Auténtica o inventada, en 1933, un genio cubano, jugaba al aire libre una fabulosa partida de ajedrez. Nunca conoceremos la verdad.
Las miniaturas en ajedrez (XIV)
La miniatura que he seleccionado en esta ocasión, se jugó durante una exhibición de ajedrez viviente en el que en lugar de piezas, las que se desplazan por el tablero son personas de carne y hueso, pero lo cierto es que la historia de esta partida, tiene su lado oscuro. Veamos:
Para que esta clase de espectáculo mantenga el interés, lógicamente, la partida no debe prolongarse demasiado e idealmente, si en la misma se producen espectaculares sacrificios, pues mejor que mejor. Es por todo esto, que en realidad, la partida representada no se está disputando en ese momento, se trata de una ya jugada anteriormente que ha pasado a la posteridad, y que cumple con los dos requisitos principales: brevedad y espectacularidad.
Sin embargo, la partida que nos ocupa, sí que fue realmente disputada durante la exhibición o al menos, en teoría, pues la misma cumplió tan bien con las exigencias del guion (ya saben, fue breve y espectacular) que se puso en duda su legitimidad. El conductor de las piezas blancas era nada más y nada menos que el legendario José Raúl Capablanca y se cree que la partida fue previamente inventada por él. Parece ser que el público asistente era de la Jet-Set y había pagado un alto precio por su asiento, con lo que había que evitar defraudarle con una larga y tediosa partida. El rival (¿”o colaborador”?) de Capablanca y conductor de las piezas negras, era el maestro norteamericano Herman Steiner de origen húngaro, campeón americano en tres ocasiones. En 1943 participó en el Open de California ganando las 17 partidas que disputó. Abrió en Hollywood un club de ajedrez, que frecuentaban estrellas del cine, como José Ferrer, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Charles Boyer, Katharine Hepburn, Billy Wilder, etc. A los 28 años llegó a estar entre los mejores del mundo y a los 50 fallecía inesperadamente de un infarto.
Pero sea como sea, si la partida fue un fraude, nosotros no podemos afirmarlo, pero lo que sí vamos a hacer es disfrutar reproduciéndola, pues independientemente de su legitimidad, lo cierto es que es absolutamente extraordinaria. El espectáculo comienza cuando Steiner consiente imprudentemente la debilitación de su enroque, a partir de lo cual, Capablanca inicia un poderoso ataque, sacrificando una torre primero y después la otra, llevando de “paseo” al rey enemigo hasta el extremo opuesto del tablero, donde lo ajusticia con un bonito jaque mate.
Si fue un invento del genial cubano, hay que reconocer que su imaginación era tan magnífica como el resto de sus facultades para el ajedrez.
Blancas: José Raúl Capablanca (1888-1942)
Negras: Herman Steiner (1905-1955)
Evento: Partida de exhibición
Lugar y fecha: Athletic Club, Los Ángeles, 1933
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Cc3 Cf6 [Apertura de los 4 Caballos] (Ver diagrama)
Apertura de los 4 Caballos, tan antigua como el propio ajedrez
4.Ab5 Ab4 5.0–0 0–0 6.d3 d6 7.Ag5 Axc3 [Steiner decide romper la absoluta simetría que mantuvo durante las seis primeras jugadas]
8.bxc3 Ce7 [Una jugada artificial, cuya idea es iniciar una reacción central avanzando los peones a «c6» y «d5»]
9.Ch4 [Capablanca moviliza sus efectivos directamente en el flanco de rey]
9…c6 10.Ac4 Ae6? [Arrepintiéndose fatalmente de su sana idea inicial. La jugada apropiada era 10… d5. Ahora, Capablanca organizará un fuerte ataque sobre el flanco rey]
11.Axf6! [¡Por supuesto! el enroque quedará seriamente debilitado]
11…gxf6 12.Axe6 fxe6 13.Dg4+ Rf7 [Steiner tiene un sólido centro de peones y probablemente, consideraba que su rey no corría peligro y que en caso de necesidad, podría escapar vía «e8»-«d7»]
14.f4!+– [Un genio como Capablanca, conseguía que el ajedrez pareciera tremendamente fácil. Ahora abre el camino a las torres]
14…Tg8 [Este ataque a la dama es un tremendo error, como va a demostrar Capablanca]
15.Dh5+ [El rey negro ya no puede escapar ni tampoco se puede cubrir el jaque con 15… Cg6 por 16.f5 que gana el caballo]
15…Rg7 16.fxe5 [Así de sencillo ¡Vía libre a la torre!]
16…dxe5 [En esta posición, cualquier «mortal» estaría decidiéndose por una lógica jugada como 17.Tf3 para incorporar más piezas a la lucha, pero Capablanca no era un mortal cualquiera] (Ver diagrama)
Comienza el espectáculo
17.Txf6!
[¡¡ Demoledor !! Capablanca entrega toda una torre para abrir la columna «f». ¿Dedicado a la Jet-Set?]
17…Rxf6 18.Tf1+ [De nuevo hay una torre en «f1» ¡pero ahora, la columna «f» está despejada!]
18…Cf5 [Única. Si 18… Rg7 hay mate en 2 jugadas] (Ver diagrama)
El gran Capablanca ha visto una larguísima secuencia
19.Cxf5!
[Después de tanto esfuerzo, Capablanca no va a permitir que el rey negro salga corriendo hacia «e7»]
19…exf5 [No hay otra. Lo mejor es morir comiendo]
20.Txf5+ Re7 [¿Por fin se escapa?]
21.Df7+ Rd6 22.Tf6+ Rc5]
[A Steiner no lo apetece jugar un final perdido entregando la dama por la torre 22…Dxf6 23.Dxf6+ Rc7 24.Dxe5+ y prefiere poner a prueba a su rival. El órdago que le lanza a Capablanca es: «O me das mate o te gano con mi torre de ventaja» ¡Y toda la Jet-Set disfrutando! Y ahora ¡ojo! pues en esta posición, todos los análisis indican que Capablanca debe encontrar la única jugada ganadora, pues cualquier otra solo conduce al empate por jaque continuo] (Ver diagrama)
Sólo una jugada conduce a la victoria
23.Dxb7!
[¡Y la encuentra! Evitando la tentación del jaque (23.Dc4+) que no conduce a nada. Es asombroso que ahora, Capablanca amenaza 3 mates diferentes (Dxc6, Db4 y Txc6]
23…Db6 [Pareciera que a Steiner le salen las cuentas. ¡Con esta jugada evita los 3 mates! De nuevo, todos los análisis indican que solo hay una jugada ganadora, con el agravante que cualquier otra ¡pierde! ¿Cómo jugaría usted?] (Ver diagrama)
¡Máxima tensión!. Todas las jugadas del blanco pierden menos una ¡que gana!
24.Txc6+!
[¡Boooom! Segunda entrega de torre]
24…Dxc6 [De nuevo, Steiner podía «patalear» jugando [24…Rb5+ 25.Txb6+ axb6 26.Dd5+ Ra6 27.Dxe5, pero solo conseguiría llegar a un final completamente perdido]
25.Db4 jaque mate
Posición final. Los aristócratas aplaudían a rabiar
Luis Pérez Agustí