
El título original es “The Princess and the frog” Sé que esto ya se lo habrán planteado más de una vez pero ¿por qué se inventarán los títulos de las películas cuando todo sería mucho más fácil si simplemente los tradujeran? ¿Se imaginan que el disco Thriller de Michael Jackson hubiera sido llamado aquí “Una noche terrorífica en el cementerio”? ¿O que Romeo and Juliet hubiera sido traducido como “Los amores imposibles” o algo así? Pues si no hacen esos cambios con los discos, los libros, los cuadros y las esculturas ¿A qué viene inventarse el nombre de las películas? No lo entiendo… pero bueno, no quería hablarles sobre eso.
Disney ha hecho algo histórico con este filme. En España no nos han sabido explicar la importancia de “The Princess and the frog” ni su trascendencia a nivel social. Probablemente ustedes nunca se han dado cuenta, pero todo niño no blanco de este planeta ha tenido siempre el inconveniente de no poder sentirse representado ni próximo a ningún personaje infantil del imaginario colectivo. Esto puede parecer una tontería, pero no lo es en absoluto. Mi intención no es hablar aquí de lo duro que es sentirse discriminado, observado, prejuzgado, etcétera, etcétera… -aunque doy fe de que lo es- Mi objetivo con estas lineas está en otra parte. Quizá no seamos del todo conscientes, pero el mundo está cambiando, y lo está haciendo para no volver a ser como fue nunca más. La globalización hace que un chico colombiano muera en Afganistán con una bandera española en el brazo, nos enseña a comer falafel y que no tenemos por qué llamar a nuestra hija María “Lo Que Sea”. El hecho de que en las tiendas de juguetes de toda España se cuele una preciosa princesa negra sirve para contribuir a fijar en el subconsciente de nuestra sociedad la idea de que el mundo es definitivamente diverso. En 2.002 Denzel Washintong y Halle Berry ganaron respectivamente el Oscar al Mejor Actor y a la Mejor Actriz y el hecho de que ambos fueran negros dio para miles páginas escritas porque nada así había ocurrido antes. Hoy -muy poquito después- a nadie le hubiera sorprendido que Morgan Freeman se hubiese llevado una estatuilla por el papel que interpreta en “Invictus” -¡Bien! Esta no la han “traducido”-
No seré yo quien diga que las barreras raciales han caído porque sería mentir o estar ciego ante la realidad, pero lo cierto es que comienzan a presentar ciertas debilidades en su estructura. Ante este hecho gentes amantes del “orden de toda la vida” se sienten atacadas y patalean esgrimiendo forzadas diferencias. Gritan: “¡No son como nosotros!” sin entender que “nosotros” somos todos y que todos somos maravillosamente distintos siendo la misma cosa. Lo que queda por hacer es un mundo -¿Por qué hemos visto en Haití imágenes horribles de cuerpos mutilados que nadie se atrevió a poner en el 11 S?- Pero yo me atrevo a hacer una profecía: Por mucho que salgan noticias como las de los ayuntamientos de Vic y Torrejón de Ardoz, por mucho que quieran pedir contratos a los inmigrantes, por mucho que se pretenda prohibir el velo o se insista en relacionar inmigración con delincuencia; la suerte está echada: Nos acostumbraremos a convivir.