
Hace ya casi 100 años, que en 1919, se cometía en una partida de ajedrez del máximo nivel, tan tremendo error por partida doble, que llegó a hacerse histórico. Y qué mejor escenario para inmortalizar un hecho, que el de un torneo ya clásico en la historia del ajedrez: El torneo de Hastings, que actualmente sigue organizándose en la ciudad del mismo nombre al sur de Inglaterra. Esta edición de 1919, fue denominada “El Torneo de la Victoria”, pues fue el primero celebrado en un país aliado después de la Primera Guerra Mundial. Lógicamente, la mayoría de los jugadores eran británicos, pero habían invitado a participar al portento cubano de 30 años, José Raúl Capablanca, que poco después, arrebataría el cetro de campeón del mundo al sempiterno Emanuel Lasker (campeón mundial durante 27 años).
Capablanca, que llevaba 5 años sin viajar a Europa, más que ganar el torneo, dio una extraordinaria exhibición, pues excepto un empate con el yugoslavo Borislav Kostic, ganó a todos sus rivales, incluido a nuestro coprotagonista de hoy, el talentoso y mejor jugador británico de la época, George Alan Thomas, del que ya hemos hablado en un par de ocasiones. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), le otorgó en 1950 el título de Maestro Internacional, y dos años después el de Árbitro Internacional. Se da el curioso caso que su madre fue una de las mejores jugadoras de su época, ganadora del primer torneo femenino inglés.
El torneo, aunque resultó un paseo triunfal para Capablanca, lo cierto es que durante gran parte del mismo, le pisó los talones el yugoslavo Borislav Kostic, y además de “incordiarle” al máximo, tuvo el honor de ser único que consiguió empatarle la partida. Pero fue en la cuarta ronda cuando se produjo un hecho tan poco frecuente en el ajedrez profesional que a pesar del tiempo transcurrido, es bien conocido por cualquier buen aficionado:
En la citada partida de Capablanca contra Thomas, llegados a la jugada 29, el casi infalible Capablanca (le apodaban “la máquina”), disponía de hasta tres jugadas favorables; una bastante buena, otra con la que consigue clarísima ventaja y la mejor que era absolutamente decisiva… pero ¡no acierta con ninguna de ellas!, y se decide por una que permite a su rival salir ileso. Bueno, pues ustedes podrían argumentar que eso le ha pasado, le pasa y le pasará a los que se dedican a la difícil práctica del ajedrez, por muy genios o maestros que sean, y es cierto, pero lo que ya no es tan usual, es que cuando Capablanca mete “la pata”, la respuesta de su experto rival fue… ¡¡”abandono”!!, tal era el efecto intimidatorio que transmitía el fabuloso cubano. Y si de extraordinario hay que calificar que el genio cubano no vea ninguna de las tres jugadas ganadoras ¿qué podemos decir de su experto rival que disponiendo de dos respuestas aceptables, decida rendirse?. Thomas dio todo el crédito a su temible rival (que ya hacía 3 años que no perdía una partida), y decidió rendirse sin más.
En el libro “La jugadas invisibles en ajedrez” de J. Afeck y E. Neiman, se puede leer el siguiente comentario:
“Thomas consideró que la exhibición -de Capablanca- ya era suficiente y abandonó”.
Se cuenta que al gran ajedrecista Joseph Blackburne, apodado “La Muerte Negra” contemplaba la partida y a pesar de sus 78 años, conservaba intacta su visión táctica y demostró cómo las blancas podían haber ganado, y para mayor desconcierto de Capablanca, indicó también la forma en que Thomas podía haberse salvado.
Vamos ahora a ver este sorprendente e histórico caso de ceguera contagiosa, protagonizado por toda una leyenda cubana y un magnífico jugador inglés:
Blancas: José Raúl Capablanca (1888-1942)
Negras: George Alan Thomas (1881-1972)
Evento: Torneo de la Victoria
Lugar y fecha: Hastings, 1919
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5 [Apertura Española]
3…d6 [Defensa Steinitz] (Ver diagrama)
Apertura Española / Defensa Steinitz
4.Cc3 Cf6 5.d4 Ae7 6.0–0 Ad7 7.Te1 Cxd4 8.Cxd4 exd4 9.Dxd4 Axb5 10.Cxb5 a6
11.Cc3 0–0 12.Ag5 Cd7 13.Axe7 Dxe7 14.Cd5 Dd8 15.Te3 Ce5 [No crean que me he quedado mudo, es que la partida se desarrolla sin sobresaltos. Capablanca mantiene ligerísima ventaja gracias a su buen caballo, que en caso de ser desalojado con 15… c6, quedaría débil el peón «d6»]
16.Tg3 f6 17.f4 [Un pasito pa’ lante que diría la canción]
17…Cc6 18.Dc3 Tf7 (Ver diagrama)
Capablanca se decide a sumir algún riesgo
19.f5
[Jugada de doble filo: la intención es ubicar el caballo en la casilla «e6», pero al mismo tiempo, cede la buena casilla «e5» al caballo rival. Juego de maniobras, normalmente sin demasiado interés para el aficionado medio, que prefiere que haya “fiesta”]
19…Df8 [Extraña jugada que solo Thomas podría explicarla]
20.Db3 Rh8 [Valientemente, Thomas entrega el peón «b7» con lo que conseguiría activar su juego a través de la columna «b»]
21.Cf4 [Pero Capablanca va a lo seguro y sigue con su plan de llevar el caballo a «e6»]
21…Ce5 22.Dxb7 [Curiosamente, Capablanca cambia de opinión]
22…Tb8 23.Dxa6 Txb2 24.Tb3 [Con gran maestría y magnífico criterio, Capablanca devuelve el peón de ventaja a cambio de ser él quien consiga la máxima actividad]
24…Txc2 25.Tab1 [¡Ahí está! Súbitamente, el ejército blanco se muestra tremendamente activo en el flanco de dama y ¡ojo! que el comandante se apellida Capablanca] (Ver diagrama)
¿Quién puede sostener una posición así contra un genio?
25…h6
[Gravísimo error, pues debilita peligrosamente la casilla «g6», pero la tragedia de Thomas es que su rey ha quedado encerrado en el rincón y en poco tiempo podría empezar a padecer amenazas de mate. Otras jugadas parecen menos comprometedoras, pero con seguridad, la maestría de Capablanca daría buena cuenta de su rival en pocas jugadas]
«El resto de esta partida es divertido, porque al final se produce un famoso farol táctico» (J. Watson)
26.Cg6+ [Horquilla al rey y a la dama]
26…Cxg6 27.fxg6 [Ahora, para desgracia de Thomas, la recién habilitada casilla de escape «h7» no sirve de nada, pues está custodiada por el peón blanco]
27…Te7 28.Tb8 [Jugada ganadora, pero atención porque la partida se acerca al histórico y tremendo doble error]
28…Te8 [Todas pierden. No sirve de nada 28… Tc1+ 29.Rf2 Tc2+ 30.Rf3. Ahora, Capablanca ganaba inmediatamente con 29.Db5] (Ver diagrama)
Histórico caso de ceguera de un genio totalmente confiado
29.Da8
[¡¡Tremendo error en una posición completamente ganada!!
Se ganaba inmediatamente con:
a):
29.Db5 (Doble ataque a la torre «e8») 29…Txb8 30.Dxb8 Rg8 31.Db3+ y cae la torre]
b):
29.Txe8 Dxe8 30.Da4 Tc1+ (30…Dxa4 31.Tb8+ y mate) 31.Rf2 y cae la dama o la torre]
Incluso 29.Da7, concedía ventaja al blanco
La posición ahora es de tablas, pero… ¡¡¡ Thomas se rinde !!! 1–0 (Ver diagrama)
En esta posición igualada, el conductor de las piezas negras ¡abandona!
Posición final:
La continuación que le garantizaba la igualdad era
29…Txa2
[¡Ahora parece evidente! Simplemente, la torre ataca la dama. La ventaja del blanco se habría esfumado. Algunos intentos infructuosos serían:]
30.Dxa2 30…Txb8 y la posición está igualada
30.Txe8 Txa8 31.Txf8+ Txf8; 30.Db7 Txb8 31.Dxb8 Ta8 con igualdad
En un boletín de ajedrez estadounidense de octubre-1919, se describió la partida como
«una de las más curiosas en los anales del ajedrez»
“Capablanca lanzó el golpe «decisivo» y su rival abandonó” (G. Kasparov)
«No soy una de esas personas tontas que ponen excusas para todo; fue un completo descuido» (J.R. Capablanca)
Error publicado en el
Daily Telegraph, 15 de agosto de 1919
Luis Pérez Agustí