Túnez nos tiene ahora absortos. Así es la realidad informativa: imanes que se comen todo lo adayacente para centrarse en lo llamativo. Nos olvidamos sin embargo del entrelíneas, de lo apasionante que es un país o una realidad cuando las luces y las camaras no están presentes. Es divertido ver, por ejemplo, como Sebastián Piñera, el presidente-héroe de Chile gracias a la película mediática de los mineros, lucha ahora contra la caída sin límite de su popularidad, ya rozando el 40%. La gestión del gestor no parace tan buena; el ejército chileno anda rescatando turistas atrapados por las protestas sociales, y el Gabinete de Piñera ha girado 180 grados para pasar de la tencocracia y la aparente pluralidad a la politiquería y la derecha sin disimulos.
Tambien es curioso leer que en Bolivia las reservas internacionales superan por primera vez en la historia los 10 mil millones de dólares; que en Ecuador se ha reducido la pobreza cinco puntos en los últimos 5 años o que el demoníaco Chávez le ha dicho a la oposición que está dispuesto a negociar. Entrelíneas pasan muchas cosas y pocas se cuentan.
Acá en Otramérica pasan más de las que parecen. Para bien y para mal. Pero hay pocas miradas concentradas en este pedazo del planeta. Casi nadie mira al conflicto entre Costa Rica y Nicaragua, nadie mira a la crisis del agua en Panamá que tiene a algo más de un millón de personas sin agua potable desde hace 40 días…
Algunas veces quiero pensar que estos olvidos mediáticos son casuales pero, por desgracia, mi bondad no alcanza para tanto y termino ensañándome con esa maquinaria occidental, primermundista y pedante que decide qué es lo importante y qué no lo es.