
«El ajedrez es algo más que un juego;
es una diversión intelectual que tiene mucho de arte y mucho de ciencia.
Es además, un medio de acercamiento social e intelectual.
Raúl Capablanca, ex Campeón del Mundo
En el presente artículo continuaré explicando mi experiencia personal con uno de mis alumnos y cómo y de qué manera el ajedrez le ha ido cambiando los patrones de pensamiento. En este y el próximo artículo, haré un paralelismo entre el análisis post-mortem que normalmente hacen los jugadores después de cada partida y el análisis que puede hacer un alumno de los fallos, errores e imprecisiones que puede haber cometido en un exámen, en un ejercicio, en un trabajo y cómo este cambio de mentalidad le dará confianza para volver a intentarlo pese a que la anterior vez, la experiencia no haya sido positiva o totalmente satisfactoria.
Para los lectores que no estén muy familiarizados con el mundo del ajedrez, es importante explicar que existe una costumbre casi “sagrada” en ajedrez y es la de, una vez finalizada la partida, se intercambiar opiniones del tipo: “En la apertura sentí que tenía ventaja pero tu jugada Alfíl a c2 me hizo ver que no era así”. “¿Por qué no jugaste Caballo a c6, había un jaque en descubierto donde perdías una pieza. Sí, pero si hacía eso, ganaba una pieza pero quitaba una pieza que defendía al Rey y tú tenías un ataque muy peligroso”. “Era un final muy igualado pero creo que si hubiera jugado peón a g5 en vez de Rey a h7, hubiera logrado ventaja”. Este tipo de comentarios son muy frecuentes, los dos jugadores tratan de buscar la esencia de la posición y, partiendo de ahí, se afanan en buscar mejoras a lo que hicieron.
Es importante señalar que la acción de analizar una partida no se debe limitar a los momentos posteriores a jugar una partida sino, al análisis profundo que cada uno de los jugadores debe hacer en su casa, donde de forma más pausada y profunda se empiezan a ver claramente los fallos e imprecisiones y dónde y de qué manera podía haber jugado mejor. Si la acción del análisis se convierte en una costumbre, el mismo niño o joven empezara a hacer lo mismo en el resto de sus actividades y dejará de rumiar sus errores, fallos o fracasos y empezará a verlos como una forma de volver a empezar de forma más inteligente.
Propongo al lector hacer un ejercicio de imaginación y plantearse la siguiente situación. Usted es Monitor de Ajedrez de un niño ajedrecista que acaba de perder (ganar o empatar) una partida importante. ¿Cómo se debería analizar la partida para generarle una importante carga de confianza para la próxima vez que tenga que jugar con ese jugador?
1) Analizar la partida lo antes posible
En algunas ocasiones esto no será posible, pero es muy recomendable, en la medida de lo posible hacerlo lo antes posible ya que el niño o el joven tendrá las ideas frescas y sabrá por qué hizo tal movimiento, qué le motivo a hacerlo.
2) Preguntar por qué cree que ha perdido/empatado/ganado
Antes de empezar a analizar a profundidad los fallos, es importante preguntarle al niño por qué cree que se ha dado determinado resultado. Seguramente nos encontraremos con respuestas del tipo “intercambiamos piezas y al final él me comió una pieza de más” o, “no vi el mate que tenía”. No debemos quedarnos con esas respuestas, sino que hay que profundizar y llegar a la raíz del problema. En el primer caso, puede que no haya comprendido perfectamente el concepto de “sobrecarga” de una pieza y, en el segundo ejemplo, puede que se haya venido abajo porque le habían comido una pieza y pensaba que eso significaba perder la partida, cuando en realidad, el fallo proviene de no haber entendido el valor relativo de las piezas (una pieza puede valer más o menos dependiendo de su actividad y posición en el tablero y no de su valor inicial). Estas preguntas iniciales pueden dar una pista muy importante de si los conceptos, las ideas, las está entendiendo correctamente.
3) Huir de los análisis con largas variantes:
En este apartado considero importante recordar al lector que el enfoque que se da a esta sección es de “ajedrez pedagógico”, no competitivo. Dicho esto, volvamos al análisis post-mortem con el niño.
Si se parte de la idea de que jugador es un niño con conocimientos básicos de ajedrez, no se debe saturar su cabeza con complejas variantes e ideas que le serán muy difíciles o imposibles de entender. Más importante es enseñarle conceptos básicos, de tal manera que lo entienda y así, el tiempo invertido en el análisis será realmente productivo.
4) Resaltar las ideas principales que van apareciendo en la partida
En este punto el Monitor de Ajedrez debe hacer uso de su capacidad de análisis para extraer las ideas principales de una determinada posición, es decir, sustraer la esencia y explicársela en pocas palabras. Este punto está relacionado con el anterior. Hay que ser breve y conciso antes de incluir largas variantes.
5) Preguntar de nuevo por qué cree que ha perdido (empatado o ganado)
Si el análisis ha sido el correcto, a estas alturas el niño o joven debe tener claro dónde y por qué hizo determinada jugada, en este punto tendrá una noción bastante exacta de dónde estaba el quid de la posición, si esto ha sido asimilado, cuando se presente una situación parecida, será capaz de recordar esta enseñanza y, aunque no esté garantizado el éxito, no será probable que caiga en el mismo error.
6) Mensaje motivador
Es labor del Monitor de Ajedrez infundir confianza al niño, recordarle que ahora es “más sabio” porque ha visto sus errores, y que tanto en la vida como en el tablero siempre cometerá errores y que lo importante darse cuenta de ellos y tener una mente abierta para aceptarlos y corregirlos.
Me gustaría cerrar esta segunda parte del artículo con una frase muy interesante que me ha acompañado desde hace años.
“Si ganas, serás más feliz, si pierdes serás más sabio”
Mikel Iker Menchero Pérez
(Monitor Nacional de Ajedrez)