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Mientras tantoPunto de inflexión

Punto de inflexión


Se complica la vida en el planeta al abrirse un tercer frente bélico en Medio Oriente, que ha coincidido con la alerta por la catástrofe nuclear en Japón, mientras en América, se prepara ampliar la guerra contra el narcotráfico por el gobierno mexicano.

       La agencia Stratfor de consultoría sobre geopolítica de EEUU previene sobre el riesgo de que Libia pueda convertirse en un episodio análogo a Somalia, de triste memoria para el ejército imperial por el episodio acontecido en 1993 que Ridley Scott convertiría en una memorable película: Black Hawk derribado (2000).

       Stratfor se ha convertido en una fuente de consulta recurrente entre los periodistas y académicos en América Latina. Unos pocos la cuestionan por ser una vocería oficiosa de la Agencia Central de Inteligencia y otros, la mayoría, la publicitan como si su palabra fuera ley. Fundada en 1995 por George Friedman, un académico judeo-americano que ha sido asesor del ejército de EEUU y ahora sirve a grandes corporaciones multinacionales sin dejar de emplear informaciones de agencias de inteligencia, Stratfor es reputada por representar la versión ortodoxa del imperio, la de los deseos del gran capital, los militares y sus operadores burocráticos y analistas de inteligencia.

       Stratfor a veces funciona también como un termómetro de las posturas oficiales: cambia sus observaciones conforme cambia el punto de vista del gobierno americano. Sobre México, por ejemplo, se ha referido a un país con un “Estado fallido”, apreciación que luego cambiaría, al igual que el gobierno de Obama lo quiso, a un “Estado semi-fallido”. Esta flexibilidad de George Friedman ante sus amos suele reaparecer cada vez que se trata de justificar acciones imperiales. Su capacidad de nombrar, de emplear metáforas, de conocer la historia y la diplomacia, la filosofía y la red compleja de la burocracia imperial recuerdan menos a Talleyrand que a Richard Elster, el personaje de la más reciente novela de Don DeLillo: Punto Omega (Seix Barral, 2010).

       En la novela de DeLillo, Elster reflexiona sobre la pulsión bélica de EEUU, describe la tendencia auto-destructiva de la especie. El llamado del estado mineral como futuro de la inercia entrópica de la propia guerra: “una bomba nunca basta. El borrón de la tecnología, ahí es donde los oráculos planifican sus guerras”. Estas palabras resuenan ante la catástrofe nuclear en Japón, producto del tsunami que a su vez emitió un terremoto del grado noveno. La conjunción de elementos negativos en cadena aparece en la escena planetaria. No se necesita invocar el factor maya del 2012 en el imaginario colectivo para intuir que, por las condiciones del devenir histórico, de ahora en adelante las dificultades del género humano ascienden a un nivel antes nunca visto.

       En el núcleo de las dificultades la pulsión bélica se genera como una máquina de guerra expandible. El caso mexicano está para demostrarlo. Días atrás el gobierno de México lamentó la crítica confidencial que el embajador americano realizó acerca de las instituciones militares y policiacas del país, que fueron públicas por una cable filtrado por WikiLeaks. De inmediato, México exigió el retiro de dicho embajador. Contra todos los pronósticos, EEUU aceptó despedir a su embajador en México.

       En la geopolítica imperial nada es gratuito. Pronto se sabrá lo que pidió a cambio el gobierno de Obama: integrar a México más aún en la guerra contra el narcotráfico. En breve, el presidente mexicano anunciará que la Iniciativa Mérida (2008-2010) se ampliará con el mismo u otro nombre nuevo. Hoy se anuncia un acuerdo en la oligarquía mexicana, encabezada por el duopolio de las televisoras, para controlar los medios masivos de comunicación con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico Se extingue así el derecho a la información. La tradición autoritaria se impone en búsqueda del punto omega.

 

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