Olaiz prosigue:
– El edificio socialista cruje, se derrumbará; el porvenir es individualista. Todo lo que asciende se diversifica… Vamos hacia un tiempo en que cada uno pueda viajar en automóvil, en que por la facilidad de transportar la fuerza motriz a distancia, cada uno pueda convertir su casa en un taller… Vamos al máximo de libertad compatible con el orden, al mínimo de intervención del Estado en los intereses del individuo. Y esto se lo debemos a la ciencia, no a la democracia. La ciencia es más revolucionaria que todas las leyes y decretos inventados e inventables. La máquina que funciona da más ideas que todos los libros de los sociólogos…

Así habla este Olaiz, que parece ser es una recreación de Baroja. De todo el texto creo que la parte que más me gusta es la última frase. Olaiz-Baroja acierta con el futuro en que nos desplazamos en automóvil, en cuanto al crujimiento o no del edificio socialista, el lector atento de este blog habrá notado que no gusta por aquí apegarse en exceso a la actualidad.
Muy serias y graves cuestiones las que propone este texto. La primera de ellas, la profecía a la que se atreve el autor sobre el futuro próximo de la humanidad, pues dada la fecha en que Azorín escribió el texto, lo que ocurrió en los años siguientes fue todo lo contrario: la formación de los grandes estados totalitarios en los que el individuo, por muy ilustrado que fuese, no era absolutamente nada.
Pero de la segunda cuestión, por ordenarlas convencionalmente de algún modo, puede decirse lo mismo. El desarrollo de la ciencia y de toda Ilustración no trajo el bienestar individual ni la mayor conciencia de la convivencia ni siquiera se mantuvo que el modelo de la ciencia positiva fuese el único modelo . La famosa escuela de Francfort y la Dialéctica de la Ilustración sirven de apoyo y ejemplo.





