La aceleración del ecocidio está coincidiendo con la del desarrollo de la inteligencia artificial generativa, aquella que simula y crea mundos con asombrosa precisión. Quizá por eso el pequeño país de Tuvalu está ya construyendo su clon digital para cuando el crecimiento del océano lo sepulte. El mundo del arte también está siendo interpelado por las paradojas de esta particular coincidencia. Es el caso de la artista británica Alexandra Daisy Ginsberg (Londres, 1982) –frecuente exploradora de las relaciones entre naturaleza, humanos y tecnología–, que expone hasta el 6 de abril en el Bildmuseet de la Universidad de Umeå (Suecia) su instalación Machine Auguries. La pieza emite, bajo un amanecer artificial y a través de 20 altavoces que cuelgan del techo, cantos de aves generados por IA a partir de muestras reales grabadas en distintos lugares del mundo. La simulación, técnicamente perfecta, resulta sin embargo extraña y triste, recordando la imposibilidad de recrear artificialmente la naturaleza, y la necesidad urgente de protegerla.
Dónde: Bildmuseet at Umeå University, Umeå, Suecia
Cuándo: Hasta el 6 de abril