¿Por qué los vascos no quieren la independencia?

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Los fueros y los privilegios económicos que acaban suponiendo en la práctica, representan una fórmula envidiada y pretendida ahora por los catalanes (y por el resto de Comunidades Autónomas deficitarias, claro); una fórmula de la que ni siquiera el Partido Popular vasco está dispuesto a prescindir: “lo defendería con un cuchillo entre los dientes”, dice su presidente en el País Vasco

 

Según el Euskobarómetro de diciembre de 2013, un 22,2% de los sondeados desea un Estado independiente, mientras un 29,8% defiende mayor autonomía y el 31,6% conservaría la que tiene en la actualidad. Que no sorprenda, se entenderá fácil el porqué. Es palmario que tanto el País Vasco como Navarra son dos de las regiones más privilegiadas de España, pero también de Europa y del mundo. En 2007, con un índice de 0,964 según datos del Instituto Vasco de Estadística, el País Vasco obtenía el tercer puesto en el Índice de Desarrollo Humano, por países (por detrás de Islandia y Noruega). Hipotéticamente, la provincia de Álava sería el país más rico, si fuera independiente. La tasa de paro hasta 2008 era de 3,5%; su gasto en I+D+I (2,08% del PIB en 2010) superaba a la media europea; y, respecto al PIB per cápita, cabe señalar que pasó del 89,6% de la media europea en 1990, a 117,1% en 2002, 125,6% en 2005 y 137% en 2008.

 

Por eso, aunque no se han salvado del golpe que la crisis económica le ha dado a España, sus cifras causan la envidia del resto de comunidades autónomas. Si, respecto a la media española, el País Vasco ostentaba un PIB per cápita de 129,7% en 2008, en 2012 ese mismo porcentaje pasó al 132,5%. Y la tasa de paro, siendo alta (16,1% en el segundo trimestre de 2014), es sensiblemente inferior a la media española (24,5%).

Algún papel juega la industrialización histórica de esa región, promovida desde España con políticas públicas (fiscales y arancelarias, etc.) desde hace siglos. O con ingentes ayudas (de hasta 300.000 millones de las antiguas pesetas) de cara a la reconversión industrial que se llevó a cabo en los años ochenta. Por citar algún ejemplo. Pero si los datos que hemos visto hablan de un constante crecimiento es, sobre todo, gracias a su incardinación política en España. La Constitución institucionaliza un sistema político cuasifederal con un grado de descentralización muy elevado, algo particularmente cierto en el País Vasco y Navarra: probablemente debido a la presión ejercida por ETA durante los 15 meses de confección de la Constitución (asesinaron a 71 personas, la mayoría Guardias civiles y policías) se creyó conveniente “apaciguar” a la fiera concediendo al nacionalismo vasco la Disposición Adicional Primera de la Constitución, que consagra unos “derechos históricos” a desarrollar por los respectivos Estatutos de Autonomía del País Vasco y Navarra. Dos regiones que pasarían a ser consideradas “territorios forales”. Estos derechos, precisamente por ser “históricos”, chocan a primera vista con la democracia, donde se legisla de consuno en el día a día. Pero siempre ha habido consenso en que el ordenamiento jurídico los debía integrar sistemáticamente, sometiéndolos, por tanto, a la jerarquía constitucional.

 

En principio, en función de su nivel de renta y vivan donde vivan, los españoles pagan a la Hacienda española prácticamente lo mismo: tributan, como es lógico, los ciudadanos, no los territorios. Nuestra Constitución salvaguarda el principio de igualdad entre todos los españoles (art. 1.1), para lo que insta a los poderes públicos a promover la igualdad real y efectiva entre los ciudadanos (art. 9.2), de cara a anular la discriminación entre españoles por razón de nacimiento o condición social (art. 14). Y esto aboca, lógicamente, a que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad (…)” (art. 31.1); y también al mandato a los poderes públicos para que promuevan “las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa (…)” (art. 40.1)

 

Por tanto, se entiende que los derechos forales vasco-navarros (Concierto económico y Convenio, respectivamente) no deberían poder vulnerar la igualdad financiera y tributaria promulgada por la norma suprema: al final deben acabar pagando por el coste de las competencias no asumidas. Sin embargo, lo que en principio (y según las propias normas que regulan los fueros) no debería ser más que una vía alternativa para recaudar los impuestos y transferir la parte proporcional a la Hacienda común, en la práctica desemboca en un chantaje y negociación anual de los presupuestos que beneficia enormemente a las arcas de ambas regiones: según el Instituto de Estudios Fiscales, la transferencia neta del País Vasco al resto de España fue, en 2005, de 0,6% del PIB vasco; es decir, que prácticamente recaudan, se quedan y gestionan el 100% de sus recursos, quedando así al margen de la redistribución de rentas que manda la Constitución y la propia legislación autonómica. Siguiendo la metodología del “flujo-beneficio”, donde un vasco pone 16 euros, un catalán o un madrileño ponen, respectivamente, 155 y 240 euros (J. V. Rodríguez Mora, A favor de España, p. 117). Por eso, mientras en el resto de comunidades la financiación media es de 2.054 euros per cápita, en el País Vasco y Navarra disponen del doble de dinero por habitante: respectivamente, 4.225 y 4.004 euros per cápita. Una sobrefinanciación abismal que sirve a sus gobiernos nacionalistas no sólo para sacar pecho por su gestión, sino para bajar los impuestos a sus ciudadanos, incidiendo en una nueva injusticia (derivada de la primera) mediante una especie de dumping.

 

En consecuencia, los datos económicos tan lustrosos que muestran las dos regiones más ricas de España se derivan de unos presupuestos sumamente injustos y difíciles de aceptar democráticamente, pues no son universalizables. No son más que fruto del chantaje terrorista, primero, y nacionalista, después. Si a esto le sumamos que la partida de la Seguridad Social sale de los presupuestos nacionales (españoles), comprenderemos otra injusticia añadida: el País vasco tiene una población de 2,2 millones de habitantes, de los cuales 525.000 son pensionistas (con las pensiones más altas de España ‒1.078,7 euros al mes‒) pero sólo 877.000 cotizantes a la Seguridad Social. Es evidente de donde sale el dinero para pagar dichas pensiones. De ahí que, en realidad, un reciente estudio de Ángel de la Fuente, territorializando las balanzas fiscales, desvela que el País Vasco recibió 1.576 millones de euros más de los que aportó al Estado. Quien desvela esto será directamente tachado de «enemigo», claro. Y otro tanto sucede con Navarra.

 

Los fueros y los privilegios económicos que acaban suponiendo en la práctica, representan una fórmula envidiada y pretendida ahora por los catalanes (y por el resto de Comunidades Autónomas deficitarias, claro); una fórmula de la que ni siquiera el Partido Popular vasco está dispuesto a prescindir: “lo defendería con un cuchillo entre los dientes”, dice su presidente en el País Vasco. Pierdan, por favor, tres minutos para ver este vídeo. Causa rubor.

 

Sólo UPyD rechaza ese privilegio. Los demás bajan la cabeza y algunos incluso dicen que son de izquierdas y, al parecer, hay que creerles. No sé si UPyD se unirá o no con Ciudadanos. Sólo espero que si no lo hace sea por una buena razón: mantener la independencia para poder seguir ridiculizando así a todos los políticos.

Del 85 todavía, pero todo se andará. Valenciano de residencia y nacimiento. De cabezón, navarrico; y de vacaciones. Iba a decir que algo también de sangre, pero entonces no podría esquivar el merecido guantazo. Estado civil: catalán. Y de salud, alérgico al nacionalismo. Licencia para leguleyear y, según un papel, también para politologuear… De vocación, cosmopolita. Si me dejan. Y, de Filosofía práctica, doctor en las cosas del bueno de Jürgen Habermas.   Sería un placer y todo un reto sacar provecho a estas páginas para vomitar a cuentagotas, si es que eso se puede, algunas reflexiones morales o políticas. Esas que, sentado en la esquina de la mesa de la esquina de la habitación de un edificio que hace esquina, le golpean a uno al abrir el ordenador, ojear la prensa y el Facebú (donde encuentra siempre a don Tomás y a la parroquia del padre Félix) y descubrir que el mundo sigue igual de mal que de costumbre, cuando no peor. Lo de todas las mañanas, pero compartiendo el café con leche.

1 COMENTARIO

  1. Comento lo gordo, que no

    Comento lo gordo, que no tengo tiempo ni ganas de más, y porque me lo pide Miguel, que si no yo paso de estos blogs como de la m.

    1. Las estadísticas per se, son mentirosas y, además, un sectario y/o desinformado puede hacerlas aún más, como es el caso.

    2.No se sabe si quieren la independencia hoy, a esta hora. Se verá, quizá, un día.

    3.El cupo es un privilegio convencional, pactado, y no privilegio gracioso, sin méritos, ni odioso, perjudicial para otros.

    4. Es un mito lo de que España, el franquismo, promovió («desde hace siglos» (sic)) la industria vasca. Lo que se hizo, hasta los 60 fue apoyar la industria ya existente, por tanto la vasca. Pero los vascos quedaron fuera de los conocidos Planes de Desarrollo.

    5. Atribuir a la pela el deseo independentista vasco es no tener N.P.I.de> lo esencial, lo que para descendiente de Artetas muestra una negligencia imperdonable.

    6. Y decir que gracias a ETA se consideran en la constitución los derechos forales...¡sin comentario!

    7. La «solidaridad territorial» obligatoria de la que habla la constitución da para una discusión sin fin. ¿Le pagas tú la luz al vecino pobre del 4ºC? Los así llamados tópicos culturales son hechos empíricos probados.

    8. Como nadie da duros a cuatro pesetas, la negociación anual del cupo no puede ser «chantaje…que beneficia enormemente a las arcas» vascas. El español no es tonto. Bastante que se paga nada menos que a instituciones parásitas, como Casa Real y ejército.

    9. Anda que decir que un madrileño contribuye diez veces más que un vasco al Estado…¿de qué va esto?

    10. Si los ingresos de los vascos son mayores, también lo son los impuestos que pagan y la recaudación del Gobierno Vasco, y los servicios que este les presta.

    11. Últimamente hasta el psoe habla de federalismo, o sea, leyes básicas comunes y autogestión de la pasta, precisamente porque el que gestiona bien vive bien. Vayan ustedes a vivir unos añitos a Andalucía, por decir lo que conozco bien, para ver lo que es ser absolutamente nulo (y mangante) en la gestión del dinero público. ¿Dices tú la reindustrialización vasca? ¡¡ Solo los currelas de Delphi se han llevado 320millones !! ¡¡ y ahora viene Abengoa gracias al empresariado local !! Así que el País Vasco, con sus trabajadores y sus empresarios, es el modelo a generalizar, no a eliminar. Que cada palo aguante su vela.

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