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Crónica de un año teatral bajo la sombra del COVID (II) – Encerrados en casa


(Se puede leer la primera parte aquí.)

Nos habíamos quedado en aquella primavera de 2020 en que estábamos encerrados en casa, desplazando funciones para más adelante, haciendo planes para cuando la pesadilla acabara… Nos habían dicho que iba para quince días, pero pasó ese tiempo y veíamos que la reapertura aún estaba muy lejos… Y que todo eso iba a cambiar la forma de hacer teatro… Había que estar alerta para reaccionar ante lo que pudiera suceder… Poco a poco, algunas obras programadas en primavera se iban trasladando a otoño, o al año 2021, tanto en los teatros madrileños como en los municipios. Y otras propuestas se iban posponiendo sin saber seguro si se podrían realizar. En el Teatro Fernán Gómez se debería haber estrenado Hoy puede ser mi gran noche de Teatro en Vilo el día 13 de marzo, pero no se llegó a estrenar (y fue reprogramada tanto en el Festival de Otoño en noviembre de 2020 en la sala Mirador, como de nuevo en el Fernán Gómez en febrero de 2021, pero solo dos semanas, en vez de un mes, que era lo que hubiera estado en cartel en 2020). Y aquí ya de paso hacemos un inserto para hablar de la economía de las compañías que van a taquilla, pues por ejemplo en la sala Jardiel Poncela del Fernán Gómez, en que el aforo que se puede utilizar de sus 175 butacas es de alrededor del 60%, las compañías reciben menos dinero que el que hubieran ingresado en condiciones normales; eso si la obra va bien de público, como es el caso de Hoy puede ser mi gran noche, que en sus dos semanas en cartel en febrero de 2021 agotó enseguida los noventa y pocos asientos habilitados. Si lo pensamos, dos semanas con un aforo de alrededor del 60% es casi la cuarta parte de espectadores (y por tanto de dinero) que cuatro semanas con el 100% de aforo disponible, que es lo que hubieran hecho en 2020.

Traición de la compañía Kamikaze, como hemos dicho, llegó a hacer un ensayo general el 11 de marzo, pero no el estreno el 12, y se acabó estrenando en septiembre de 2020, pero con reducción de aforo. Se trataba de un espectáculo interpretado por actores televisivos, con el que se podía haber recaudado mucho más en otras épocas sin virus, y que quizá podría haber ayudado a mantener abierto durante algún tiempo más el proyecto Pavón Teatro Kamikaze (terminó cerrando en enero de este año).

Dentro del Ciclo Una mirada al mundo, en el CDN se debería haber estrenado el 11 de marzo The Revenger’s Tragedy, la primera producción italiana dirigida por Declan Donnellan y Nick Ormerod, pero en aquellos momentos Italia estaba pasando por peores momentos que España y la compañía no llegó a viajar. También dentro de Una mirada al mundo se canceló el espectáculo Las hermanas Macaluso de Emma Dante previsto para el 11 de junio, reprogramado para otoño y cancelado nuevamente. La plaza de El Conde de Torrefiel se debería haber estrenado en los Teatros del Canal el 19 de marzo, y se acabó trasladando a noviembre dentro del Festival de Otoño. Sueño de una noche de verano de la Compañía Nacional de Teatro Clásico se iba a haber estrenado el miércoles 18 de marzo, pero el último ensayo que pudieron hacer fue el miércoles día 11; el montaje finalmente pasó a programarse en octubre de 2020, aunque, desafortunadamente, por complicaciones del COVID, se pudo ver únicamente durante 10 días, entre el 1 y el 11 de octubre. Posteriormente tuvo funciones en Orense, Pamplona y A Coruña y se cerró el espectáculo sin haber dado posibilidad a muchos espectadores de disfrutarlo.

La zarzuela Policías y ladrones del Teatro de la Zarzuela (del Ministerio de Cultura), dirigida por Carme Portaceli, parece estar maldita, pues debería haberse estrenado el 28 de marzo y no pudo ser, pero es que además ya había sido cancelada después del ensayo general, durante una huelga de técnicos en 2018, así que era la segunda vez que se ensayaba y se quedaba sin estrenar.

Foto tomada en junio de 2020 en la entrada del Teatro de la Zarzuela, aún con el cartel de Policías y ladrones

Otra actividad con poca fortuna fue una edición más de la Nueva escena italiana, una lectura dramatizada de tres textos italianos que iba a tener lugar en el CDN del 23 al 25 de marzo, dirigida por Manuela Cherubini. El evento se canceló y se reprogramó en junio; se volvió a cancelar y se pasó a octubre, y tras una nueva cancelación se ha programado por cuarta vez en mayo de 2021.

Y otra obra que parecía maldita es Kapow, una propuesta de Patricia Ruz y Alberto Jiménez con cinco fechas previstas entre marzo y abril, en el Teatro de la Abadía. Como estábamos confinados, se reprogramó para enero de 2021, pero solo pudo hacerse una función porque cayó la nieve de la que hablaremos más adelante. Finalmente se ha podido hacer a mediados de marzo de 2021. También en Abadía no se llegó a estrenar Quitamiedos de la compañía Kulunka, que de abril de 2020 pasó a febrero de 2021.

En el CDN no se llegaron a estrenar Otoño en abril (recuperada en septiembre) Querido capricho (que pasó a octubre), Tribus (que se acabó estrenando en noviembre)… Los Teatros del Canal fueron paulatinamente devolviendo el dinero de las entradas de su programación de marzo, abril, mayo y hasta mediados de junio, a medida que se iba alargando el estado de alarma. En el Teatro de la Comedia no se estrenaron en primavera ni El enfermo imaginario, ni El vergonzoso en palacio, y pasaron ambas a la programación de otoño. En las Naves del Matadero no se estrenó el montaje de Las criadas que pasó también a otoño.

En cuanto a los grandes musicales, dos de ellos (Anastasia y Billy Elliot) anunciaron que ya no volverían a hacerse, y los demás no se han vuelto a hacer tampoco, y probablemente no se retomen. El musical El médico, que se había dado un respiro antes de que empezara todo y no estaba en cartel, anunció en verano que iba a sacar entradas a la venta para otoño, pero no se llegó a retomar. Poner en marcha un musical grande es complicado y cuesta bastante dinero, y tener que cerrar de nuevo o parar las funciones por algún problema derivado del COVID puede hacer perder mucho a la productora. En este sentido, la cancelación de un espectáculo pequeño o mediano de una compañía privada, no supone tan gran catástrofe económica (dejando aparte el caso de los actores y técnicos, que si no trabajan, no cobran) como la cancelación de un gran musical. Y la cancelación de un espectáculo en un teatro público es grave pero asumible por las instituciones públicas, y en ese caso los intérpretes y técnicos cobran, aunque quizá no el sueldo íntegro.

Continuará…

@nico_guau

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