Lecciones de economía

0
293

Desarrollo es la promesa del paraíso, el eterno crecimiento, el pleno empleo, el hombre que se hace a si mismo, la caña de pescar en lugar del pescado y toda una sarta de mentiras que han ido medrando en la conciencia colectiva gracias a las escuelas, a las universidades, a las Naciones Unidas dichosas y a la madre que nos parió (con perdón de la madre asesina: Mujer Función Hombre).

 

Desarrollo es un rollo que nos hemos tragado entero para el que nos hemos inventado apellidos que suavizan el dolor que engendra: sostenible, humano, ético, perdurable… También buscamos algunos prefijos que hagan menos amarga la píldora recetada: eco-, etno-, multi-… Somos los humanos maestros en manejar el lenguaje para adulterar el sentido original de las palabras.

 

«Vengo de una palabra
y voy a otra
errática palabra y soy esas palabras
que mutuamente se desunen y soy
en tramo en que se juntan
como los bordes negros del relámpago
y soy también esas beligerancias de la vida
que proponen a veces una simulación de la verdad»
(J.M.Caballero Bonald)

 

La palabra impone un «desarrollo» que la gente nunca pidió, aunque le enseñemos a aceptar que es «el único camino». Por eso la cooperación al desarrollo o la ayuda humanitaria (las migajas para los que son «incapaces» de subirse al carro desarrollista) son cómplices de un sistema de exclusiones y excluyentes.

 

El (Desa) rollo genera desasosiego, desarraigo, desniveles, desdicha… el (desa) rollo es un rollo que yo, al menos, no me trago. ¡Oh cielos! Volví a perder la materia de economía: lo mío no es esta ciencia del absurdo.

 

Me perdí en Otramérica, esa que no es Iberoamérica, ni Latinoamérica, ni Indoamérica, ni Abya Yala... y que es todas esas al tiempo. Hace ya 13 años que me enredé en este laberinto donde aprendí de la guerra en Colombia, de sus tercas secuelas en Nicaragua, de la riqueza indígena en Bolivia o Ecuador, del universo concentrado de Brasil o de la huella de las colonizaciones en Panamá, donde vivo ahora. Soy periodista y en el DNI dice que nací en Murcia en 1971. Ahora, unos añitos después, ejerzo el periodismo de forma independiente (porque no como de él), asesoro a periódicos de varios países de la región (porque me dan de comer) y colaboro con comunidades campesinas e indígenas en la resistencia a los megaproyectos económicos (porque no me como el cuento del desarrollismo). Este blog tratará de acercar esta Otramérica combatiendo con palabras mi propio eurocentrismo y los tópicos que alimentan los imaginarios.