Razones de un título

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Me han pedido un título para el blog y se me ha ocurrido éste de primeras. Un diván evoca de inmediato un mueble de salón romántico o de consulta con psicoanalista vienés, pero a mí me atrae principalmente por la eufonía, que es algo fundamental en todo título. Los mejores títulos son los que mejor suenan. Un buen título es casi tan importante en una obra como el nombre y el apellido de un autor. Si uno se llama Benito Pérez corre serio peligro de que le pongan de sobrenombre “garbancero”, por mucho Galdós que se sea, especialmente si ha titulado su obra maestra Fortunata y Jacinta. Valle Inclán lo sabía mejor que nadie, y así lo primero que hizo, antes de salir al ruedo, fue cambiarse el nombre y lo segundo, buscar títulos como Flor de santidad, Sonata de Otoño, Tirano Banderas, Gerifaltes de Antaño o Cara de Plata, que adornan la tapa de un libro antes de siquiera abrirlo. Pues abrir un libro con intención de leerlo requiere un esfuerzo considerable, y mucho más ahora que todos tenemos acceso a Internet. No niego la existencia de lectores esforzados y diligentes, de esos que se leen hasta el colofón, pero la mayoría de los lectores suelen (solemos) ser haraganes. O cuando menos indolentes. La indolencia, bien mirada, no es un defecto. Los felinos lo son hasta que dan el salto o el zarpazo. Hay cierta elegancia en la indolencia. El renacentista Castiglione aconsejaba la sprezzatura en el arte, con lo cual entendía, más o menos, soltura, descuido aparente, aparente indolencia.

 

El Lazarillo o los ensayos de Montaigne, por poner dos ejemplos egregios, están escritos bajo el principio de la sprezzatura. Escribir suelto es el deseo de cualquiera, pero pocos lo alcanzan. Casi todos nos agarrotamos de una manera o de otra. Baroja y Unamuno, cada uno a su modo, eran escritores excelsos cuando escribían a vuela pluma, que era casi siempre. Y lo mismo pienso de Ramón Gómez de la Serna. Algunos columnistas en España, de los de ahora y de los ya muertos,  tienen enorme facilidad para hilvanar palabras y hasta ideas, aunque les falla muchas veces el asunto. Pues no es lo mismo escribir sobre un presidente que en una mañana puede decidir la invasión de un país que de otro cuya decisión más arriesgada es no haberse levantado de la silla cuando desfilaba delante de él la bandera del país que decide las invasiones. Pero un escritor debe evitar por principio la política, a no ser que vayan a nombrarle alguna vez presidente de la república o, en su defecto, que la república en donde vive gobierne el mundo. De otra forma, es mejor escribir sobre la comunidad de vecinos del piso en que uno vive… o dedicarse a escribir indolentemente, que es lo que pienso hacer yo en este blog. No lo haré sobre esto y aquello, a lo Unamuno, sino, más bien, de este y de aquel libro, según me venga en gana, mientras me recuesto en el diván de mi indolencia.

 

 

Nacido y criado en Madrid, José Luis Madrigal ha pasado la mayor parte de su vida adulta en el mundo anglosajón. Vivió varios años en Londres y desde 1986 reside en Brooklyn, Nueva York. Es profesor titular en el Queensborough Community College y el Graduate Center de la Universidad de Nueva York (CUNY). Publica con cierta regularidad trabajos sobre atribución textual. En 2002, provocó algún revuelo al proponer que el Lazarillo lo había escrito un humanista toledano, Francisco Cervantes de Salazar, atribución que el mismo desecho años después tras darle muchas vueltas al asunto. Actualmente defiende otra candidatura más fundamentada, pero tras el traspié anterior prefiere no airearla demasiado. Algunos de sus trabajos están disponibles en la red. Digamos para terminar que le gusta leer, conversar con unos pocos amigos afines y contarle historias a su hija de siete años.

1 COMENTARIO

  1. He leído por internet el

    He leído por internet el trabajo en que adjudicas la autoría del

    Lazarillo a Cervantes de Salazar.
    Creo que la metodología es impecable, aunque no parezca definitivo. De

    hecho ya he visto en este blog, que intentas desviar a otro este honor.
    Sin ánimo de distrarte, sólo por ver si se puede ilustrar algo, quisiera enviarte un pequeño descubrimiento.
    Vengo trabajando en un estudio genealógico personal donde una rama de

    mis antepasados, los «Lunar», procedentes de San Martín de Valdeiglesias

    tienen muchas coincidencias tópicas, temporales y de personas con la

    historia del Lazarillo, o con el entorno de supuestos autores que se

    vienen escribiendo.
    Éstas son: Salamanca, convento de Guisando, Escalona, Bayuela, Toledo,

    Alcalá. Y la persona de Venegas…
    De ninguna manera creo que ninguno de ellos haya tenido la inspiración para escribir esta obra; pero sí es posible que hayan inspirado a algún personaje o situación. Seguro estoy de que conocieron personalmente en Toledo al autor del Lazarillo.
    Estoy terminando de redactar esta historia para la familia (un poco más

    amplia), pero si lo consideras, puedo enviarte la parte referida a esta

    época y rama, cuando lo termine (será en breve)
    Por la extensión y el interés, creo que será conveniente enviarlo

    directamente a una dirección e-mail, la que tú me indiques.
    Mi correo electrónico es:  amolobo@yahoo.com

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