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Mientras tantoPolítica de blanqueo

Política de blanqueo


 

Un problema del voto es que cada vez es más complicado elegir a quién dárselo. Antes uno podía votar a la derecha o a la izquierda, al llamado centro (una cosa efímera), a los verdes y a los nacionalistas en sus diferentes gradaciones, aparte de a todo el pintoresquismo minoritario, del cual a mi siempre me gustó el partido carlista, del que siempre me llevo una papeleta como recuerdo. Ahora todo está mezclado. La ideología sencilla (la ideología, al fin y al cabo) se ha pasado de moda y hoy un votante necesita ser perito político, por lo menos. «Es la ingeniería (política), idiotas», parecen decirnos. El éxito de Podemos se debe a este hecho: son ingenieros. Y también el de Ciudadanos, aunque estos no parecen ocultar sus cuentas. Es la diversificación. Como la del capital. A mí me parece que el entramado ideológico de Pablo Iglesias es más complejo que la red de empresas tejida por Mario Conde o, por poner otro ejemplo mejor, cuantitativamente hablando, por los Pujol. Esta diversificación ideológica se ha instalado en la política, donde pocos son ya los partidos que mantienen sus principios. Los partidos dirigidos como un holding distraido por administradores, accionistas y testaferros; puro contagio de la nueva política que vino solamente para abarcarlo todo. Es la política del pelotazo en la que Pablo, su mayor exponente (que opera desde paraísos como Venezuela o Irán), se muestra tan ‘Soberbio, tan ambicioso y amoral’ (título de un artículo de hoy de Pedro G. Cuartango en El Mundo), y tan popular como en su día el ex banquero. Sorprende ver a Rajoy, un viejo político, sometido al rigor de una modernidad que cabalga a base de aparentes simplezas. Rajoy es como una sociedad ficticia cuando él mismo proviene de la empresa familiar: todo un señor Registrador. Una pantalla que encubre la actividad real. Snc, en cambio, ha estado mostrándonos su colección de negocios, su estilo, como si la hubiera destapado la UCO en directo y ante nuestros ojos. Si defrauda, si todos nos defraudan a estas alturas, en buena medida es porque queremos.

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