Panamá, la magia de la invisibilidad

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Si lo que está aconteciendo en Panamá estuviera sucediendo en Venezuela o en Bolvia sería noticia mundial. Pero es Panamá, el paisito del milagro económico, el paraíso fiscal de inversionistas europeos y norteamericanos, la panacea del comercio con su Canal Interoceánico en ampliación y los Casinos repletos de adinerados asiáticos.

Panamá está en llamas. Una huelga de 700 trabajadores ha mantenido paralizada la ampliación del Canal toda la semana (hay 28 obreros encarcelados), la Provincia de Bocas del Toro está colapsada y la represión es brutal (6 muertos, 180 heridos y casi 200 detenidos), hay acoso a los periodistas con detenciones arbitrarias y el Gobierno se niega a negociar o a ceder después de haber aprobado una ley vulneradora del Estado de Derecho que ha sido el detonante de esta implosión social.

¿Quién sabe algo de este lugar del Planeta? Casi nadie. Se trata de un caso similar al de Honduras, invisibilizdo después del fin de la Guerra Fría y cuyo golpe de Estado solo fue una sorpresa para quien no conocía el país. La gran diferencia consiste en los gigantes intereses económicos que se mueven en Panamá, a diferencia de la empobrecida Honduras.

Me perdí en Otramérica, esa que no es Iberoamérica, ni Latinoamérica, ni Indoamérica, ni Abya Yala... y que es todas esas al tiempo. Hace ya 13 años que me enredé en este laberinto donde aprendí de la guerra en Colombia, de sus tercas secuelas en Nicaragua, de la riqueza indígena en Bolivia o Ecuador, del universo concentrado de Brasil o de la huella de las colonizaciones en Panamá, donde vivo ahora. Soy periodista y en el DNI dice que nací en Murcia en 1971. Ahora, unos añitos después, ejerzo el periodismo de forma independiente (porque no como de él), asesoro a periódicos de varios países de la región (porque me dan de comer) y colaboro con comunidades campesinas e indígenas en la resistencia a los megaproyectos económicos (porque no me como el cuento del desarrollismo). Este blog tratará de acercar esta Otramérica combatiendo con palabras mi propio eurocentrismo y los tópicos que alimentan los imaginarios.

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