Esta semana he sabido de una noticia que me ha desconcertado: “Según
informa el diario Los Angeles Times, la descarga ilícita y la copia
de películas en España ha hecho comentar a ejecutivos de algunos
estudios de Hollywood que pronto ya no tendrá sentido intentar
vender DVD en nuestro país. Sería la segunda nación donde la
piratería ha anulado cualquier esfuerzo para mejorar la venta legal
de DVD, tras Corea del Sur, de donde ya se retiraron algunos estudios
hace un par de años.” Esto me aterra. Sé que son muchos los que
tienen clarísimo que el mercado de los soportes físicos para
material audiovisial es algo del siglo XX sin ningún futuro, es más,
una cantidad no menos importante de personas consideran que el arte
ha de ser patrimonio de todos y que ponerle precio aleja injustamente
a mucha gente de su uso y disfrute… bien, yo me dedico a la música,
concretamente al rap y, como es una música marcadamente joven y de
carácter peleón y antisistema, se me pide que me posicione en
contra de SGAE y proclame las bondades de una Internet que permite
que los artistas tengan un escaparate mundial para mostrar su obra.
No puedo. Por SGAE es cierto que no siento especial simpatía,
entiendo que muchos protesten algunas de sus acciones e incluso que
se la demonice, pero mezclar a la Sociedad General de Autores y
Editores de España con la idea de que las obras han de ser gratuitas
es saltarse casi toda película. ¿Que el arte debería ser
gratuito? Me parece bien, el único “pero” es cómo lo hacemos
para que los artistas coman… las románticas ideas comunistas según
las cuales el Estado se encarga de proveer no parecen casar con la
sociedad en la que vivimos, de hecho me puedo imaginar las críticas
que habrían si una parte del presupuesto de este país se destinara
a pagar mi casa, mi coche, mi ropa y mis partidas a los bolos…
En los últimos siete
años ha descendido la venta de Cds de música en España en un 75%,
eso es una barbaridad, donde hace dos días se vendían cien ahora se
venden veinticinco y la tendencia apunta a que esta cifra seguirá
bajando. Yo he sido el primero en criticar las políticas de las
discográficas que hacían lo que les venía en gana con la música
porque se sentían dueñas de ella. Los precios de los discos estaban
disparados y los productos que se ofrecían al público no valían lo
que costaban en tienda. Lo normal hace muy poquitos años era que el
artista se llevara unos 60 céntimos -cien pesetas hasta el año
2002- por copia vendida, si tenemos en cuenta que en las tiendas
costaban doce, quince e incluso veinte euros, parece claro que había
mucho dinero que sólo se usaba para pagar los cochazos de los altos
directivos de las compañías. Pero… aquí llega el “pero”,
uno: eso cambió en la mayoría de los casos y dos: castigar al señor
de la corbata no tiene que significar cargarse al artista. Oigo y leo
a muchos teóricos hablar de lo bien que viven los músicos con los
directos, prácticamente proclaman que luchan por nosotros cuando
copian nuestros discos porque así purgan la industria de
sanguijuelas… palabrería, la gente se baja los discos y las
películas porque es gratis y les resulta más cómodo, todo lo que
venga después no son más que intentos baratos de justificarse, y
buscan justificación porque saben que el artista que invierte años
-toda una vida de hecho- en escribir, componer, arreglar, grabar,
mezclar y masterizar un disco es el primer damnificado. Aquel que
quiere regalar su trabajo tiene todo el derecho del mundo de hacerlo
-yo mismo lo he hecho en más de una ocasión-, pero cuando un autor
proclama públicamente que no quiere regalar el fruto de su talento y
su esfuerzo debería de contar con el respeto mínimo de no tener
que escuchar las excusas de aquellos se lo llevan gratis igualmente.
Personalmente me molesta mucho que aquellos que no muestran ningún
respeto por mi trabajo, por mi dedicación, mis ilusiones y mi
esfuerzo, no sólo lo disfruten, si no que tengan la poca vergüenza
de decirme en la cara que creen que su trabajo debe de ser remunerado
pero el mío no. Las matemáticas son testarudas, si hay un 75% menos
de ventas, aproximadamente ese es el porcentaje de personas que han
perdido sus puestos de trabajo; ese es aproximadamente el porcentaje
de artistas que han dejado de publicar -y estamos hablando de
crear…- para pasar a buscar trabajos alejados del arte. Sé que
nadie quiere oírlo, pero con la destrucción de las industrias del
cine y la música, nos estamos cargando a los artistas. Cada vez son
más radios las que ponen exclusivamente música de los ochenta y
noventa y, a las dificultades que siempre se han enfrentado los
creadores por parte de los que mercadeaban con sus trabajos, ahora se
une el público que deja de ser un aliado.
Para el que esté
leyendo estas líneas, se enfade -encima- y saque de su argumentario
eso tan recurrido de que los músicos viven de los directos, decirle
que no existe posibilidad de dar concierto alguno cuando nadie te
conoce. “Para eso está internet”, dirá entonces, bien, los
artistas que conseguimos hacernos de un nombre antes de que todo se
viniera abajo si que contamos con la red para mostrar lo que hacemos
y poder así garantizarnos un público en los conciertos, pero el
chaval que empieza sólo encuentra en internet un mar infinito en el
que la oferta es tan abrumadora que sólo la suerte puede hacer que
su potencial cliente le encuentre. U2 y Alejandro Sanz no necesitan
vender un sólo disco para seguir ganando millones en sus giras
porque ya son estrellas, pero si en una página web dedicada a nuevos
talentos encuentras literalmente cientos de miles de nombres de
grupos ¿qué posibilidades tiene el artista novel si quiera de ser
escuchado?
Tengo que decir que me
da pena saber que molesta leer argumentos como estos, que levanta
antipatías y que pone a gran parte de tu propio público en contra
de ti, pero es que creo que tiene que decirse que es vergonzoso
pensar que en España pueda llegar a dejarse de vender DVDs. La
piratería -y no me gusta nada de nada ese término- es inevitable y
nada se va a poder hacer cerrando páginas o castigando. Tenemos internet y derecho a compartir archivos, discos y películas; yo
lucho por ello, pero quisiera pensar que todos estamos en esto y
defenderemos también nuestro derecho a poder comprar una película
si así lo elegimos. Como mínimo deberíamos trabajar para tener las
dos cosas. Como mínimo.