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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 10 / 2016

De mi Diario / Semana 10 / 2016


 

Weiß/Colonia, 6.3.

Hace días le escribí a Milagros, en Lisboa, preguntándole si en Portugal cambian también a fin de mes al horario de verano, y si es en la noche del 26 al 27, porque el 27 es el día del regreso a Colonia, y desde Faro, así que no quiero tener la desagradable sorpresa de llegar al aeropuerto y que el avión se haya ido una hora antes. Me contesta que sí hay cambio de horario, y que será esa noche, y dice al despedirse: «Buen viaje, que disfrutéis de esa semana santa andaluza y que Oskar conozca sus raíces». Le contesto: «Vamos a ver cómo Oskar enfrenta el hecho de tener una familia tan grande y tan besucona y donde todos hablan casi a gritos. Diny, cuando nos casamos y fuimos a Huelva en viaje de novios, a los dos días quería regresar a Alemania porque nuestra familia se estaba continuamente peleando. Tuve que convencerla de que no, de que lo que pasa es que ellos están acostumbrados a hablar así». Inevitablemente me acuerdo siempre, en estos casos, del poema de León Felipe en 1942, “¿Por qué habla tan alto el español?”, como lo hicieron Rodrigo de Triana y don Quijote y quienes defendieron Madrid contra las tropas del inferiocre felón, en 1936: «El que dijo tierra y el que dijo justicia es el mismo español que hace seis años nada más, desde la colina de Madrid, gritaba a los pastores: ¡Eh! ¡que viene el lobo!  Nadie le oyó. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron  todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento, y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿Pero por qué habla tan alto el español?»

 

Ha muerto Harnoncourt. Repaso este diario hasta encontrar lo que escribí acerca de su persona el 18 de julio del 2011:

 

«Pasan en la tele un reportaje sobre Styriarte, el festival musical de Graz, en Austria, que cumple ahora 25 años, y es un feudo cariñosamente celado por el más ilustre hijo de la ciudad, Johann Nicolaus Graf de la Fontaine und d’Harnoncourt-Unverzagt, más conocido como Nikolaus Harnoncourt, a quien se considera estirio de pura cepa, aunque en realidad nació en Berlín. (Es un caso semejante al de Thomas Bernhard, más austríaco imposible, pero nacido en los Países Bajos). En este reportaje se puede ver a Harnoncourt varias veces dirigiendo y otras tantas ensayando, y una de estas últimas lo hace con el Coro Arnold Schönberg, entre cuyos miembros se cuenta la escritora austríaca Sabine M[aria, I supose!] Gruber. Y resulta que a Frau Gruber, por ser escritora, se le fueron sedimentando en sus particellas las indicaciones que Harnoncourt daba a sus músicos durante los ensayos, todas las cuales anotó cuidadosamente, para luego publicar un libro con ellas. En el ensayo que pasan durante el reportaje hay un buen ejemplo de la plasticidad de esas indicaciones harnoncourtianas. De repente manda parar a la orquesta y al coro, y le pregunta a este: “¿Pueden ustedes cantar la palabra leer [=vacío] de tal modo que la gente, cuando les oiga, se ubique mentalmente en el Sáhara”?»

 

He abierto ahora el libro, de nuevo, al enterarme de su muerte, y copio las indicaciones al coro durante los ensayos de la 9.ª de Beethoven. Siguen acá, yendo entre corchetes, delante, el verso de la “Oda a la Alegría” acerca de cuyo canto Harnoncourt hace indicaciones:

 

«[Compás 313 : Küsse gab sie uns] ¡Desmadrándose! Es una fiesta de Baco, están embriagados, tambaleándose, pero nada de frivolidad.

[Compás 411 : Laufet, Brüder, euere Bahn] Nada de orgullo ni entusiasmo. Ustedes se hallan junto a la pista de un hipódromo y casi no pueden respirar de pura excitación.

[Compás 584 : Elysium] ¡Disparen un cohete luminoso, una nube de fuego rosado!

[Compás 596 : Seid umschlungen, Millionen] Más allá del Bien y del Mal.

[Compás 596 : Dieser Kuß der ganzen Welt] Ese beso de todo el mundo tiene que ser comocomo cuando besa un hipopótamo.

[Compás 650 : Über Sternen muß er wohnen] Canten esto con una sola cuerda vocal.

[Compás 672 : Freude] ¡Epilépticamente!

[Compás 855 : Seid umschlungen, Millionen] Aquí tienen que fracasar. No puede ser de otro modo. Es algo que Beethoven dejó compuesto entre líneas en su partitura: el fracaso.

[Al terminar el ensayo] ¿Saben una cosa? El héroe, a veces, es más interesante cuando fracasa».

 

Esta es mi manera de rendirle homenaje.

 

Weiß/Colonia, 7.3.

Durante todo el día he ido poniendo uno tras otro los cinco CDs de la integral de las nueve sinfonías de Beethoven con la Orquesta de Cámara de Europa dirigida por Harnoncourt. Él y el sordo de Bonn me han acompañado todo el día. Ellos y unas palabras de Rosario Aguilar Ruz que me han conmovido profundamente y las he incluido en mi artículo para Nexos, al que asimismo le he dedicado todo el día, traduciendo una tras otra unas cuarenta citas más del libro de Sabine M. Gruber. Al menos en mi intención, se trata de un texto que quiere hacerle honor a la faceta más acusada de la personalidad artística de Harnoncourt, lo que se ha dado en llamar su iconoclasia. Seguro estoy de que las necrológicas que pulularán como hongos alucinógenos en estos días por las páginas culturales de los diarios y las páginas webs ad hoc, van a parecer todas como si hubiesen sido cortadas por el mismo patrón. La de Nexos será [es] diferente.

 

Weiß/Colonia, 8.3.

0:30 am : Terminó la tercera temporada de El puente. El quinto episodio mejoró respecto de los dos anteriores pero, a mi juicio, no salva esta temporada. Y tampoco salvará la cuarta anunciada si no sacan de la cárcel a la verdadera contraparte de la protagonista, la comisaria sueca, o sea, si no recuperan para la serie a su socio de las dos primeras temporadas, el comisario danés.

 

Leyendo el diario durante el desayuno me entero de la muerte de Ray Tomlinson, el hombre que inventó el email (y la forma de escribirlo, así: email, sin guión). En cuanto al elemento más noble de las direcciones de email, el signo @, bien es verdad que en los tratos mercantiles españoles de antaño era el que designaba la arroba, peso equivalente a 11½ k. Pero yo sigo proponiendo lo que propuse desde el mero mero principio, y es que se lo llame “pendejo”, porque su morfología resulta ser un calco de lo que es, en verdad, un pendejo, del latín pectinicŭlus, de pecten, -ĭnis, es decir un vello púbico. Lo que pasa es que en América Latina nació la desventurada idea de ir a llamar pendejo justamente a quien tiene el mismo número aproximado de pendejos que el resto de los mortales. Y por eso andamos dando nuestras direcciones de email diciendo la mariconada simbólica de “arroba”, en vez del rotundo y orgánico “pendejo”. Pendejos que somos.

 

Ahora que Italia quiere lograr de la Unesco que se reconozca a la pizza napolitana el status de patrimonio cultural de la Humanidad, o algo por el estilo, le pediría a Renzi que se rehabilite de su debacle citando un apócrifo de Borges nada menos que en Buenos Aires, y que lo hiciese solicitando para la lasaña de La Modicana el mismo trato que para la pizza de Nápoles. La que hemos comido hoy llevaba ***** como calificación.

 

Un quasi chateo con Ibsen me mueve a releer la biografía de Eleanor Marx. La pongo en la pole position del montón de libros pendientes de lectura o relectura. Y el quasi chateo se disparó al decirle yo a Ibsen que la menor de las Marx había traducido al inglés Madame Bovary y, de su tocayo Ibsen, Un enemigo del pueblo. Luego he repasado en esa biografía de Chushichi Tsuzuki, con la ayuda del índice onomástico, todas las entradas referentes a Ibsen y en ningún lugar se alude al idioma desde el cual lo tradujo, pero no tiene pierdefue del francés o fue del alemán, noruego no sabía. Digamos que lo tradujo del noruemancés. Así queda más políglota.

 

Hoy es el dizque Día internacional de la Mujer y lo bueno que nos trae es que el canal Arte le ha dedicado un amplio espacio a las reporteras gráficas en escenarios bélicos, empezando como es lógico por la pionera, Gerda Taro (¡cuántas fotos de la guerra civil española atribuidas a Capa, y hasta firmadas por él, no serán de la desgraciada Gerda!). El reportaje me permite conocer a otra pionera, la gringa Lee Miller, portentosa y marcada para toda la vida por las escenas dantescas que fotografió acompañando a las tropas estadounidenses que iban ocupando Alemania, sobre todo las que vivió y documentó en Buchenwald y en Dachau.

 

Weiß/Colonia, 9.3.

1:00 am : Pasaron uno de los mejores episodios de la primera temporada de Kurt Wallander, cuando Johanna Sällström interpretaba a su hija Linda. Nunca me canso de ver los episodios de esa temporada, la mejor de todas las de la larga saga.

 

Hoy comienza la cuenta regresiva, desde el 10, para el viaje a Huelva. Según Diny, Oskar lleva ese countdown desde hace por lo menos dos semanas.

 

Me llegó Páginas selectas, la antología de Multatuli que descubrí en iberlibro.com. Es un ejemplar que inspira ternura. Lo publicó en Francia, en 1947, una editorial anarquista, Tierra y Libertad. Estaba intonso y casi me hizo un daño físico abrirlo con la plegadera, tan afilada; a causa de lo quebradizo del papel era como hundir un puñal en la carne de un niño, en la de un cordero indefenso. Por lo que a nuestro proyecto se refiere, el índice me avisó de que Felipe Alaiz no tradujo ninguna de las ideas que son aforismos. Pero me ha hecho recordar el apólogo «Don Alonso Ramírez», que bien podría formar parte de la antología, como pincelada de color hispano y como muestra de las «ideas» que Multatuli no acuñaba en forma de aforismos.

 

Si persiste el tiempo que está haciendo, creo que alcanzaré a ver en plena floración al magnolio de la entrada a nuestra casa antes de que nos vayamos a Huelva. Ojalá y sea cierto.

 

Anoto en mi agenda que el lunes próximo debo dedicarme a dejar bien ordenada la burocracia doméstica, y empleo para ello una simple palabra que me lo dice de una manera taquigráfica: “Papelerío”. Me sonrío al pensar en la palabra que usaba mi abuela Remedios para referirse a lo mismo: “Papelorio”. Consulto el diccionario. ¡La palabra existe! ¡Grande, Remedios!

 

Weiß/Colonia, 10.3.

Esta vez la cita con el odontólogo es sencillamente para probar las coronas definitivas que me van a implantar el jueves próximo. Con todo y con eso, la anestesia que me aplican a las 12:45 me sigue haciendo efecto hasta casi las 6 pm. Sin mirarme al espejo se me ocurre que debo estar pareciéndome a uno de esos monstruos que pintó Goya en sus Caprichos. ¡Cuándo terminará este viacrucis!  Porque al regreso de España me espera el tratamiento del maxilar inferior. Ay.

 

Manon, la mujer de nuestro sobrino Bas [=Sebastiaan], ha dado a luz mellizas, Vida & Kaya. Pienso que si Annie viviese resulta que tendría ya seis nietas, entre ellas dos parejas de mellizas.

 

Me he leído de una sentada Último inventario antes de liquidación, de Frédéric Beigbeder, y me he divertido muchísimo con esa escritura desenfadada y que a veces parece narcisista, pero no lo es porque el autor no se toma en serio a sí mismo (menos mal). He registrado tres puntos, para comentárselos a Jorge como documentación de una atenta lectura: a) contrariamente a lo que Beigbeder sostiene varias veces, acerca de la proliferación de Premios Nobel en su libro, sólo son 11 de entre 50; b) cuando habla de García Márquez y dice que «muchos escritores barrocos se lo deben todoJosé Saramago, Günter Grass o Salman Rushdie», habría que recordarle a Beigbeder que El tambor de hojalata se publicó en 1959 y se tradujo al español en 1963, en México, donde vivía García Márquez, y que Cien años de soledad es de 1967; y c) hay un error evidente (en el original o en la traducción) en la pg. 135, donde se dice que «Al igual que 1984, Un mundo feliz critica las utopías, pero lo hace dieciséis años más tarde», y es justamente todo lo contrario ya que Un mundo feliz se publicó en 1932 y la novela de Orwell es de 1948. Debo añadir que también he anotado una frase impagable a propósito de Las uvas de la ira, de John Steinbeck, que al buen Beigbeder parece que se le atragantó, ay: «Las novelas comprometidas envejecen mal, como el beaujolais, que es recomendable beber el mismo año de su producción porque más tarde todavía es peor». Me ha hecho recordar una anécdota de las cientos que en mi memoria tienen como protagonista a Fernando Carvallo. Un día, en París, fuimos a cenar juntos él con María Cristina, Diny & yo, y una joven pareja brasileña/alemán, con la que viajamos esa vez allá. A la hora de encargar el vino, María Cristina, como buena francesa, señaló que dada la fecha lo indicado sería una botella de “primeur”, a lo que Fernando repuso, en francés y con una voz que se oyó en todo el restaurante: «¿Beaujolais? Pero María Cristina, si Francia exporta a los Estados Unidos más botellas de beaujolais de lo que se cosecha aquí en toda la vendimia!» Y recuerdo que aquella noche el exabrupto, justificado, de Fernando me hizo comentarles lo que Víctor Márquez Reviriego refirió una vez, donosa y sarcásticamente, acerca de la abundancia de jamón ibérico pata negra en España, considerando la exigua cifra de la cabaña que los produce.
Los recuerdos son como las cerezas, cada uno de ellos viene al menos de dos en dos.

 

Weiß/Colonia, 11.3.

En mi columna de hoy, en El Espectador, le he dado el crédito a Carl Cullas, rusificando su nombre, porque es a él a quien le debo el acojonante chiste soviético que cierra la columna. A un forista le explico que «por lo que se refiere a los chistes soviéticos, algunos de los mejores se contaron en Alemania, allá por los años setenta, cuando una revista satírica inventó una emisora llamada Radio Eriván, teóricamente en Georgia, territorio de la URSS, a la cual se dirigían los oyentes haciendo preguntas, y las respuestas, en el 90% de los casos, comenzaban diciendo «En principio sí, pero» y tras el «pero» el chiste, que no se presentaba como tal sino como sesuda respuesta de la emisora al oyente. Le pongo media docena de ejemplos. 1: –¿Sería posible que en vez de Kennedy hubiesen asesinado a Krushov? –En principio sí, pero es dudoso que Onassis se casara con la viuda. 2: –¿Se puede hacer el amor con la ventana abierta? –En principio sí, pero quizás sea mejor hacerlo con tu pareja. 3: –¿Se puede follar corriendo? –En principio sí, pero la mujer corre más con la falda alzada que el hombre con los pantalones bajos. 4: –¿Surte efecto la píldora anticonceptiva también en la Luna? –En principio sí, pero el traje de cosmonauta es mejor protección. 5: –¿Es cierto que puede uno contraer enfermedades sexuales en el inodoro? –En principio sí, pero hay lugares más cómodos para hacerlo. 6: En Corea del Norte: –¿Podemos contar chistes sobre Kim Jong? –En principio sí, pero mejor si en vez de decir Kim Jong dice Obama, o Putin. (Este último lo he actualizado, porque la moda de los chistes de Radio Eriván desapareció a los dos o tres años, de manera tan súbita como se había iniciado. Si sabe alemán o tiene quien le traduzca de ese idioma, busque en internet con este enlace: http://fun.wikia.com/wiki/Radio-Eriwan-Witze). Vale».

 

Ana, desde Buenos Aires, donde pese a los años que vive allá nunca dejó de ser montevideAna (y bueno, el gentilicio la incluye), me cuenta que murió Enrique Estrázulas. Le escribo que de él «me queda el recuerdo de un abrazo que me dio, como si fuésemos amigos de toda la vida, cuando vino a Alemania para participar la feria del libro de Fráncfort, la de 1976, que estuvo dedicada a América Latina. Al parecer mis amigos uruguayos le habían hablado mucho de mí (en especial Eduardo Galeano) y él actuaba según la norma de que los amigos de sus amigos eran sus amigos. Pero luego nunca más nos encontramos ni supe más nada de él sino lo que descubría en la prensa. Pepe Corvina me pareció una novela muy conseguida, pero tendría que releerla al cabo de cuarenta años». Ana me anexa un poema conmovedor de EE que le hizo llegar «mi amiga muy querida Rosario Peyrou (quien según encuestas indiscutibles de ese año 76 que mencionás era la muchacha más linda y talentosa de Montevideo)» y de la que me manda una foto donde se la ve «rodeada de poetas: el tal Estrázulas (a su izquierda), Beto Oreggione (más a la izquierda aún) sus dos hermanos Peyrou, entre ellos dos: Elbio Rodríguez Barilari y –en actitud de murguista– Juan Capagorry». Abro el archivo con la foto y no puedo sino exclamar lo que siempre hago en estos casos tratándose de cosas que se relacionan con el Río de la Plata: «O témpora, o Mariano Mores!» Y le pido permiso para insertar la foto en mi diario, y Ana me lo concede, y aquí la cuelgo (la foto, no Ana) :

 

Envío por email el desistimiento del contrato con NetCologne, dentro del plazo de catorce días que el mismo contrato garantiza. Soy un bicho tan raro que puedo definirme como izquierdista de la tendencia anarco–tradicionalista, y como tal, le tengo terror a los cambios. «Quelle horreur, quelle horreur!!», clamo desde el corazón de las tinieblas.

 

Weiß/Colonia, 12.3.

En el diario, la esquela fúnebre de Ömer Özerturgut, un librero turco en el barrio Eigelstein, “la pequeña Estambul” de Colonia. Estoy seguro de que él mismo eligió el epitafio de su esquela, son unos versos de Nâzim Hikmet que aproximo al español desde su traducción alemana: «Vivir solo y libre como un árbol, / fraterno como un bosque, / tal es nuestro anhelo».

 

El conmovedor poema “Carta a mi padre”, de Enrique Estrázulas, lo envié ayer a las 3:00 pm a las 93 direcciones de mi lista POETAS. Gmail.com me devolvió la remesa íntegra. Lo volvió a hacer a las 8:15 pm, y por tercera vez a la 1:05 am de hoy. De la remesa de las 12:13 de hoy tan sólo me llegó devuelto de una dirección. Me parece que Gmail.com, tarde o temprano, terminará dándose cuenta de que enfrentarse a un testarudo como yo es tarea inútil. Y le saco la lengua, pa que se entere de lo que vale un peine.


**********FIN**********

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