
—Señora, ¿es esto suyo?
—Esto, ah sí, ¿de dónde lo ha sacado?
—De ahí –le indica señalando el agujero del tubo sifónico.
—Siempre he dicho que por el inodoro hay que tirar lo menos posible. ¿Le conté lo que me pasó en una comunidad de vecinos?
—No… claro, nos acabamos de conocer.
—Pues que la tubería general de los detritus saltó por los aires, y ¿sabe usted cuál fue el motivo al final?
—Pues no, ¿cómo voy a saberlo?
—Uno de los vecinos tiraba la arena del gato por el váter y, claro, al final petó el conducto. No vea cómo se puso de mierda el sótano y la pared del portal.
—Por cierto, ¿no le apetece un cigarro?
—No, gracias, no fumo en horas de trabajo.
—Hombre, por un cigarro no va a pasar nada.
—Además está prohibido fumar en el lugar de trabajo.
—¡Pero, hombre!, si está en mi casa.
—Ya, pero ¿es mi lugar de trabajo o no?
Lourdes se enciende un Marlboro y, mientras se muerde una uña y mira a través de la ventana, en la otra mano deja gotear la pequeña biblia que el fontanero sacó de la tubería…
—Aprovechando la visita, ¿quiere que le arregle algo más?, le voy a cobrar lo mismo.
—Bueno, pues sí, tengo el grifo de la cocina algo suelto.
—Veamos qué le pasa al grifo.
—¿No piensa que el Dios supremo, o como cada uno quiera llamarlo, nos suelta aquí en mitad de todo y que luego cada uno se las apañe como pueda?
—Pues sí, sí que está bastante suelto el grifo.
—Además, la mente y el cuerpo no coinciden, ¡cuántos espíritus de héroes envueltos en un cuerpo de cuasimodo!
—Creo que voy a tener que cambiar la tuerca, tiene algo de holgura. ¿Me pasa los alicates?
—Sí, tome… muchas veces hasta lo más instintivo como la apetencia sexual se ve dentro del envoltorio de un cuerpo que no le corresponde, hablemos de la homosexualidad, por ejemplo.
—Esto ya está sujeto, se podría subir un elefante encima y no cedería.
—Creo que Dios no es justo, por eso no quiero saber nada de él.
—¿Quiere factura?… Son cien euros.
—No, no la necesito, ¡Dios!, !qué tío más raro que es Dios!
—Y usted que lo diga, señora, bueno si necesita algo en otra ocasión, vuelva a llamarme.
Agarra su bolsa, y se marcha con los trastos a otra parte…
Javier Sastre (colaborador del blog)