El título genérico de
mi blog es “De la calle vengo” y esa bandera es precisamente la
que quiero coger para decir que ya está bien. Una de las peores
cosas que le puede ocurrir a un pueblo es caer en el conformismo y la
apatía, bien,y eso es lo que nos está acabando por ocurrir en
España ante los casos de corrupción política y la maraña legal
que se teje a su alrededor. Los “políticos” como especie son
considerados por la gente como un problema… ¡se nombra incluso
antes que el terrorismo! Y la pregunta que me asalta entonces es
sencilla ¿A quién se supone que representan cuando ni siquiera nos
fiamos de ellos? El pueblo entiende como un mal necesario que un ex
ministro o un alto cargo regional o nacional se lleve millones a dos
manos, que se compre palacetes, que amenace con “tirar de la
manta”; que sus primos, parejas y cuñados pasen del más perfectp
anonimato a ocupar cargos de responsabilidad o a regentar empresas
que, por cosas del destino, terminan obteniendo contratos de infarto
con instituciones públicas de su mismo color político… y en
frente de esto la Justicia. Del mismo modo que vemos inevitable que
los casos de corrupción y tráfico de influencias estén presentes
en nuestra vida pública, vemos también que estos poderosos
personajes tienen el súper poder de ser inmunes a la Justicia, las
leyes tienen la desconcertante capacidad de poder retorcerse,
estirarse y deformarse de formas alucinantes para terminar por no
castigar los abusos de los grandes mangantes.
Soy plenamente
consciente de mi ignorancia de los procedimientos judiciales, “De
la calle vengo” y por eso me expreso en estos términos, pero
cuando el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia
dice ser muy amigo del President de esa comunidad y después tiene
voto a la hora de ver si se le enjuicia o no, yo me mosqueo. Para un
óptimo servicio al pueblo sería deseable que los altos cargos del
Poder Jucial y del Poder Legislativo no compartieran amistad, sé que
cada uno tiene derecho a tener las relaciones que estime oportunas,
claro, pero si yo hago las leyes y mi amigo las interpreta… ¿No
parece sencillo que sea improbable que no encuentre un atajo para
evitar consecuencias de posibles actos irregulares? Los altos
tribunales y los igualmente altos cargos políticos son como
personajes míticos que desarrollan sus vidas en su Monte Olimpo
particular, se piden fianzas de millones de euros que siempre se
pagan al día siguiente, se dilatan juicios hasta que la opinión
pública los entierra en el olvido, se inhabilita para cargos
públicos a gente que hace tiempo que decidió voluntariamente dejar
de ejercer, se anulan escuchas -con base perfectamente legal, seguro-
en las que se pide que los jueces, que ya han oído palabras
claramente inculpadoras, hagan como que nunca las escucharon y
después de todo un espectacular circo… nada. El ex Alcalde de
Pozuelo siguió siendo concejal de aquella localidad y se permitió
el lujo de nombrar él personalmente a sus sucesor en el puesto -que
por cierto contrataba a su propia empresa para la adquisición de
material informático por parte del Ayuntamiento- En Valencia las
mínimas consecuencias vinieron después de un desafío por parte del
Portavoz/No-Portavoz del Gobierno Valenciano a la ejecutiva nacional
de su partido, el caso “Guateque” simplemente se desvaneció de
los medios, Baleares, Canarias, La Muela, El Ejido, Álava… la
lista de lugares en los que el río suena parece no tener fin.
Nosotros nos hemos acostumbrado a ese sonido y ya apenas nos molesta,
pero ¿se imaginan un mundo sin corrupción -presunta, claro-? Yo no.