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Mientras tantoMarc Caellas nos cuenta algunas novedades sobre la nueva versión de la...

Marc Caellas nos cuenta algunas novedades sobre la nueva versión de la obra teatral Suicide Notes, que se estrena esta semana en Barcelona.

Sestear absorto y pálido   el blog de Jose de Montfort

 

 

El pasado mes de enero de 2020, el combo formado por el artista barcelonés Marc Caellas y el crítico de arte y comisario de exposiciones David G. Torres estrenaron en la sala barcelonesa Antic Teatre su espectáculo Suicide Notes, basado en la lectura catártica y colectiva de las notas de suicido de algunos artistas suicidas eminentes. Ya entrevistamos a Marc Caellas en aquella ocasión en MondoSonoro para saber más detalles sobre la obra (pueden leer la entrevista completa aquí).

Durante la próxima semana, del jueves 17 de diciembre al domingo 20 de diciembre, una nueva versión del espectáculo se podrá ver en el Antic Teatre. Aprovechando esta nueva oportunidad que ofrecen Caellas y Torres al público barcelonés, contactamos con Marc Caellas para que nos cuente algunas novedades de la nueva versión de la obra Suicide Notes que estará en cartelera los próximos días.

 

Presentáis una nueva versión del espectáculo Suicide Notes. En términos de contenido, ¿cuales dirías que son las diferencias más significativas respecto de lo que se pudo ver el pasado mes de enero en Antic Teatre?

Hay un par de cambios en la dramaturgia. Incorporamos a Hara Tamiki, un escritor japonés suicida que homenajea Anne Carson en un brillante poema. Juan Pablo y Antonio crearon una música bellísima y David G. Torres encontró una imágenes brutales que dialogan con su espíritu. También «descubrimos» que un famoso cuadro de Magritte, los amantes, fue inspirado por el suicidio de su madre, que se ahogó en un río cuando él tenía 13 años. Lo incorporamos con unas máscaras que diseñó mi hermana Anna y que de alguna manera macabra se conectan con las mascarillas de ahora.

 

Suicide Notes es una obra que divide el espacio escénico en tres puntos o focos donde va sucediendo la acción teatral. En estos momentos en los que nos regimos por las normas de seguridad a las que nos obliga la Covid-19, ¿de qué forma os habéis visto obligados a reformular el espacio?

En la puesta en escena que hicimos de la obra el pasado mes de enero los espectadores se podían mover y escoger su punto de vista en cada momento. También podían quedarse quietos, pero la pieza permitía distintos grados de cercanía con los músicos, las imágenes o los performers. Podías verlo o sentirlo en primer plano, en plano medio o en plano general. Ahora nos vemos obligados a atornillar al espectador en su silla con lo que la disposición de los elementos de la escenografía debe también ajustarse. Trataremos que la experiencia no se resienta demasiado.

La lectura del suicidio en tanto que motto para la búsqueda de la catarsis colectiva ahora, en estos momentos de pandemia mundial, ¿dirías que adquiere un nuevo significado que no tenía en las representaciones anteriores de la obra? Y si es así, ¿en qué clave podría leerse ahora?

No dispongo de estadísticas para saber si aumentaron los suicidios durante la pandemia. Sigue siendo un tema tabú del que se habla poco con el argumento falaz de que hablar de los suicidios provoca más suicidios. En cualquier caso, nuestra aproximación es la misma, mostrar lo que nos inspiran o evocan poéticamente ciertas notas de suicidio. Muchas de ellas hablan de amor. Algunas de libertad. Otras son un testamento artístico. Hay dolor, tristeza, pero también un extraño humor negro que intuyo necesario para respirar.

 

Si no estoy equivocado, desde el inicio de la pandemia no has vuelto a realizar eventos en espacios cerrados, sí has venido realizando espectáculos performáticos en exteriores, como El paseo de Robert Walser y Bolaño vuelve a casa. ¿Cómo afrontas esta vuelta a los interiores, al espacio más canónico del teatro? ¿Hay algo que te preocupe o inquiete?

Lo afronto con gran excitación. El equipo que creamos para hacer Suicide Notes es un lujo y Sara, Esteban, Juan Pablo, Antonio, David, Conrado, Carlos y yo estamos ansiosos por volver a meternos en ese viaje. Aún no entiendo del todo cómo una obra sobre el suicidio se transformó en el proceso en un ritual pagano, en un altar de muertos vitalista, pero sucedió. Hay algo en la ceremonia que se escapa de nuestro control y nos encanta.

A los espectadores que quizá tengan ganas de ver la obra pero aún les pese la prevención o acaso un cierto temor a las reuniones de grupos numerosos de personas en espacios de interior, ¿qué les dirías para que se animen a venir a ver la obra?

No les diría que la cultura es segura porque no me gusta ese eslogan. Les diría que en Antic Teatre son muy escrupulosos con los protocolos sanitarios. Es una sala que se limpia y ventila cada día al lado de un patio donde se respira poesía. Además dispone de un estupendo bar para juntarse antes o después y brindar por la vida. Como dice mi amigo Rubén Ramos, nuestra venganza es ser felices.

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