Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoRajoy toca los bongós

Rajoy toca los bongós


 

Yo veo el pacto político como un pentagrama donde uno puede escribir melodías infinitas. ¿Qué parece Rajoy en estos días sino un músico desconocido abocado a ser un genio, un Mozart que hiciera consumirse de envidia a todos esos Salieris que presumían de ser maestros de la Corte? Pero no hay talento para llenar partituras y debe de ser que por eso hay que volver a apoyarse en el nacionalismo. Hacer como que no ha pasado nada y como que no va a pasar gracias a nuestro peculiar pluralismo tribal. Rajoy componiendo ritmos africanos con notas efímeras. Pero, ¿qué hay más efímero hoy en España que un diputado? Un diputado adolescente de cincuenta años con una camiseta, Cañamero por ejemplo, con el rostro de José Bódalo, un violento, a modo de Che, un asesino, o lo que es lo mismo: degenerando. Todos degenerando. Es la anécdota pero también la nueva política que vuelve a ser vieja. Rajoy sobre el barro con la camisa impoluta. Nadie quiere mancharse. Como si mancharse por España fuera malo, que naturalmente lo es. Se pudo aprovechar la coyuntura para componer un concierto clásico que pudiéramos escuchar durante décadas y en cambio se anda a vueltas con la canción del verano, como siempre, para ir amenizando los calores. Esta democracia es tan pequeña como el pactito secreto, el cuchicheo o el rumor de viejas en un pasillo del Congreso. Cuánta ligereza. Qué efimero todo,  ¡el mañana efímero!: «…el vano ayer engendrará un mañana vacío…», como el diputado que viene y se va casi en un gif, como las legislaturas que transcurren en un tuit plagado de emoticonos, mientras Rajoy toca los bongós todo él estático. Un genio de la música.

Más del autor

-publicidad-spot_img