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Mientras tantoMaquinaria de sonrisas. (Crítica teatral)

Maquinaria de sonrisas. (Crítica teatral)


 

 

Un fantasma con pasado. Escrito e interpretado por Julia Royo. Dirección: José del Río. Compañía Maravedí. Escenografía: Matilde R. Suárez. Iluminación: Guillermo Benarroch. Madrid. Sala El Montacargas. 23-2-2010.

 

 

JUAN ANTONIO VIZCAÍNO

 

Los fantasmas y otros espíritus del aire han resultado siempre solicitados tanto por la literatura, como por el teatro, o el cinematógrafo. Desde el Ariel shakesperiano de La Tempestad, a El galán fantasma calderoniano, o El espíritu burlón de Noel Coward, o El fantasma y la Señora Muir, (que tras su éxito en cine con Rex Harrison y Gene Tierney, se convirtió en una deliciosa serie televisiva), puede decirse que las historias con fantasmas, (¿qué decir de los tres Tenorios?), no han dejado nunca de interesar al público.

 

Convivir con fantasmas, es otra forma de vida en compañía. Si en un principio estos seres perdidos en el más allá, que regresan a las que fueron sus casas, para pedir ayuda a algunos de sus descendientes, (y poder librarse de las maldiciones que los tienen atascados en las encrucijadas del Universo), suelen despertar los terrores y recelos de éstos; con el tiempo, terminan acostumbrándose, e incluso pueden llegar a echarlos de menos, si no vuelven a manifestárseles.

 

En esta encrucijada de comedia se encuentra la protagonista de este monólogo con fantasma, que ha escrito e interpreta Julia Royo, bajo el título de Un fantasma con pasado. Alivia el alma del espectador de teatro, que los autores contemporáneos sigan confiando en la comedia, no sólo como una forma de relacionarse con el público, sino también como una vía para retratar su tiempo.

 

Tras esta aparente comedia blanca, (y no sólo por la sábana fantasmal, que “haberla no haila” en esta obra), se esconde la soledad de las liberadas mujeres divorciadas de hoy en día, que mitigan su aislamiento con muchas pastillas, y aún más calceta; largas conversaciones telefónicas con sus amigas, cortas discusiones con sus ex maridos, y charlas a deshoras con sus siquiatras. Aunque el espíritu burlón que anima  a esta saludable Compañía Maravedí, convierta todo este material en una maquinaria de sonrisas, que por otra parte, es lo que seguramente más necesita el machacado público de nuestras ciudades.

 

Julia Royo respira comedia como actriz y como dramaturga; siempre encuentra la excusa para echarse unas risas. Su sentido del teatro es en el fondo tan castizamente español, como sentidamente británico. Como autora de la obra ha concebido un cerebral mecanismo cómico: por medio del teléfono y de la telekinesia, consigue convocar a cinco personajes en un monólogo.

 

Como actriz tiene una presencia escénica rotunda. Parece una actriz inglesa, y no sólo por su alta estatura y su hermosa melena rubia, sino por la seriedad con la que se toma su trabajo cómico. Quizás porque no se vale de la caricatura o la parodia, como la moneda fácil para despertar las risas inmediatas del público. Si los directores de casting se pasaran por esta Sala, podrían descubrir, que esta actriz posee un físico y un temperamento, que falta en muchos repartos teatrales y otras tantas series televisivas.

 

José del Río ha dirigido un espectáculo que se atiene a las reglas del género. Escenario realista, con radio antigua, teléfono negro de bakelita, sillón de orejas, lámpara de pantalla de pergamino y mesa camilla; la acción, hoy en día. Todo lo que sucede sobre las tablas, podría estar ocurriendo en nuestras casas. El público cómico necesita de estos referentes cotidianos para identificarse con la escena. El director se pone al servicio de la comicidad velada del texto.

 

La escenografía, el vestuario, la iluminación, y la música están bien elegidas, y engrasan la acción, y la vertiginosa peripecia de esta ingeniosa comedia. El público se engancha progresiva y gratamente a la representación, aportando su batería de mejores risas y sonrisas. Los aplausos finales que brindaron a la intérprete en la función del sábado, vinieron a ratificarlo.

 

Si desean pasar un rato de diversión, servida con humor e inteligencia, y tomarse unas copas, disfrutando de la solera de una sala que rezuma amor por el teatro, pásense por la Sala El Montacargas, los próximos jueves de Marzo; Un fantasma con pasado, vendrá a demostrárselo.

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