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Mientras tantoPandemias (1): Big Three

Pandemias (1): Big Three


Evitar opinar sobre un tema significa pronunciarse en voz alta sobre el mismo. Inaugurar este blog sin hacer referencia al principal tema que mediatiza nuestra vida en este momento sería, queriéndolo o no, posicionarse. Porque no hacer nada y obviar una situación comprometida es también tomar partido. El cometido, sin embargo, es especialmente complicado cuando se trata de analizar el presente a tiempo real. Y más aún, si pretendemos proyectar sus consecuencias y posibles soluciones a cualquier de sus niveles, ya sea el sanitario, el económico o el cultural. Quién ha tratado de hacerlo, de hecho, no se ha librado de las críticas.

El filósofo esloveno Slavoj Žižek lo ha intentado en su ensayo Pandemia, recientemente publicado por Anagrama y del que se ha reprochado su prontitud y oportunismo. Tampoco se ha librado de la burla y el desprecio al proponer al comunismo como solución a los males de la pandemia. Žižek defiende una nueva suerte de comunismo en forma de estructura de cooperación global y supranacional que priorice las políticas de Estado y las necesidades del individuo por encima de los intereses de mercado. Y pone el ejemplo de instituciones ya existentes como la Organización Mundial Salud para que haga ese papel y lidere, ahora y en el futuro, las políticas de salud globales. También aboga por la ciencia, aun siendo consciente de su tendenciosidad, como «la forma predominante de universalidad transcultural». Esta, como otras de sus reflexiones, no son especialmente brillantes o novedosas, pero nos recuerdan caminos a seguir por los que ya hemos transitado y por los que, quizá, deberíamos seguir haciéndolo. Pero lo que más llama la atención es que el pensador esloveno se aleja de su característico tono inteligente e irreverente para hablar desde una posición en la que se percibe un fondo de tristeza mezclado con la esperanza en que aparezcan cambios que mejoren nuestro futuro. Žižek cambia su perspectiva analítica habitual, alejándose de la crítica mordaz y agresiva para hablar como víctima afectada de lo que está sucediendo.

Este es otro de los puntos complejos al enfocar la pandemia, porque hay que preguntarse, tal y como lo hace Jorge Carrión en su libro Lo viral, «cuál es el lugar de enunciación más adecuado para hablar sobre la pandemia». Carrión lo hace desde su condición de escritor y pensador e indaga, en un falso diario, sobre la expansión del virus SARS-CoV-2 a la vez que analiza la viralidad como manifestación cultural de primer orden de nuestra época. Lo viral y todo lo que se deriva de su condición es al mismo tiempo biológico y digital, genético y social, fisiológico y mediático. Un fenómeno que desborda y relaciona todos los espacios que consigue inundar y que hace que la biología esté acelerando la digitalización de nuestro mundo.

Pero, desde mi punto de vista, si hay algo que une a Žižek y Carrión en las páginas de ambos textos es, por un lado, el uso de las herramientas que su propio bagaje personal les ha ofrecido para el análisis del presente (uno como filósofo, otro como escritor). Y por otro, la continua formulación, por encima de la enunciación de certezas, de preguntas todavía por resolver. Y de esos dos puntos partirá finalmente mi reflexión como investigador en salud global. Porque, ¿cómo afectará la pandemia a poblaciones ya vulnerables al inicio de la pandemia y ampliamente afectadas por otras enfermedades infecciosas?

En un reciente artículo en la revista Lancet Global Health (Hogan AB et al, 2020), diversos investigadores analizan el impacto que tendrá la pandemia sobre los sistemas de salud que hacen frente a tres de las enfermedades más importantes en países pobres y mayor impacto a nivel global  como son el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria (‘Big Three‘). Tras un modelaje estadístico y teniendo en cuenta posibles escenarios, el estudio concluye que, en los próximos cinco años, la mortalidad por cada una de ellas aumentará en un 10%, un 20% y un 36%, respectivamente. Y especifica que el mayor impacto para la epidemia de VIH estará relacionado con la interrupción de terapias antirretrovirales mientras que en el caso de la tuberculosis, se verá afectado el diagnóstico y tratamiento de nuevos casos. Para la malaria, se verán dificultadas, entre otras acciones, las campañas de distribución de redes mosquiteras. Sin embargo, este estudio no deja de ser una proyección futura de datos. Más allá de ellos y sin que les extrañen dichos resultados, Beatriz Galatas, Laura de la Fuente y Elisa López, doctoras por la Universidad de Barcelona y especialistas en salud global, fundamentan sus opiniones en visiones personales y en experiencias presentes.

Beatriz Galatas es epidemióloga y trabaja, fundamentalmente, en programas de control y eliminación de malaria en diferentes países del mundo. Ella ha podido continuar sus actividades relacionadas directamente con la malaria, pero ha visto como algunos recursos logísticos y humanos han tenido que desviarse hacia los efectos de la pandemia de SARS-CoV-2. El desarrollo y la implementación de ciertos estudios y programas de control se han visto paralizados y, en el mejor de los casos, ralentizados. También piensa que el manejo clínico de los pacientes y la cobertura de las intervenciones de prevención, en especial en grupos de riesgo como los niños y las embarazadas, pueden verse afectados, y que habrá carencias en la producción y distribución de productos tan necesarios como las redes mosquiteras.

Laura de la Fuente también es epidemióloga y trabaja en programas de salud pública relacionados con el control de la epidemia de VIH, principalmente en países pobres como Mozambique. En su caso, ha tenido que desviar su foco de trabajo para involucrarse directamente en diversos estudios científicos relacionados con la epidemiología y el tratamiento de la Covid-19. De la Fuente puede así corroborar de primera mano el trasvase de recursos ocasionados por dicha enfermedad, lo que en algún caso concreto ha llevado a la retirada de financiación y paralización de ciertos proyectos relacionados con el VIH. Piensa, sin embargo, que es pronto para predecir las consecuencias que se producirán a nivel del control de la enfermedad, pero su perspectiva, aunque no catastrófica, dista de ser halagüeña.

Elisa López es pediatra y lleva años trabajando en el campo de la tuberculosis infantil en países como Mozambique o la República de Sudáfrica. También ella ha tenido que postergar sus actividades en dicha área y focalizar sus esfuerzos en el diseño e implementación de estudios sobre la Covid-19 en África. Destaca las dificultades que habrá para que los pacientes puedan continuar y terminar los prolongados tratamientos de la tuberculosis, en especial de aquellas que son multirresistentes. López puntualiza que en Sudáfrica ya ha habido un descenso en el número de diagnósticos de la enfermedad y problemas en la distribución de la vacuna. Por otro lado, señala un aspecto positivo de la situación actual ya que programas de salud ya implantados para la tuberculosis están sirviendo como soporte estructural para hacer frente a la expansión del SARS-CoV-2.

Para preguntarnos sobre el mundo en el que vivimos necesitamos desviar los focos que lo iluminan y distinguir lo que ocurre en las sombras que le son inherentes. En el caso de la pandemia del virus SARS-CoV-2, podremos ver que existen otros problemas, ni mucho menos nuevos, que hace años que afectan a una gran parte de la población mundial. En diferentes partes del globo, sus habitantes ya sabían lo que era vivir con los efectos de diferentes pandemias. La de la Covid-19 solo viene a sumarse a las dificultades que ya originaban solo algunas de ellas como las del VIH, la tuberculosis o la malaria. De este modo, podemos concluir que se necesita una visión en conjunto de los problemas derivados de la epidemia de este coronavirus que vaya más allá de su impacto directo, atendiendo especialmente a las necesidades de las poblaciones que antes de la misma ya eran vulnerables. Solo así podremos anticipar y mitigar el verdadero alcance de sus consecuencias, pero, sobre todo, interiorizando de verdad, tal y como repite Žižek en su ensayo, que «todos estamos en el mismo barco».

 

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