Prólogo
La última amarra
Costa que ya no me encuentra
ciudad en torno a la cual mi mirada aún gira,
mi espíritu surge sinuoso de la hondura
como desde el ancla profunda,
y esta amarra, que aún me ata
al mundo que me vio nacer,
a la tierra firme, con ella desaparece
todo lo que fue Europa:
el lenguaje y la música del paisaje,
el ensimismamiento, la exaltación
y, en un espantoso parentesco,
el oscuro frenesí de la muerte.
El secreto de mis años,
palabras que pronuncié de niño,
la última amarra que aún me ata,
cuando hace tiempo que me fui.
HANS SAHL,
Lisboa, 1 de abril de 1941, Guiné
El 10 de mayo de 1941 era un agradable día de primavera en Lisboa. Según el parte meteorológico oficial, las temperaturas no superaron los 19,6 grados centígrados. En el puerto, los trabajos para la salida del Guiné habían concluido por la mañana, y en pocas horas llegaría el momento de gritar: ¡suelten amarras!
El Guiné era el más pequeño de los buques de pasajeros al servicio de la Companhia Colonial de Navegação. No se le notaba la historia tan especial que tenía, ya que había sido reconvertido para su nuevo propósito: había emprendido su viaje inaugural en 1905 con el nombre de San Miguel, cuando se utilizaba principalmente para el transporte de carga. El San Miguel había sido un buque esbelto y maniobrable, casi elegante. Poco antes del final de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1918, alcanzó fama nacional en Portugal, e incluso el enemigo tuvo palabras de elogio para él. En una espectacular fuga, el capitán logró burlar al comandante de submarinos más exitoso de la historia de la guerra naval, el oficial de la marina alemana Lothar von Arnauld de la Perière; el buque escapó del legendario cazador sin sufrir ninguna baja ni pérdida de carga.[1] Una docena de años más tarde, en 1930, el San Miguel se convirtió en el Guiné II, sucesor del Guiné original, que había sido retirado del servicio ese mismo año. Durante diez años, el buque rebautizado viajó principalmente de Lisboa a Cabo Verde.
Sin embargo, todo cambió en mayo de 1941. A medida que las conquistas de la Alemania nazi y sus aliados en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial lograban disminuir las rutas de huida en Occidente, y las actividades de rescate de judíos perseguidos exigían, por tanto, cada vez mayores esfuerzos y, en consecuencia, también mayores capacidades de transporte, el American Jewish Joint Distribution Committee (JDC), con sede en Nueva York, empezó a fletar barcos con más frecuencia.[2] El Guiné realizó por primera vez la ruta entre Lisboa y Nueva York por cuenta del JDC el 1 de abril de 1941. El buque realizó un total de siete viajes en esta ruta por cuenta de la organización, el último de los cuales partió el 19 de mayo de 1942. A finales de octubre de 1944, el JDC alquiló por última vez el Guiné para llevar a 449 niños y jóvenes, en su mayoría judíos, a Haifa, adonde llegaron el 5 de noviembre. Los que embarcaron en el Guiné pudieron así sentirse más seguros.
En la primera travesía para el JDC también viajaba Hans Sahl, doctor en Historia del Arte y poeta, cuyo verdadero nombre era Hans Salomon. En la segunda parte de sus Memoiren eines Moralisten, publicadas tres años antes de su muerte en 1993 con el título Exil im Exil, describía el ambiente de la capital portuguesa, la famosa “sala de espera” de los emigrantes:
“En el puerto de Lisboa había barcos que ya no navegaban, o lo hacían raramente. Refugiados de todos los países se sentaban en los cafés, esperando un visado e intentando hacerse oír en muchos idiomas. Estaban los estraperlistas que ofrecían pasajes para pequeños vapores portugueses que tardaban quince días en zarpar hacia América.
Se creían seguros… Pero la seguridad era engañosa. Mientras no se tuviera el visado americano, aún se estaba en Europa, y Hitler ya había ocupado casi toda Europa. ¿Por qué iba a respetar a Portugal? Había que apresurarse. Había que asegurarse una plaza en el barco antes de que fuera demasiado tarde”.[3]
¿Qué pensaban y sentían los 189 pasajeros, en su mayoría judíos, que habían huido de toda Europa, cuando embarcaron en el puerto el 10 de mayo de 1941 junto con Hannah Arendt y Heinrich Blücher? ¿O, por ejemplo, Ernst Emil Rollmann y su esposa Hildegard?
Apenas un año antes, los padres de Rollmann, Hans y Maria, se habían quitado la vida, desesperados, en Calais, en su huida de los nazis. En Alemania, los Rollmann no habían sido unos cualquiera: eran una familia judía de Colonia, arraigada desde hacía mucho tiempo, cuya tercera generación se había establecido como fabricante de zapatos. El 29 de diciembre de 1921, Hans Rollmann había fundado, junto con Karl Kaufmann y Carl Michael, la fábrica de calzado Romika en la pequeña localidad de Gusterath-Tal, al sudeste de Tréveris, a orillas del Ruwer. La empresa, que fue famosa durante muchas décadas, llegó a emplear a dos mil personas en su periodo de esplendor. Se suponía que los tres hijos de Rollmann, entre ellos Ernst Emil, se harían cargo del negocio algún día, pero en 1933 comenzó la destrucción sistemática de la existencia personal y profesional de los Rollmann.
La esposa de Emil, Hildegard, había estudiado psicología durante la República de Weimar y continuaría su formación académica en Estados Unidos, donde más tarde adquiriría notoriedad como psicoanalista. No era la única mujer a bordo que había estudiado en profundidad a Sigmund Freud. También estaba Käthe Wolf, que nació en Viena en 1907, se doctoró en 1929 con el famoso psicólogo Karl Bühler y fue guiada al puerto seguro de Lisboa vía Suiza por su no menos famoso colega Jean Piaget. Wolf embarcó junto con su alumna y amiga Anne-Marie Leutzendorff y ambas se labrarían una buena reputación como psicólogas infantiles en Estados Unidos.
Si nos seguimos fijando en la vieja lista de pasajeros del Guiné del 10 de mayo de 1941, descubrimos allí también al “autor” Heinrich Blücher y a su “wife” Johanna Blücher. Según el registro constan ambos como apátridas y llevaban consigo un visado expedido en Marsella con fecha de 19 de septiembre de 1940: él, de cuarenta y un años, “German”, nacido en Berlín; ella, de treinta y cuatro años, “Hebrew”, nacida en Hanóver.
Con mucha valentía, la correspondiente porción de suerte y ante todo el apoyo de diversas organizaciones y personas, los Blücher no solo habían conseguido escapar de los campos de prisioneros franceses, sino también reunirse en su huida. Tampoco fue ninguna casualidad que en Marsella se encontraran con el estadounidense Varian Fry[4] y sus colaboradores. La fama del Emergency Rescue Committee, fundado en 1940, se había difundido rápidamente y, mediante la colaboración con el Unitarian Service Committee, cuyo trabajo se inició en el mismo año, y diferentes agrupaciones, entre ellas la comunidad cuáquera, la organización de rescate era ampliamente conocida en el ámbito de los emigrantes. No obstante, el apoyo personal fue imprescindible antes de que Fry, un filólogo clásico formado en la Universidad de Harvard, pudiese expedir el visado salvador a los Blücher.
La primera tarea fue obtener unas declaraciones juradas, garantías de que habría ciudadanos del país de entrada que correrían con los gastos de su manutención. Günther (de nacimiento Stern) Anders, el primer marido de Arendt, vivía en Nueva York desde 1936 y fue recomendado al empresario altruista Charles Goodman a través de varias organizaciones judías. Junto a Morris Gintzler (Moricz Gunczler), procedente de Hungría, que había ascendido de recadero a presidente de la Pulp and Paper Trading Corporation, Goodman avaló al matrimonio. El contacto con Fry probablemente lo estableciese, a su vez, Albert O. Hirschmann, que más tarde se haría famoso como sociólogo.[5] Conocía a Blücher y les defendió a él y a Arendt ante Fry, a pesar de su dudosa reputación en la familia.[6]
Con los números 128 y 129, Arendt y Blücher fueron incluidos más tarde en una de las dos listas con los nombres de los salvados que Fry y el Unitarian Service Committee confeccionaron hacia 1945. Numerosos conocidos de los Blücher también llegaron al mundo libre a través de Fry, entre ellos Hans Sahl, Siegfried Kracauer y –como puede constatarse en la lista– Heinrich Brandler, que fue uno de los miembros fundadores del Partido Comunista de Alemania (Oposición) (KPDO) en 1928-1929 y había vivido exiliado en varios lugares desde 1933, entre ellos París durante años. Junto con su amigo íntimo y compañero de lucha August Thalheimer y su familia, viajó a La Habana, el destino real de sus esfuerzos de huida.[7]
Los Blücher llevaban poco consigo cuando embarcaron. Gran parte de la biblioteca estaba escondida en París con la comunidad cuáquera, que apoyaba a muchos emigrantes en aquellos años. Casi todo lo demás, como cartas, manuscritos y documentos que ambos habían llevado consigo, se había perdido durante la huida en 1940 o antes.
¿Llevaba Arendt consigo en el camarote la edición de las tragedias de Esquilo en lengua original? Al parecer fue el único libro que pudo “salvar”. En su última carta a Günther Stern, escrita en francés el 4 de agosto de 1940 antes de huir de Francia a Portugal a través de España, concluía con una frase que resumía mejor que ninguna otra su vida en el exilio: “νῦν ὑπὲρ πάντων ἀγών”. La cita de Los persas expresaba la actitud con la que había vivido, a más tardar, desde 1933, y con la que pensaba seguir viviendo: “La batalla es por todo”.[8] Si nos fijamos en los versos que la preceden, hay incluso una relación directa con el trabajo de Arendt en París, y con su visión de la historia: “Hijos de los helenos, ¡adelante!/ Liberad la patria, liberad a los niños/ y a las mujeres, las sedes de los dioses paternos / y las tumbas de vuestros antepasados”.[9]
La travesía no estuvo exenta de sorpresas. A unas 1.600 millas al este de Nueva York, la tripulación descubrió un gran objeto en el mar. Al principio temieron dirigirse a una trampa de minas alemana, otros informarían más tarde de que se trataba de un presunto “barco fantasma”. En realidad, se trataba de una gabarra a la deriva, con una grúa de más de trece metros de altura que parecía saludar al Guiné desde la distancia. El intento de hundir el pecio fracasó.
Los periodistas que esperaban en Nueva York no solo se abalanzaron sobre los aspectos terribles y extraordinarios de la vida de los que llegaban, sino también sobre esas historias. Así, la arribada del Guiné el 22 de mayo de 1941 se anunció en los periódicos estadounidenses: tras trece días de travesía, el barco atracó en el muelle 9 del puerto de Stapleton, en Staten Island.
Desde hacía algunos años, también con éxito en el Upper West Side, el dúo de arquitectos Schneider & Herter había construido en 1902-1903, por encargo del promotor inmobiliario Abraham M. Morgenroth, el edificio residencial Valencia para la clase media alta, en el número 317 West de la calle 95 (también 317-319). Situado en el lado sur de la calle 95, entre West End Avenue y Riverside Drive, el edificio estaba a solo dos manzanas del metro. Quien prefiriera el tranvía, tendría que caminar cinco minutos más hasta llegar a las líneas Broadway, Amsterdam y Sixth Avenue. El barrio se hizo cada vez más popular, por lo que cinco años después al Valencia le siguió justo enfrente el magnífico Pennington,[10] diseñado por los mismos arquitectos, aunque esta vez para el segmento de lujo. Siguiendo una tendencia más general en el barrio y posiblemente también debido a la crisis económica que reinaba desde finales de los años veinte, ambos bloques fueron remodelados en 1940 conservando sus fachadas, como ocurrió con muchos otros edificios ya clásicos de la época. Los grandes apartamentos se convirtieron casi exclusivamente en habitaciones individuales.
El día de su llegada, Arendt y Blücher se instalaron en dos habitaciones parcialmente amuebladas del Valencia, mientras que la madre de Arendt se mudó a su propio piso poco después. El alojamiento corrió a cargo del American Emergency Committee in Aid of Displaced Foreign Scholars, que había sido informado de la llegada de los Blücher. En el momento en que se instalaron, el edificio de siete plantas y más de sesenta apartamentos ya estaba bastante deteriorado.
Un día después, el 23 de mayo de 1941, Arendt informó a Günther Stern por telegrama: “SALVADOS, 317 WEST 95 = HANNAH”.[11]
Unos días más tarde, tecleó lo siguiente en la máquina de escribir:
CURRICULUM VITAE. Yo, Hannah Arendt, nací en Hanóver el 14 de octubre de 1906. En otoño de 1924 aprobé el bachillerato en un instituto humanístico de Königsberg (Prusia). De 1924 a 1928 estudié filosofía, teología protestante y filología griega, con filosofía como especialidad y teología y griego como menciones. Estudié filosofía con los profesores Heidegger (Marburgo), Husserl (Friburgo) y Jaspers (Heidelberg), teología en Marburgo con el profesor Bultmann y en Heidelberg con el profesor Dibelius, y filología griega con el profesor Regenbogen en Heidelberg. En otoño de 1928 terminé mi doctorado en Heidelberg bajo la dirección de Jaspers con una tesis sobre el concepto de amor en Agustín, que fue publicada en 1930 por la editorial Springer (Berlín) en una colección de filosofía. Por mediación de Jaspers, Heidegger y Dibelius, recibí en 1930 o 1931 una beca de la Notgemeinschaft der Deutschen Wissenschaft para escribir sobre el problema de la asimilación germano-judía, ejemplificada en la vida de Rahel Varnhagen. Durante estos años publiqué los siguientes artículos importantes: “Philosophie und Soziologie” en Gesellschaft, “Rilkes Duineser Elegien” en Neue Schweizer Rundschau, “Lessing und Mendelssohn” en Zeitschrift für Wissenschaft des Judentums, “Rahel Varnhagen” en Reklam-Almanach. Artículos sobre Adam Müller, Friedrich Gentz, Agustín y otros, además de reseñas de libros, aparecieron en Kölnischen Zei- tung, en Frankfurter Zeitung y en Archiv für Sozialwissenschaft.
En agosto de 1933 emigré a París, donde en los primeros años interrumpí todo trabajo científico, para, de manera práctica, hacerme una idea de la cuestión judía. Tras una breve actividad como secretaria con Arnold Zweig, dirigí el departamento pedagógico de un comité para la redistribución de refugiados germano-judíos (Agriculture et Artisanat) y fundé en 1935 una sección francesa de la Aliá Juvenil para niños refugiados, mediante la cual unos ciento veinte niños pudieron emigrar a Palestina hasta 1936. A raíz de esta labor estuve tres meses en Palestina durante el año 1935. Esta oficina se amplió durante los dos años aproximados de su existencia convirtiéndose en una suerte de centro asesor para jóvenes, ya que una institución así no existía en París. Después de 1936, continué este trabajo solo a tiempo parcial, ya que los permisos de trabajo para jóvenes eran emitidos por el gobierno del Frente Popular y los certificados se necesitaban con más urgencia en Alemania. A finales de 1936, me hice cargo de la secretaría de un comité que se había formado para la defensa de David Frankfurter. Se puso a disposición del abogado defensor de Frankfurter una amplia colección de material; sin embargo, todos los intentos de influir en la estrategia de la defensa fracasaron.
Desde 1937 hasta los pogromos de noviembre de 1938, me retiré de todas las actividades prácticas para reanudar mis estudios académicos. En aquel entonces vivía de las clases de filosofía. Durante ese tiempo, terminé mi texto sobre Rahel Varnhagen y luego trabajé en una historia del antisemitismo. Di una serie de conferencias sobre este tema en la Deutschen Hochschule de París.
Los pogromos de noviembre de 1938 y la nueva afluencia de refugiados a Francia pusieron fin a esta actividad contemplativa. Regresé al trabajo práctico y la Jewish Agency (departamento: Central Bureau for the Settlement of German Jews, Dr. Landauer, Jerusalén) me confió todas las cuestiones referidas a la emigración de niños y adultos de Europa central a Francia. Durante la guerra creé con la ayuda de la organización sionista de Francia un servicio para internos alemanes y austríacos, cuyo principal cometido estribaba en sacar a personas de los campos de concentración.
Con su nuevo “Curriculum Vitae” Hannah Arendt acudió, en la New School for Social Research, al sociólogo Albert Salomon, un conocido de sus días berlineses, quien tradujo el texto con ella y confeccionó una versión que en los siguientes días y semanas acompañó a sus cartas de presentación o que entregó directamente. Además, envió a Günther Stern una versión tanto en alemán como en inglés de su currículo.[12]
Los currículos tienen un propósito, deben ser precisos, claros y breves. Tras un vistazo a las líneas debe surgir una imagen de la persona que provoque el deseo de hablar con ella y conocerla mejor. Así lo prescriben los manuales y guías que existen los procedimientos regulados de solicitud de empleo. Los datos de Hannah Arendt también seguían este patrón: nombre, lugar de nacimiento, estudios superiores, asignaturas cursadas y lugares de estudio, los profesores correspondientes, a lo que seguía el tema y la publicación de la tesis. El hecho de que diera una fecha de publicación errónea –el estudio sobre el concepto de amor en Agustín se publicó en otoño de 1929– es tan sorprendente como la inseguridad expresada sobre el comienzo de la beca de la Deutsche Notgemeinschaft, la organización predecesora de la Deutsche Forschungsgemeinschaft –se le concedió por dos años en la primavera de 1930–. ¿Radicaban sus errores y vaguedades en que no tenía a mano los documentos pertinentes? En cambio, ocurre algo muy diferente con sus publicaciones posteriores: recuerda con precisión los títulos y las revistas, incluso los nombres de los periódicos para los que había escrito. ¿Había logrado conservar los textos o una bibliografía?
A continuación del primer párrafo, una interrupción y la llegada de lo nuevo. La huida de Alemania, designada como emigración, le permite sacar otra consecuencia radical: la renuncia a su trabajo académico. Justifica el cambio al trabajo práctico como una confrontación necesaria con la “cuestión judía”. Arendt luchó: contrarrestó el antisemitismo que se había convertido en el núcleo de la razón de ser del “Tercer Reich” con su trabajo práctico judío.
En la segunda sección, Arendt pasó de enumerar a juzgar e interpretar, como si lo que había hecho antes no tuviera nada que ver con lo nuevo. Aquí se construyeron dos personas. La primera Hannah Arendt consistía enteramente en la educación y la escritura. La segunda no podía ser más diferente: Arendt toma conciencia de la necesidad de que el yo privado, frente a una opinión pública completamente transformada, debe también comprenderse de una forma radicalmente nueva. Ese yo tenía que hacerse visible en el propio trabajo práctico.
¿En qué consistía este trabajo? La colaboración con el escritor y activista político Arnold Zweig se tradujo en su Bilanz der deutschen Judenheit 1933, que se publicó en 1934. Como Zweig subrayó en sus cartas, Hannah Arendt desempeñó un papel fundamental en el llamado libro “balance”. Es probable que apenas se conociera en qué consistía la efímera organización Agriculture et Artisanat y el concepto de “redistribución”, pero obviamente era tan importante para Arendt como el mencionado rescate de “unos ciento veinte niños hasta 1936” en el marco de la Aliá Juvenil. Pasaron más de veinte años hasta que Arendt habló públicamente de sus actividades en París en una entrevista televisiva con el periodista Günter Gaus, en 1964, sin, por lo demás, revelar ningún detalle. Nunca volvió a mencionar el número de niños rescatados.
Lo mismo ocurrió con su participación en un comité a favor de David Frankfurter, quien el 4 de febrero de 1936, en Davos, mató de varios disparos a Wilhelm Gustloff, jefe de la organización exterior del NSDAP en Suiza, y que acto seguido se entregó a la policía.
Todo esto era apenas tangible. El trabajo sobre Rahel Varnhagen y el manuscrito y la sinopsis antes mencionados, hoy conservados en sus obras póstumas bajo el título Geschichte des Anti- semitismus, tampoco se habían publicado. En su currículo, Arendt describió el trabajo académico como un respiro antes de que la realidad volviera a su vida con toda su brutalidad: las sinagogas ardían en el Reich alemán. La urgencia de salvar a personas adquirió otra dimensión, obligándola a volver al trabajo práctico.
A continuación, ni una palabra sobre el mes que pasó en el mayor campo de internamiento francés, Gurs, ni una palabra sobre su huida de Francia en el barco de rescate. En cambio, la biografía concluye con un término que se convertiría en un símbolo del siglo XX: “campo de concentración”. Sin poder saber en ese momento exactamente lo que encerraba, lo que representaba, al mismo tiempo señalaba todo aquello a lo que iba a dedicarse la vida y obra de Arendt. Que los judíos eran asesinados y enterrados como perros era algo que ya sabía cuando escribió a Gershom Scholem en Jerusalén sobre el suicidio de su amigo común Walter Benjamin, el 26 de septiembre de 1940.
El último recuerdo que se llevó del continente del que acababa de huir fue su salvación de los campos.
Esa vida que experimentó una ruptura irrevocable cuando el Guiné zarpó del puerto de Lisboa, y de la que ella sacó balance unas dos semanas más tarde, esa vida de Hannah Arendt había sobrepasado su meridiano el 10 de mayo de 1941.
El tiempo que le quedaba fue mucho más largo y, sin embargo, no se llenó de otra cosa en su pensamiento y en su escritura que de dar cuenta, para sí misma y para todos los demás que vinieron después, de la última amarra y de la seña distintiva del siglo XX.
Este fragmento pertenece al libro del mismo título que, con traducción de José Rafael Hernández Arias, ha publicado la editorial Anagrama.
Notas:
[1] Véase Clemens Bogedain, Lothar von Arnauld de la Perière. Erfolgreichster U-Bootkommandant der Seekriegsgeschichte – ein vergessener Kriegsheld?, Stuttgart, 2016, p. 111 y ss.
[2] Véase al respecto la visión general: Yehuda Bauer, American Jewry and the Holocaust. The American Jewish Joint Distribution Committee, Detroit, 1989.
[3] Hans Sahl, Memoiren eines Moralisten, vol. 2: Das Exil im Exil, Darmstadt, 1990, p. 102 y ss. Véase Irene Flunser Pimentel y Christa Hein- rich, Zuflucht am Rande Europas, Leipzig, 2022; Marion Kaplan, Hitler’s Jewish Refugees. Hope and Anxiety in Portugal, New Haven/Londres, 2020; y Ansgar Schaefer, Portugal e os refugiados judeus provenientes do territorio ale- mão (1933-1940), Coimbra, 2014. La obra clásica en lengua alemana es: Pa- trik von zur Mühlen, Fluchtweg Portugal. Die deutsche Emigration und der Exodus aus Europa 1933-1945, Bonn, 1992.
[4] Véase Sheila Isenberg, A Heroe of Our Own: The Story of Varian Fry, Nueva York, 2001.
[5] Véase Jeremy Adelman, Worldly Philosopher. The Odyssey of Albert O. Hirschmann, Princeton/Oxford, 2013.
[6] Véase Adelman, cit., pp. 105-107; Ursula Hirschmann, Noi Senza- patria, Bologna, 1993. Sobre el asunto en general véase el espléndido estudio de Ringo Rösener, en el que él, junto con Eyck-Marcus Wendt, compiló los textos de Heinrich Blücher: Heinrich Blücher, Versuche über den Nationaso- zialismus, ed. Ringo Rösener, con un epílogo de Ringo Rösener y Eyck-Mar- cus Wendt, Gotinga, 2020, pp. 107-170.
[7] Sobre Brandler, véase Jens Becker, Heinrich Brandler. Eine politische Biografie, Hamburgo, 2001.
[8] Véase Hannah Arendt/Günther Anders, «Schreib doch mal hard facts über Dich». Briefe 1939 bis 1975. Texte und Dokumente, ed. de Kerstin Putz, Múnich, 2016, pp. 19, 23. De las cartas aquí impresas proceden también los nombres de Goodman y Gintzler.
[9] Así traduce Bruno Snell en su libro Aischylos und das Handeln im Drama, Leipzig, 1928. Snell y Arendt cultivaron una amistad después de la Segunda Guerra Mundial.
[10] Véase Zachary J. Violette, The Decorated Tenement. How Immigrant Builders and Architects Transformed the Slum in the Gilded Age, Mineápolis/ Londres, 2019.
[11] ASBw, pp. 30 y ss. [El lector puede encontrar la lista de abreviaturas y siglas empleadas al final del libro. (N. del T. )]
[12] El currículo está imprso en ASBw, pp. 30 y ss.