SON

Ildefonso Rodríguez

 


Foto: Maria G. Cameselle



LA FOTO ESPECTRAL

 

Mientras más la miro, más me parece daguerrotipo o ambrotipo en vez de fotografía, y más miedo me da: noche de jazz en una cámara de la Gran Pirámide.

Con ser desmesurada, esta imagen no agota las preguntas que se suceden: ¿Qué cavidad es esa que se abre en el muro del fondo? ¿Es huella de un fósil monstruoso? Y si fuera un pasadizo, ¿a dónde conduciría? En clave de Lovecraft, deberemos admitir que la geometría que ahí se expone no es humana. O lo es a condición de haber sido diseñada por ciertos espíritus casi sobrehumanos: Max Ernst, Joel-Peter Witkin, por ejemplo. Puede que la música que el saxofonista estaba tocando proviniera del hueco que tiene a sus espaldas.

Y el saxofonista. Su pretensión excesiva de salir a tocar luciendo unos tirantes, lo que, como sabemos, le pertenece para siempre a Dexter Gordon por cierta fotografía suya, y sólo a él. Tirantes se dice suspenders en inglés. Y, efectivamente, parecería que el saxofonista está como suspendido que el aire, que los tirantes tiran de él hacia arriba, que levita. Lo que hace aún más espectral también la música que podemos imaginar.

Los otros dos personajes de la fotografía son muy inquietantes. La figura agachada, otro saxofonista a lo que parece, presenta un rostro arrobado en expresión angélica. Y al fondo se va materializando una mujer, todavía no ha adquirido su completa corporeidad. Son aparecidos, han llegado desde otra dimensión distinta a la del saxofonista para acompañarle en su cámara de la pirámide. (Las insidiosas preguntas: ¿Y si todo lo que vemos en la fotografía fuera una emanación de la mente del saxofonista cuando en la soledad de sus noches sueña con noches de jazz y compañeros musicales en los clubs del mundo?).

Una última sugerencia no menos desmesurada que las anteriores, pero tal vez más sensata: Cielos, qué antiguos somos ya los modernos.

SON

 

En este mundo a distancia
lo humano
mejor no se ve
el saber del cachorro
ocultándose por miedo
al gato macho
sus ojos a más distancia
y mira

como el espejo que durmió frío
en el lugar oscuro todo el invierno
y cosas escondidas
la niebla es para todos

en la torre de otro verano
la cigüeña navegante
con su vela desplegada

en el lugar que fluye
cayó el aerolito
hermético

y aún así ¿qué risas se oyen?

como anises huele la fiesta todavía.

LOS SUEÑOS OLVIDADOS

(Werner Herzog)

la visión sobreviene en lo más profundo de la caverna

con los ojos otros
otrojos
con los otros ojos
ojotros
con los ojos deseados
que tengo en las entrañas
dibujados

(y el sexo pintado de rojo)








PATO LAQUEADO III

(para todos nosotros, los emigrantes de este verano)

Y aquí ahora
con la sal, no, con la sed, no, con la sal
del verano
el silbador en el hueco fresco
la fanfarria de lo reaparecido

como si el paisaje desplegase el hule de las familias
y está ése que abrillanta sus posesiones:
la plata esclava balangandá sonora
el altarcito coloreado al dios Juju
(¿no es ésa la vida coloreada de Apollinaire
la que él fue viendo hasta que el hierro le entró
por su hueso de poeta?)

pues ésta es la casa de Juju con dos puertas
la florecida la tapiada
como el palacio en la maleza con su durmiente

porque así ya es uno a solas es como oírse grabado
el yo soy inaguantable
los hongos fosforescentes del doble interior

pero la casa la sal la sed el silbador la fanfarria…

otra vez:
esos zapatos que todavía quieren ir de fiesta
(“hoy es siempre todavía” está escrito en la pizarra de la escuela del maestro Machado)

¿cómo?
¿es concebible un mundo musical sin nota sensible?

yo guardo la billetera de mi padre
su riqueza: billetes de infancia ferroviaria
un cromo donde se ve al muttaburrasaurus
otro emigrante del verano

más: aquí en el vaivén, no, en el galpón de la modalidad fluctuante
abiertos a la pampa quechua
el lugar sin límites
otras noches es la chinampa náhualt
el cercado del amor a lo próximo, no, lo lejano, no, lo próximo

porque hay veces la verdad en que yo
es mi experiencia y os la cuento yo la verdad a veces
toco ante el espejo
soplo en el saxo me miro creo sentir
toda la ilusión intacta

a veces
en los detalles de un sueño
intacta está toda la experiencia del mundo
la hoz de un abrazo
la palma húmeda de las despedidas.






Ildefonso Rodríguez (León, 1952)

fue miembro fundador de las revistas Cuadernos leoneses de poesía y El signo del gorrión.  Saxofonista, dedicado al jazz y a la improvisación libre (Sin Red, Quinteto Cova Villegas, Dadajazz)), dirige un aula-taller de la misma materia en la Escuela Municipal de Música de León. Su obra poética ha sido reunida en el volumen Escondido y visible (Editorial Dilema, Madrid, 2008). Ha publicado el libro de narrativa onírica Son del sueño (Ave del Paraíso, Madrid,) y un  ensayo sobre  poesía y música,  El jazz en la boca (Dossoles, Burgos). En breve saldrá en Amargord ediciones, Disolución del nocturno, libro complementario de Son del sueño.