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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 41 / 2010

De mi Diario : Semana 41 / 2010


Weiß/Colonia, 10.10.10 (fecha memorable, a fe mía) (1)

Me escribió Carmen anoche (lo leo ahora, después del desayuno) que dentro de un rato se iría «a oír cantar a mi marido, que es barítono, el papel de Sancho en El hombre de La Mancha, que se presenta en el teatro Luis Poma de San Salvador». Le contesto: «Leo tu e-mail esta luminosa mañana de domingo y elijo los dos primeros CD para entrar en el día. Empezaremos con el de L’homme de la Mancha, con Jacques Brel (sensacional), y luego una selección de arias por el barítono inglés Simon Keenlyside, mi favorito en esa tesitura, no sé si lo conocen, ahí van un par de enlaces», y les paso seis; en dos de ellos dirige la orquesta Claudio Abbado. Son remedio infalible, dos voces –las de Brel y Kennlyside– para alegrarle la mañana hasta al «hombre más apenado que ninguno» de Miguel Hernández. Y usté que lo diga, don Riscardo.

 

Weiß/Colonia, 10.10.10 (2)

Armin Hary fue el primer hombre que corrió 100 m lisos en 10”. En los Juegos Olímpicos de Roma lo hizo dos veces: en solitario y en relevos 4×100. Y se retiró, en la cumbre de su fama. Sigue siendo un ídolo de los alemanes, y ahora está dedicado, honoris causa, a la promoción del deporte entre la juventud desasistida, la de la gente pobre: de ahí, no de los ahítos, es de donde pueden salir los campeones como yo, dice Armin Hary. En su vida el número más importante ha sido el 10 –¡aquellos increíbles 10” del 21.6.1960 en Roma!–, y por ello lo han entrevistado en la revista dominical del diario, hoy día 10 del mes 10 del año 10, una entrevista donde termina diciendo: «Mi lema es: “Mañana es el primer día del resto de mi vida”». No luce tan mal lema para alguien que ya cumplió los 73. Sólo que yo soy más bien epicúreo, y no estoico.

 

Weiß/Colonia, 10.10.10 (3)

Anoche el concierto inaugural de Dudamel como director estable de la Sinfónica de L.A., esta noche una grabación de su concierto al frente de la Sinfónica de Viena, en el Festival de Verano de Lucerna. Una pieza de Julián Orbón me echa a volar la fantasía: ¡qué bueno sería si Dudamel organizase una velada compuesta por la Obertura cubana de Gershwin, Rodeo de Copland, Homenaje a la tonadilla de Julián Orbón, Fantasía Homenaje a Walt Disney de Jesús Guridi, Raíces de Manuel Enríquez y Malambo de Ginastera. ¡Y!, soñar no cuesta dinero. Pero capaz que consigo la dirección de Dudamel en Los Ángeles y le escribo y se lo propongo, por qué no.

 

Weiß/Colonia, 11.10. (1)

9.45 a.m. : Oskar llega a casa para pasar con nosotros la primera de sus dos semanas de vacaciones otoñales. Es una alegría tan grande tenerlo acá, como si repente volviésemos a ser padres, ya su sola presencia me hace sentirme mejor y con ganas de ponerme a hacer cosas. Desayunamos juntos y ni siquiera se adueña del cuaderno de la sección deportiva, como Paul hubiera hecho –no sin pedir permiso, todo hay que decirlo–.

 

Weiß/Colonia, 11.10. (3)

10.00 p.m. : Viene a despedirse Oskar con un beso mientras estoy viendo la policial de los lunes, de la serie del DI Lynley y la DS Havers. Cinco minutos después también se despide Diny y me cuenta que Oskar le ha dicho que para el DIR quiere tener una compu como la mía. En realidad se trata sólo del monitor, pero no es extraño confundirlo con el aparato invisible.

 

Weiß/Colonia, 12.10. (1)

Me manda Paco desde Bellavista/Aljaraque el enlace con la hemeroteca de La Vanguardia, de Barcelona, que abarca desde el 1° de febrero de 1881. Le contesto que es un gran invento porque gracias a él me entero de que el día de mi nacimiento hubo nada menos que 60.000 policías yanquis en Nueva York para proteger a los reyes ingleses (¿de quién? me pregunto), y de que uno de los platos del “banquete en honor de SS.MM.” fue remolacha con mantequilla. Quelle délicatesse!

 

Weiß/Colonia, 12.10. (2)

Ángeles dedica el post de hoy, en su blog Puerto Libre, a las tres carabelas de Colón. Creo que voy a escribirle –aunque creo que lo sabe– que yo soy de Huelva, de cuyo puerto de Palos, a la desembocadura de la ría, es de donde Colón partió con sus barquitos. Pero lo que seguramente Ángeles no sabe es que la parafernalia colombina la mamamos con la leche materna todos los onubenses (el día grande de la semana festiva local, las Fiestas Colombinas, es el 3 de agosto, fecha de la partida de Colón). Y lo que todavía menos podrá saber es que Huelva se encuentra al fondo de la ría, del delta que forman desembocando juntos los ríos Tinto y Odiel, y la playa natural de Huelva es Punta Umbría, una playa doble, al Atlántico y a uno de los brazos del delta, y hasta allí no se podía ir por carretera (la carretera se inauguró recién mediados los 60, yo ya me había autotransterrado), sino nada más en vapores como los del transporte público en Venecia. Y esos vapores –a los que en Huelva no sé por qué llamamos «canoas»– eran parte integrante y principalísima de nuestro imaginario y de nuestro folclore, sus nombres acudían a nuestros labios no más verlos aparecer por el recodo de Bacuta: el Rápido, el Yate, el Chimbito, La Belleza de Alicante (¡lindo! ¿no?), la Ángela Marisa y la María Luisa, que era de todos ellos el vapor más viejo y más lento. Cómo de viejo y de lento sería, que en Huelva sosteníamos la tesis de que Colón descubrió América yendo con la Pinta, la Niña y la María Luisa. Todo esto es lo que quiero contarle a Ángeles.

 

Weiß/Colonia, 13.10.

Anoche me acosté cerca de las 3 de la madrugada. En realidad estaba molido por un día de tos atosigante. Tan no podía hacer nada que me cargué dos partidos de fútbol sucesivos: Alemania contra Kazajistán y España contra Escocia. Ambos en vivo. Del segundo me queda el recuerdo de haberme vuelto a cabrear con la obscena ignorancia idiomática de los relatores deportivos alemanes en materia de español: Lorente por Llorente, Marquena por Marchena y, oh colmo de los colmos, Pícue por Piqué. Me tomé un par de whiskies durante ese segundo partido (¡Escocia obliga!) y pensaba irme a la cama cuando vi que iban a pasar El tercer hombre. Y entonces me hice una reflexión: Tengo 71 años y al paso que va mi organismo no creo llegar a vivir muchos años más. Entonces ¿a santo de qué privarme del placer de volver a ver semejante joya? Sobre todo teniendo en cuenta, además, que al día siguiente –hoy– me podía levantar cuando me diese la gana. Así es que me serví un nuevo whisky, y cuando terminó El tercer hombre, cuyo final me inspiró el de mi cuento La oración fúnebre, anunciaron Sed de mal, en una copia restaurada, y volví a hacerme la misma reflexión y me serví otro whisky y continué delante de la pantalla. No me arrepiento lo más mínimo. Me desperté a las 9.30 a.m., feliz y sin remordimientos.

 

Weiß /Colonia, 14.10.

En las pausas que hago, preparando el material para el texto de mi conferencia sobre Bomarzo y Paradiso, despachando correspondencia, escribiendo y programando columnas y postings adelantados de mis blogs para los 24 días que pasaremos en España por noviembre y diciembre, en todas esas pausas, Oskar me sustituye ante la pantalla y se divierte con sus juegos y con sus enlaces. Varias veces paso por delante de la puerta de mi despacho y lo miro y le sonrío y le hago señas de que no vengo a relevarlo sino que sólo estoy de paso, y todas esas veces me digo que estos cabrones ya surfeaban en los vientres de sus madres y que vinieron al mundo con una  compu portátil debajo del brazo; y que llegará el día, como en el chiste, en que algunos de ellos crean que sus padres los bajaron de la red (¿o ya dirán que los daunlodearon?)  Considerándolo a la luz de la teoría de la relatividad y de mis 71 años cumplidos, me siento con todo derecho legítimamente orgulloso de saber enviar e-mails con anexos a 400 destinatarios por el sistema de copia oculta. Tan bruta no ha sido nuestra generación, qué carajo.

 

Weiß/Colonia, 15.10., primeras horas del día

Breaking the Waves, una gran peli, sí, pero ¡tan artificial su guión! Aunque, eso sí, el uso manual de la cámara consigue un efecto documental que hay momentos en que se te mete bajo la piel.

 

Weiß/Colonia, 15.10. (1)

En la sala de espera de la consulta de mi neumóloga hojeo una revista. Encuentro en ella una encuesta sobre qué sea lo alemán. Mi soprano bienamada, Diana Damrau, responde que en ella todo es alemán: «Amo nuestro idioma y nuestra cultura y la propago con gusto, trabajando de la manera más “alemana” posible: organizada, concienzuda y con alegría». Por su parte el escritor Wolf Wondratschek, ex enfant terrible de los sesentas, el de la “lírica en blue jeans”, contesta así a la pregunta de si Alemania sigue siendo –como quiere el viejo dicho– la tierra de los poetas y los pensadores: «Naturalmente que no. Me bastaría de vez en cuando con un buen dentista, un piloto sereno, y mi sueño al nivel más alto, por así decirlo, sería que también aquí fuera posible  un diálogo como éste: Cuando Camus le preguntó a De Gaulle [en Londres 1940] “¿Qué puedo hacer por Francia?”, De Gaulle le respondió: “Escriba usted bien”». De Wondratschek hay un libro, Carmen oder Bin ich das Arschloch der achtziger Jahre (Carmen o ¿Soy yo el hijueputa de los años ochentas?), traducido al portugués con un título harto menos provocativo: Carmen ou O desencontro dos sexos nos anos 80. La traducción es de Neusa, recién regresada entonces a Brasil. 

 

Weiß/Colonia, 15.10. (2)

Según mi neumóloga mis pulmones están en orden. Los bronquios hay que desatascarlos aún más de la flema remanente. Me receta unas pastillas para el caso, y al regresar a casa salgo con la bici para comprarlas en la farmacia del pueblo. De paso, compro la revista quincenal TVMovie, con la programación adelantada de la tele, y visito a los Ladehoff, quiero pedirle a Uwe que me escanee el dibujo original que Joop Waasdorp me mandó en 1981 para ilustrar mi traducción de su cuento “Het kerstfeest van de vissers” (“La Nochebuena de los pescadores”); mi cuate Luis piensa publicarlo en La Jornada Semanal en fechas cercanas al Día Internacional del Regalo.

 

Weiß/Colonia, 16.10. (1)

Las esquelas fúnebres pueden contar sin aparato narrativo historias desgarradoras. Como la que acabo de leer. Una mujer de 32 años muerta el 10 de este mes. Y debajo de su nombre y las dos fechas, el nombre de un niño nacido y muerto ese mismo día. Es tan raro en nuestros días, y en un país con un sistema médico altamente desarrollado, que una mujer muera de sobreparto, y su hijo con ella, que la lectura de la esquela deja un regusto amargo y doloroso. Y ello me induce a autocuestionarme: ¿Por qué registro tan puntualmente esta muerte, y en cambio hay acontecimientos que son noticia en todo el mundo pero no los registro en este diario? Pienso por ejemplo en el caso de los 33 mineros rescatados en Chile. Si me pongo a analizarlo descubro que desde el primer momento sentí una gran desconfianza hacia el tratamiento mediático del tema, y la recta final confirmó mis peores temores sobre la capitalización política del mismo. Y hoy, también por el diario, me entero de que una cadena española de TV está filmando desde hace dos semanas,  a un par de km de Copiapó, un guión que encargaron a los pocos días de saberse la desgracia. De este modo vuelve a cobrar actualidad el dilema de si realmente vimos al primer hombre pisar la Luna o no se trató sino de una secuencia rodada en secreto por Stanley Kubrik. Esta misma tarde el canal Arte reflotará la discusión volviendo a transmitir el seudodocumental de William Karel. Por mi parte, mientras 10.000 niños mueran de hambre a diario (cifras de la FAO dadas a conocer hoy, Día Mundial de la Alimentación), la salvación de los 33 mineros no me merece otra consideración que la de un accidente laboral en condiciones harto duras y extremadamente desfavorables para los afectados. El resto es show business.

 

Weiß/Colonia, 16.10. (2)

Le escribo a una docena de amigos para ver si alguno logra darme, después de leer el siguiente diálogo, una explicación no sobrenatural de la respuesta en función de la pregunta (se trata de un fragmento de una entrevista que acabo de leer, con Alfredo Bryce Echenique, en el último # de Cuadernos Hispanoamericanos, que me acaba de llegar) :

«– Cuando habla de mujeres que separan a sus parejas de todos sus amigos, ¿estaba pensando en la viuda de algún escritor español…?

– Pues sí, y sobre todo en uno que aún quiero mucho, pero no puedo dar su nombre porque viven todavía y sabe Dios en qué lío me metería…»

O sea, si entiendo bien: se trata, pues, de la viuda de alguien que aún vive. ¿O habré leído mal?

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