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Ormiga


De noche atropellé a una rata, no pude evitarlo.

Lo siento.

Lloré.

La primera vez que mataba a un animal con el coche. De vuelta vi varios conejos sin vida, un gato sin vida. La cuneta. La carretera oscura, las luces largas, las ventanas abiertas, la música en el móvil, la luna que compartimos.

Lloraba.

He estado escribiendo esta semana un relato muy breve. No sé de dónde salió, sé de dónde surgió.

Te lo dejo aquí.

Julio o agosto, de noche, ya habían vuelto a salir las hormigas por la casa, la casa está en el campo, cocinaba verduras a la plancha, calabacín, cebolla, pimiento verde, apenas comía animales, añadí el arroz hervido, todo salteado, salsa de soja al final, el toque asiático, siento una hormiga subir por la pierna, enredarse en la pierna, de las pequeñas, pequeñas como una zarpa de lagartija, otra caminaba cerca de la alcuza, donde el aceite, puse una hoja de laurel a sus pies, corretea, subió, la dejé caer en la sartén, con la comida, moriría, murió, asada, por el calor, desde ese día no como animales mayores, vaca, cordero, cerdo, oveja, peces, aves, conejo, pollo, caballo, toro, salvo una hormiga añadida en la comida y en la cena, nunca en el desayuno, casi siempre cocinada, me acariciaba el cuello, el hombro, el brazo, sus patas.

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