Un aguijón de luz

Lola Velasco

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL SUEÑO DE LAS PIEDRAS

 

SE entierra de día
bajo las sábanas,
animal del desierto,
y olvida
por dónde sale el sol
de su memoria.
El mundo
se ha vuelto pequeño
y amargo,
también el pasado,
fruto silvestre.
Pero todavía quedan
las estrellas
del norte.


DUERMES.
Y,
mientras sueñas,
tu destino
se cumple.

Vuelas sentada
sobre un charco
de luz.
Viajas en línea recta
y no me ves.
Estoy al otro lado.
Una columna
de aire
nos separa.

 

TRAS el brazo
vigoroso
del horizonte
que nos aparta,
un llanto
que no tiene
fin.
La naturaleza
enmascarada
en la conciencia
de las cosas,
el viaje
más largo
de todos.

 

DE qué modo
recobrar
aquella primitiva
y gozosa
resonancia.

Entre escarpadas
Paredes
La piel
Habita
un esplendor desconocido

 

 

EL ALIENTO DEL CAZADOR

 

YA no ves
a los otros.        
Dentro del claro,
cada hoyo
nos conduce
a un hoyo
todavía más profundo.
A esta hondura
La llamamos
Infierno

 

MIRAMOS
Hacia
La cumbre,
donde espera
la corpulenta soledad.
El volumen,
Dominio
de las nubes
y la niebla
de los poetas

 

CREAMOS universos
con palabras
que nunca
pronunciamos,
la cara
sucia
de las cosas,
manantial
que a solas
se limpia
después de cada
muerte.

 

PREFIERES
perder
la razón
a sentir
desconsuelo.
Pero sin dolor
no hay
conocimiento.

EL MOVIMIENTO DE LAS FLORES

 

HACIA atrás
una puerta que se abre.
Todos salen y entran.
Todos dejan su señal.
Del pasado impaciente,
vuelves al mundo
en un susurro que hipnotiza.
En silencio,
frases reservadas,
solo granos de almidón.

 

EL tiempo,
plano y delgado,
una hoja que tiembla
donde está el aire mismo.
Ahora solo soy
una lengua
que mueve palabras.
Sílabas apasionadas
para llevar a cabo
grandes fracasos.

 

DENTRO de los ojos,
flores que se quiebran como frases,
una caída
de vuelta a las paredes onduladas
del vacío.
Abro los párpados,
y el vértigo
me impide mirar al músculo
que buscaba
en las palabras.

 

RECORDARÉ la luz lavada
de las montañas,
lo que lleva dentro de sí.
Somos semillas
en la cálida nieve.
Cada vez más cerca del origen,
otra madrugada
que se cierra encendida
en una exhalación
que finalmente nos alcanza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AL olfato,
Perfumes que fluyen,
la belleza,
en su respiración artificial.
Belleza que ilumina
Y, sin embargo, no puede verse a sí misma,
Como la muerte,
ciega,
defiende la armonía
de sus múltiples formas.

 

MIRA cómo cambian
las estaciones,
la luz impregnando
las primeras imágenes
del mundo.
Mira aunque no haya nada que ver.
Quizá no sirviera amarte
para descifrar
el crujido
del crecimiento.

 

VELOCIDAD,
eterna
cuando se demora
en el laberinto.
Habrá nuevas despedidas,
Pero tú no quieres oír
El himno tenebroso del futuro.
Infancia,
larvas del entendimiento,
la tierra se mueve para otros.

 

DEMASIADO pronto y se aleja.
Se cierne sin avisar
y cuando la sientas,
ya habrá pasado.
Juventud,
zumbido del instinto
que salva vidas.
Perfecta,
Ahora,
En su hexágono de miel.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

* Estos poemas forman parte de su reciente libro UN AGUIJÓN DE LUZ publicado por la editorial Visor, en el se incluyen sus libros El sueño de las piedras, El movimiento de las flores y su inédito El aliento del cazador.

Lola Velasco (Madrid, 1961)
ha publicado los libros de poemas La frente de una mujer oblicua (1986), La cometa o las manos sobre el papel (1992), El movimiento de las flores (2003) y El sueño de las piedras (2007). Es autora de la novela La ondina del Manzanares (1990). Sus poemas están recogidos en diversas antologías de poesía española como Las diosas blancas, Ellas tienen la palabra, Madrid, once de marzo o Poetas en blanco y negro.
También ha publicado crítica literaria y artículos en diversos medios.

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