A pocos meses de la muerte de la directora de cine francesa, Agnès Varda, el Lincoln Center de Nueva York le rinde homenaje presentando una retrospectiva sobre su inigualable trayectoria artística y personal. Figura de relieve de la Nouvelle Vague, en su primera película, Le pointe courte, ya eran evidentes las influencias de Roberto Rossellini, gran figura del neorrealismo cinematográfico italiano, y su cercanía al movimiento literario de la nouveau roman y particularmente atenta a las obras de aquellos escritores que encarnaron sus elementos esenciales, como Chris Marker, Marguerite Duras, Alan Robbe-Grillet, Jean Cayrol y Henri Colpi. Pero a pesar del gran número de referencias dentro y fuera de Francia –sobre todo masculinas–, Agnès Varda supo desarrollar un estilo absolutamente innovador y único, conforme a las instancias sociales y culturales que más le preocupaban. Una atención constante hacia los problemas de la mujer en aquellos años de revueltas estudiantiles, y una adhesión casi total a las aflicciones de los últimos de la sociedad, como recordaba Álex Vicente. “Varda fue una personalidad solar, aunque también tuvo sus eclipses. En 2005, su instalación Las viudas de Noirmoutier reflejaba las vidas de mujeres de marineros que hablaban de la soledad y del luto. ‘Nadie quiere escuchar a las viudas, son una categoría social incómoda’, decía esta directora que siempre estuvo ‘del lado de los marginados y los forajidos’. En los últimos segundos de metraje, Varda se sentaba frente a la cámara y lloraba desconsolada, destapando sin pudor lo que se escondía de ese disfraz colorista que se hizo a medida. Era una imagen terrible e imborrable, que ni siquiera su muerte conseguirá llevarse”.
Cuándo: Hasta el 6 de enero
Dónde: Lincoln Center, Nueva York