1.
La entrevista de Juan Carlos Morales a Miguel Ángel Hernández en el programa «Diálogo y espejo» de rtve, aquí, a cuenta de su dietario Aquí y ahora (Fórcola)
2.
La obra «Something personal», de Anna Filipović.
3.
El poema «Cómo avanzar a la par que el paisaje», de Miriam Reyes, contenido en su libro Haz lo que te digo (Bartleby, 2015)
Dice así:
Ayudaba la humedad a llevar la aridez de dentro
yo no la veía pero había ahora no hay ayuda externa.
La aridez se extiende y esconde lo que hay debajo:
este lugar y yo este momento y yo
somos una misma superficie.
Sigo diciendo yo pero sé que ahora significa arena y se asienta
sobre los libros los muebles las baldosas
cubriendo la apariencia familiar que solían tener los objetos
y su compañía.
El escenario es así:
cerrada la puerta por dentro
la calle un ejercicio imposible
apenas un rectángulo en cada habitación
algo que está ante mí y de lo que no puedo formar parte
como la vida de los demás o lo que fui.
No lo llamaría ventana.
Nada entra ni sale de aquí.
Aquí era yo
atravesando ciudades y desiertos
sin encontrar nada que pudiera llamar mi lugar o mi atención
o concordar con la realidad al menos en tiempo.
Tiempo de qué
cuando no toca sembrar ni toca recoger
tiempo de nada.
Mientras el paisaje no hace excepciones
el paisaje el paisaje que no se detiene.
4.
«Los cielos cabizbajos», el adelanto del nuevo disco de Lagartija Nick, que saldrá a la venta después del verano.
5.
El artículo de Zach Baron para GQ «The unsolved mystery of the Malibu Creek murder», sobre un extraño asesinato sucedido en Malibú y una serie de inquietantes incidentes sucedidos -aun sin resolver- en el área de Malibú (California) y de cómo hay un control estatal por mantener la narrativa de un condado «aparentemente» tranquilo.
Un extracto:
«There is something so incongruent about violence striking an area this beautiful and celebrity-filled that many of these stories don’t make it beyond the local papers. But the incidents, nevertheless, persist. Four days prior to the death of the man in the tent, a man driving his Tesla at about 4:30 a.m. down Malibu Canyon Road reports being shot at. By July, residents of the area are regularly reporting hearing gunshots echoing through the hills and advising one another to lock their windows and doors. One couple, living in a particularly remote house in the hills above the ocean, arm themselves with two shotguns for the purpose of home protection; they join their neighbors at the local gun range one weekend, practicing for what may yet come. Maybe the man in the tent was a one-off thing. But the alternative—that the killing was simply random—is worse, residents of the area begin to understand. Could you just die from being in the wrong place at the wrong time? You could, couldn’t you? People in Malibu liked to think sudden, violent death was something that happened elsewhere. But maybe that wasn’t true.