unidos. La organiza el digno Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y la apoyan una decena de organizaciones tan gringas como decentes. Toda la justicia los asiste, todas las razones los justifican, toda la fuerza les mandamos.

Me perdí en Otramérica, esa que no es Iberoamérica, ni Latinoamérica, ni Indoamérica, ni Abya Yala... y que es todas esas al tiempo. Hace ya 13 años que me enredé en este laberinto donde aprendí de la guerra en Colombia, de sus tercas secuelas en Nicaragua, de la riqueza indígena en Bolivia o Ecuador, del universo concentrado de Brasil o de la huella de las colonizaciones en Panamá, donde vivo ahora. Soy periodista y en el DNI dice que nací en Murcia en 1971. Ahora, unos añitos después, ejerzo el periodismo de forma independiente (porque no como de él), asesoro a periódicos de varios países de la región (porque me dan de comer) y colaboro con comunidades campesinas e indígenas en la resistencia a los megaproyectos económicos (porque no me como el cuento del desarrollismo). Este blog tratará de acercar esta Otramérica combatiendo con palabras mi propio eurocentrismo y los tópicos que alimentan los imaginarios.