Se preguntaba el prestigioso -y a veces algo snob- semanario británico The Economist en su maravilloso y justamente celebrado número doble de fin de año si «los banqueros van inevitablemente al infierno». Impecable «lead» o entradilla para cualquier artículo, y más en una revista liberal, dedicado a la fantástica exposición que desde su título es todo un banderín de enganche para volar a la fundación Palazzo Strozzi de Florencia: «Dinero y belleza: banqueros, Boticelli y la hoguera de las vanidades». Tiene su lógica que sea Florencia donde haya encontrado asiento esta sugerente exposición, no en vano, como recuerda la revista, «en ella se sentaron las bases del moderno sistema bancario». La muestra explora las motivaciones de los banqueros florentinos para sus encargos artísticos, las reacciones de los clérigos locales a las ostentaciones de lujo y riqueza, y los efectos de ambos, «el patrocinio penitencial y los reproches eclesiásticos en las obras de arte que, durante el 1400, o ‘Quattrocento’, fluyeron desde Florencia como monedas de una tragaperras».