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Mientras tantoButoh, la danza de la fealdad

Butoh, la danza de la fealdad


 

 

El Butoh es una danza postnuclear, una consecuencia de las bombas atómicas que hicieron perder a Japón la 2ª Guerra Mundial. El Butoh encarna el efecto ideológico, físico y moral que ese bombardeo produjo sobre la cultura y en particular la escena japonesa. Su fundador Tatsumi Hijikata debutó en 1959, actuando medio desnudo, jorobado, deforme, ejecutando una danza de la fealdad, por primera vez en la historia japonesa. Obsceno, homosexual, sórdido, feísta, Hijikata con su danza hacía estallar en pedazos toda la tradición artística japonesa, basada en la armonía, la estética y la ausencia de emociones. El maestro bautizó su danza como Ankoku Butoh, o Danza de la Oscuridad. El carácter bu significa bailar y toh señala la acción de pisar.

 

Sin embargo, no debe entenderse el Butoh como una respuesta política de una civilización vencida, frente a otra extranjera victoriosa. Bien al contrario, los patriarcas de este movimiento contestatario fueron los surrealistas europeos, el teatro de Genet, Beckett o Arrabal; o la idolatrada figura del bailarín ruso V. Nijinsky, toda una divinidad para cualquier bailarín de Butoh. Adhiriéndose a Occidente, protestaban contra la primera derrota de la Historia de Japón, a la que les habían conducido sus propios políticos.

 

El impulso inicial del Butoh se dividió en varias tendencias, como la de Kazuo Ono, para quien “el acto de danzar como se actúa”, se convirtió en la razón y en el discurso ceremonial de sus representaciones. Una suerte de situación dramática límite, desprovista de toda emoción, cercana al vacío existencial de Samuel Beckett. Por otra parte surgió otra corriente, Sankai Yuku, que sin renunciar a la denuncia y violencia consustancial al Butoh, recuperaba toda la potencia estética de la gran tradición dancística japonesa. La compañía titular del mismo nombre encontró una enorme facilidad para distribuir sus espectáculos por todos los festivales teatrales de Occidente.

 

El Butoh es en cierto modo una criatura viva y monstruosa, resultante de la amalgama que formaron los cascotes de las bombas atómicas: residuos japoneses bajo impactos destructores de Occidente. Esto quiere decir, que entenderlo en la actualidad como una danza japonesa, podría resultar completamente parcial. El gran desarrollo y la enorme aceptación de la metodología del Butoh en tantísimos escuelas o compañías de Occidente, viene a demostrar su condición de espectáculo-lugar de encuentro entre presupuestos occidentales y orientales.

 

Se viven tiempos oscuros en la Historia de la humanidad, diferencias irreconciliables entre los ciudadanos y sus gobernantes tensan el arco social. No es pues de extrañar que este arte que nació de una catástrofe física y moral, resulte tan útil para expresar la rabia, la impotencia y la protesta de tantos cómicos de todo el mundo.

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