1.Tabitha
Hace unos días leí a Milena Busquets a propósito de lo que cabe en un verano frente al mar. Decía que “dejar las cosas a medias no siempre significa dejarlas inacabadas”, y mucho me temo que hay que darle toda razón. No sé vosotros, pero yo hay muchas cosas que dejo a medias y algunas de ellas son importantes. Si me preguntaran por qué, diría que lo hago pensando que así perduran, que se mantienen.
Sin embargo, mientras escribo estas líneas, pienso en aquel libro que leí hace ya algunos años, Qué es el qué, de Dave Eggers. Me quedé con un pasaje que rebate esa idea: las cosas importantes no hay que dejarlas para más adelante que luego se confunden con los óxidos y el tiempo, y acaban convertidas en un poema malo o en un relato nostálgico.
En Qué es el qué el protagonista vive una historia de amor con una chica llamada Tabitha de la que está profundamente enamorado. No sabe quererla bien, pero como es joven, cree que tiene todo el tiempo del mundo para quererla mejor cuando sea el momento adecuado, o sea, más adelante. Como si la vida fuera a dejarnos mantener esos “a medias” en la nevera esperando encontrar el momento adecuado para volverlos a retomar.
En el libro, Tabitha y él nunca vuelven a verse, y desde entonces y sin ninguna razón, tengo a Tabitha en la cabeza, incluso fantaseo –para horror de mi madre y de mi hermano– con tener una hija que se llame así. Cuando lo digo en voz alta me observan los dos incrédulos: «Lo haré para que se acuerde de que las cosas hay que hacerlas cuando toca», afirmo convencida. «¿Qué culpa tendrá la pobre Tabi de que su madre no haya aprendido a hacerlo?», responde mi hermano riendo. Y la verdad es que tengo que darle un poco la razón. Y a Milena Busquets y a Dave Eggers.
2.Contra la desolación
La semana pasada me llegó un libro que llevaba tiempo esperando, Contra la desolación, de Doménico Chiape. Un libro que es la respuesta de un padre, Doménico, al complicado diagnóstico de su hija María, de once años, que un día entró por urgencias al hospital y el resultado llegó una semana después: un agresivo cáncer de hueso. Hace unos meses lograron, gracias a unas campañas de crowdfunding, conseguir la cantidad necesaria para los cuidados de María.
Ante las terribles noticias, Doménico podría haber hecho lo que hubiera hecho yo, hundirse en la miseria, pero sabio como debe de ser –no lo conozco pero lo imagino– intuía que de ahí no hubiera sacado nada. De manera que escribió el libro que me llegó en un sobre marrón. Y el libro tiene forma de crónica, de diario, de ensayo, y es un testimonio de las noches en vela al lado de María, un manifiesto contra la devastación interior que acompaña el diagnóstico de cáncer. En realidad, se trata de un diario íntimo dirigido a María, a quien tampoco conozco, pero he visto en fotos. Y la imagino de mayor, leyendo todas esas líneas que su padre escribió para que ella se curara. Escribir es tratar de infundir un sentido nuevo a la realidad. Y a veces ocurre, ya lo creo, que la escritura bordea el centro de la vida y cambia el curso de los acontecimientos.
3. No te escondas
De John Berger podría decir, aunque no lo conociera personalmente, que era un hombre al que quería. Sus libros me hacían compañía y si cierro los ojos aún puedo escuchar su voz. Sé que es extraño pero en ocasiones me gusta mirar una foto suya en blanco y negro en la que aparece de joven vestido con un jersey de lana al lado de una ventana. La miro y me es extrañamente familiar. Me entristeció mucho su muerte pero ayer, cuando leí la Carta Blanca que Teju Cole le dirigía en El País Semanal, sentí una especie de consuelo.
Teju Cole sí tuvo la suerte de conocerlo y escribía acerca de la oscuridad que había supuesto para él la muerte de Berger. Sin embargo, contaba que, finalmente, había entendido que no estaba muerto, que simplemente se había escondido. En todos estos meses se lo había estado encontrando en un fragmento por aquí, un poema por allá, un dibujo… “y son como plumas cuidadosamente colocadas en los lugares en los que nos encontramos. Sé que solo estás escondido”. A mí, como a Teju Cole y me temo que a algunos más, me cuesta mucho perder cosas, personas. Pero ahora sé –gracias Teju– que nada se va, al menos no del todo. Así que: John y todos los demás, salid, va. Hacedme el favor, que el juego ha durado un rato ya.
4.Todo lo mejor
Tengo un amigo que siempre dice que lo mejor está por venir y, desde que me lo repite, me lo he llegado incluso a creer. Me voy encontrando variaciones de esta frase por todos los lugares. Ayer, sin ir más lejos, me topé con ella en una playa de Marbella en la que se alquilan Son beds, que creo que son sun beds, pero vete tú a saber. Así que ésta tiene que ser la foto del post. Es cierto: lo mejor está por llegar. Aunque seguro que Teju Cole diría que hay que rebuscar un poco porque las cosas andan un poco escondidas.