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Mientras tantoLearn filmaking in only one day!!! (or your money back)

Learn filmaking in only one day!!! (or your money back)


 

Resulta que ahora voy a ser profesor de Análisis Cinematográfico. En inglés. Y me he puesto las pilas para buscar libros específicos en ese idioma. Mi educación sobre el tema ha sido fundamentalmente en español y esperaba encontrar algo similar. Quizá con una oferta no tan apabullante (si en España das una patada a una piedra te encuentras debajo un par de libros que hablan sobre la doble temporalidad diegética) pero similar.
 
No. Nope.
 
Nada semejante.
 
Oh, hay libros de análisis en inglés. Claro que hay libros en inglés. No va a haber libros en inglés.
 
Pero, aunque se hable de cine tanto aquí como allá, luego no tienen nada que ver. El último que he hojeado recomienda al amigo lector que se compre un reproductor de dvd («la imagen se ve divinamente»). Un consejo estupendo; un consejo que no encuentras en un tratado editado en España de Requena o Noël Burch por más que te empeñes.
 
He estudiado cine fuera, en Londres y en Los Ángeles, pero debía estar empanado porque hasta ahora, con la gorra de profesor, no había visto semejante diferencia de planteamiento entre la manera “continental” y la “anglosajona” de analizar eso del cine (siempre hablando dando brochazos gruesos, claro).
 
Mientras nosotros nos desmenuzamos los sesos describiendo que “la realidad intersubjetiva del protagonista, por estar absolutamente desimbolizada, está, igualmente, del todo disociada de lo real” (El Club de la Lucha: Apoteosis del Psicópata, Requena, Obra Social Caja España) ellos son más prácticos. Más manos a la obra. Más ven pácá chaval, que te voy a contar cómo se hacen la cosas.
 
Libros sobre cómo escribir guiones hay cientos. Con el estilo que quieras e incluso acomodados a tu disponibilidad. O directores o productores o montadores o actores de primera, segunda o totalmente desconocidos contando sus experiencias después de décadas de trabajo. Pon “filmmaking” en amazon: el primer libro que aparece es “Cómo hacer un largometraje por 10.000$ o menos”.
 
Aquí, hasta hace poco uno de los libros más prácticos sobre el tema se llamaba “Praxis del Cine”. Y me alegro de haberlo leído cuando era estudiante, vale, pero… ¿por qué ocurre esto?

Preguntando a mi amigo Joaquín Abreu, profesor, requeniano, compañero de copas y Persona Que Sabe Más Que Yo Sobre El Tema, me comenta que tiene una cierta raíz filosófica: la filosofía anglosajona opta por un neopositivismo, un racionalismo que ha hecho que tiendan hacia lo técnico (su filosofía es la de Star Trek, para entendernos). Por contra los “continentales”, influidos por los alemanes, somos más dados a una filosofía introspectiva.

Esta diferencia se ha visto desde el libro que dio el pistoletazo de salida a la teoría del autor, “El cine según Hitchcock” de Francois Truffaut (Alianza Editorial). Ahí tenemos un director inglés siendo tratado como un Autor por un crítico francés. Pero Hitchcock siempre habla en términos prácticos y se presenta a sí mismo como anti-intelectual: afirma no acordarse de los libros que ha leído para hacer sus películas, y que prefiere el doblaje al subtitulaje porque no hay que leer. Le gustaba mucho la atención que le prestaba Truffaut (toma no), pero siempre se había visto como un artesano, thank you very much.

Y nosotros, en España, elegimos y abrazamos esa manera (“a la francesa”) de estudiar el cine. Y yo, en Madrid, también tengo que elegir y abrazar una manera para el miércoles que viene, que empiezan las clases.

Y salvo que encuentre una forma de traducir “la fantasía de la completitud que el personaje describe a Tyler Durden tras descubrir el incendio traduce expresivamente la precariedad absoluta de una subjetividad que se vuelve imposible en tales coordenadas”, pues lo tengo clarísimo, oiga.

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