Nevada en el bosque

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La otra tarde nevaba. Empezó al mediodía. Ya había nevado días atrás y ahora la nieve caía mansamente, silenciosamente, sobre esa otra nieve anterior que había cubierto de blanco el terreno en cuesta de la casa. Al mirar alrededor, blancos se veían los tejados de enfrente y blanco se iba poniendo el porche, el camino alquitranado de la entrada y hasta las ramas de los pocos árboles que se divisaban al fondo.

 

El hombre salió afuera, dio unos cuantos pasos en la nieve y sacó su cámara. Los copos se fueron posando por los hombros del abrigo, por el gorro de lana y en alguna de las hebras de su encanecida barba. Hizo varias fotografías. Luego se quedó mirando por un momento una pala que yacía medio enterrada entre la nieve, como un soldado muerto y abandonado.

 

Se iban las últimas luces de la tarde. En medio de esa penumbra vespertina, delante de la casa, el hombre oía solamente su respiración y, de vez en cuando, el motor lejano de un coche a lo lejos, en la carretera que iba al pueblo. Quiso pensar en algo y se acordó de la poesía de Robert Frost, leída muchos años atrás, a su llegada a Nueva York.

 

Ya en casa, recostado entre el mullido confort de la calefacción y su sofá, buscó en el iPad algún poema de Frost que pudiera asociarse con lo vivido poco antes. Lo encontró en seguida y tras leerlo en silencio, lo recitó en voz alta, mientras seguía nevando afuera: varias veces lo fue recitando a lo largo de esa noche antes de cerrar los ojos. Antes de cerrar los ojos…

    

 

Stopping by Woods on a Snowy Evening

Whose woods these are I think I know.

His house is in the village, though;

He will not see me stopping here

To watch his woods fill up with snow.

 

My little horse must think it queer 5

To stop without a farmhouse near

Between the woods and frozen lake

The darkest evening of the year.

 

He gives his harness bells a shake

To ask if there is some mistake. 10

The only other sounds the sweep

Of easy wind and downy flake.

 

The woods are lovely, dark, and deep,

But I have promises to keep,

And miles to go before I sleep, 15

And miles to go before I sleep.

Nacido y criado en Madrid, José Luis Madrigal ha pasado la mayor parte de su vida adulta en el mundo anglosajón. Vivió varios años en Londres y desde 1986 reside en Brooklyn, Nueva York. Es profesor titular en el Queensborough Community College y el Graduate Center de la Universidad de Nueva York (CUNY). Publica con cierta regularidad trabajos sobre atribución textual. En 2002, provocó algún revuelo al proponer que el Lazarillo lo había escrito un humanista toledano, Francisco Cervantes de Salazar, atribución que el mismo desecho años después tras darle muchas vueltas al asunto. Actualmente defiende otra candidatura más fundamentada, pero tras el traspié anterior prefiere no airearla demasiado. Algunos de sus trabajos están disponibles en la red. Digamos para terminar que le gusta leer, conversar con unos pocos amigos afines y contarle historias a su hija de siete años.