De mi diario : Semana 21 / 2017

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Propondría que a su país, mientras lo representa oficialmente the fake president, lo llamemos Trumpatán.

 

Weiß/Colonia, 21.5.

El parte dominical de la Enfermería Bada Hansen celebra el alta de los dos enfermos de nuestra familia. Alabado sea el santísimo sacramento del altar. Sea por siempre bendito y alabado.

 

Ayer, al ganarle por 2:0 al once de Maguncia, el 1. FC Colonia se clasificó en el quinto puesto de la Bundesliga y por lo tanto, al cabo de 25 años, volverá a jugar en competiciones europeas. Euforia en la familia Bada Hansen hasta en lugares tan lejanos como Bali: Paul, que acaba de cumplir sus 20 años, jamás ha visto a su club jugando en un torneo contra equipos extranjeros. Ojalá le toquen al 1. FC algunos de campanillas (el Milan, por ejemplo) y no los quintos de las ligas de Kirguisistán, de Moldavia o de Liechtenstein, quelle horreur!

 

La entrevista dominical del diario es hoy con una filósofa, Thea Dorn, pivotando toda ella en torno a la figura de Lutero, y es en verdad espléndida. Muy pocas veces tiene uno ocasión de oír (porque es tan buena la entrevista que se la oye hablar a Frau Dorn hasta en soporte papel) una voz tan clara y convicente, que sabe articular su pensamiento sin escapadas a las elevadas regiones de la especulación, donde no podría seguirla el resto de los mortales. Me entra tanta curiosidad por saber más acerca de su persona que recabo la ayuda de Miss Hortensia Google y descubro que es una filósofa con cinco novelas policiales en su haber, y que la primera de ellas, Berliner Aufklärung [Instrucción berlinesa], se alzó en 1995 con el premio Raymond Chandler. Resulta sintomático que en el título de esta policial debida a una filósofa aparezca la palabra “Aufklärung”, un sustantivo alemán polivalente, abarcador de nada menos que 17 acepciones distintas, entre ellas aquel fenómeno cultural e histórico que nosotros llamamos Ilustración, y los franceses El siglo de las Luces. Sea como fuere, ya la he comprado en línea.

 

Weiß/Colonia, 22.5.

Buscando citas para acompañar los envíos dominicales colectivos de este diario (a una lista con 495 “abonados”) encuentro una de Antífanes que me gusta, y al ir a documentar sus datos cronológicos me encuentro una ficha que dice literalmente lo siguiente: «Antífanes. Fecha de nacimiento: 388 a.C.  Fecha de muerte311 a.C.  Antífanes es junto a Alexis de Turio el comediógrafo más importante de la Comedia Media. Vivió entre los años 408 y 334 a.C.» Como Dios es grande en el Sinaí, no se me salen los ojos de sus órbitas, tan sólo me quedo canturreando «Échale guindas al pavo, / que yo l’echaré a la pava / azúcar, canela y clavo».

 

La relectura de La gallina ciega, de Max Aub, al cabo de 45 años, y cuando ya llevo a cuestas 20 años de pergeñar mi propio diario, me hace detenerme muchas veces a reflexionar sobre el proceso de la escritura. Por lo que se deduce del texto de MA, él viajó por España tomando notas, grabando conversaciones, filmando. Y luego, a su regreso a México, armó el libro. Con lo cual resulta que lo que estoy releyendo no es en manera alguna un diario, no, sino literatura dura y pura, lo que yo justamente trato de evitar hacer en mi diario. Un diario debe escribirse en caliente, incluso si se deslizan errores no importa, ya el tiempo los corregirá. Así las cosas, La gallina ciega es a un diario lo que Jusep Torres Campalans a una biografía. Ahora bien, esto no tiene nada que ver con la calidad del texto ni con lo mucho que lo estoy disfrutando, es nada más que ponerle sus puntos a las íes (las dos que tiene la palabra “diario”).

 

Weiß/Colonia, 23.5.

Esta semana está cerrada La Modicana, voy a almorzar con Carlitos en el ex italiano a la orilla del Rhin, donde ya sólo son italianas la carta y las aceitunas. Pero el cocinero no es nada malo. Tan no lo es que Carlitos me dice, muy serio, que su arte culinaria no desmerece de aquella que practica la signora en La Modicana. Recuerdo que estamos en el 5.º centenario de la Reforma de Lutero y deduzco que Carlitos anda en una vena herética. Por supuestof course que no puedo excomulgarlo, como el Papa a Lutero, pero sí pedirle que reeduque su paladar.

 

Acabo de ver la etapa reina del Giro d’Italia, y nada que Nairo Quintana le arrebate todavía el primer puesto a Dumoulin. El neerlandés parece que hoy tuvo “la pájara”, la que tanto temor le inspiraba a Indurain, pero no cedió sino 2’ de su ventaja. Y qué gran carrera la de Nibali, que ganó la etapa jugándose el tipo en una bajada de puro vértigo. Yo creo desde hace tiempo que los perfiles del Giro, del Tour y de la Vuelta, los diseña un fan de Hitchcock.

 

La tragedia de Manchester. La cobardía inaudita de suicidarse matando a quienes te rodean. Pero es al menos un género de locura homicida que puedo entender, aunque no pueda perdonar ni disculpar ni su causa ni sus efectos. En cambio lo del atentado contra el autobús del Borussia Dortmund, planeado para que muriesen varios jugadores (no importa cuántos, uno bastaría) y que las acciones del BD bajaran brutalmente en la Bolsa, donde el autor del atentado ya había hecho las gestiones necesarias para adquirirlas a bajísimo precio y poderlas revender luego con harta ganancia, ah no, esa energía criminal es de otro calibre y no habla de la ignorancia y la ceguera del fanatismo religioso, sino de la maldad intrínseca del género humano. El inculpado es un ruso, y en verdad la trama que urdió es propia de alguno de esos amorales personajes de Dostoievski. A 150 años de Crimen y castigo la Humanidad no ha mejorado un ápice.

 

Weiß/Colonia, 24.5.

Mi post de esta semana en mi blog de EE me ha reportado muchos comentarios. Lo que no he contado en él es que Álvaro, quien me quería de una manera que no sé calificar sino como paterno/filial, y a quien quise como un padre supernumerario, estuvo en un tris de repudiarme el día en que discutimos a propósito de Proust. No llegó al insulto personal porque me quería demasiado, pero creo que sólo se refrenó porque en ese momento estuvo al borde del abismo de mi ignorancia y sintió tal vértigo que retrocedió asustado, ni en El último de los mohicanos hay alguien que se plante como yo tan impávido al borde del precipicio y no le importe que lo arrempujen para que se despeñe en el abismo. En el fondo, al perdonarme, Álvaro me demostró una vez más, y de sobra (sin necesidad de hacerlo), lo mucho que me quería.

 

Leo a pequeñas diócesis (© Espasa dixit!) un libro de lo más entretenido, me lo regaló Rodrigo, que al verlo en la feria de Santiago de inmediato se dijo que me iba a gustar y lo compró para mí, los dioses araucanos lo bendigan. Se titula Coda al Diccionario y su autor es un boliviano, Jorge Patiño, a quien nunca se le agradecerá bastante esta inyección de vitaminas léxicas que le ha propinado al idioma. Gracias a él podemos enterarnos de lo que significan unas bellísimas o comiquísimas palabras en desuso, y a mí, que voy por la G (porque este es un libro de no debe leerse de corrido, sino por etapas), ya me tiene encandilado con unos hallazgos como bradilalia [=emisión lenta de la palabra], celeústica [=arte de transmitir órdenes por medio de sonidos marcialmente músicos], dactilioteca [=cajita en que se guardaban anillos preciosos], eubolia [=virtud que consiste en no decir sino lo que conviene], destebrechador [=intérprete], giste [=espuma de la cerveza], enquiridión [=libro que en poco volumen contiene mucha doctrina, ¡¡los de Rulfo son, pues, enquiridiones!!], y una que no tiene pierde: gringo [=incomprensible]. Aunque confieso que la que más tilín me ha hecho es una que me parece de ciencia ficción: agerasia [=vejez exenta de los achaques propios de esta edad]. Hoy, mientras leía las páginas correspondientes a la G recordé que no hace poco, en un editorial del diario de Colonia y a propósito de no recuerdo cuál sátrapa, Erdogan, Putin, uno de ellos, el editorialista echaba mano del alemán histórico, en el sentido de que al servil entorno del déspota lo llamaba “die Kamarilla”, palabra que –sin la K germanizante– fue, como Junta, como guerrilla, uno de los aportes del castellano a las demás lenguas europeas, en el siglo XIX.

 

10:00 pm : Still Alice [=Siempre Alicia, en la versión española], ¡qué gran película, qué actriz! Llevo vividos (aunque fuera de lejos todas las veces) cuatro casos de demencia senil en mis dos familias, la española y la neerlandesa. De manera que Diny y yo hemos visto la peli en silencio todo el tiempo –tan sólo una vez Diny me preguntó por algo que no había entendido– y creo que con el alma en vilo. Al menos yo. He tenido presentes todo el tiempo a la tita Joaquina y a mi madre, y a mis suegros.

 

Weiß/Colonia, 25.5.

Rebeca me llama para felicitarme; según la tradición alemana, Himmelfahrttag [=el día de la Ascensión] es el Día del Padre. Y en casa tenemos a otro padre, Chico, con Vincent, que han venido a que Diny les enseñe cómo se fríe una tortilla española de las suyas. (Angie anda con sus padres haciendo senderismo, ni Chico ni Vincent saben decirme si en el sur de Baviera o en el Tirol meridional, sólo saben que más allá de Múnich). Almorzamos tortilla y milanesas, otra de las especialidades de Diny. Y larga sobremesa de la que al fin me retiro porque esta noche pasada he dormido poquísimo. Mirada al almanaque: luna llena. Hija de puta.

 

10:00 pm : Acabo de ver por superenésima vez El tercer hombre. Acabo de sorprenderme por superenésima vez al ver en el primer crédito, entre los nombres de Joseph Cotten y Orson Welles el sencillo apellido Valli, a secas. Acabo de reconocer por supernésima vez “Managua Nicaragua” como la melodía que toca la orquesta del cabaret donde Holly Martins bebe a solas y termina comprándole toda su mercancía a la vendedora de flores. Y escribo estas líneas con el motivo de la cítara de Anton Karas como música de fondo. Y reconozco de nuevo lo mucho que de una manera indirecta le debe el remate de mi cuento “La oración fúnebre” a la escena final de este prodigio. Esta cinta es una de las pocas que jamás envejecerá, y cada día parece más actual, pese al cambio radical en el marco histórico. El marco ha cambiado, el cuadro clínico es el mismo. O peor.

 

Weiß/Colonia, 26.5.

0:01 am : Ingreso al nuevo día oyendo la voz de Álvaro, la inconfundible voz de Álvaro. Como tengo permanentemente abierta la sintonía de HJCK, escucho su voz varias veces al día. Me da la impresión de tenerlo de visita en casa.

 

Vamos Carlitos y yo a comer en el Bistro Verde porque descubrí que el plato del día era Rösti con salmón marinado y salsa de mostaza dulce y eneldo. Y a fe mía que lo hemos disfrutado a cabalidad, era un plato exquisito. Y barato: 10,95 €, teniendo en cuenta las tres lonchas grandes de salmón “graved”, es casi regalado. Volveré, como dijo MacArthur en las Filipinas. A pesar de que me llevé una gran desilusión con la lista de vinos, porque descubrí que entre los que el BV vende embotellados se encontraba un Carménère Barón Rothschild y quería comprar una botella para Diny, pero ¡ay! mi gozo en un pozo, ya no lo tienen en su stock. Merde alors!

 

Suena el teléfono, sí, pero ¿dónde? Cuando finalmente lo encuentro se halla donde Diny lo dejó antes de salir a hacer unas compras, en el alféizar de la ventana de su cuarto. Pero al pulsar la tecla de audio ya cortaron la llamada. Pienso que puede haber sido Montse y tecleo al 321557, es Henri quien atiende. Diálogo: “¿Hola?” “Hola, Henri, ¿cómo estás?” “Bien”. “Ah, me alegro mucho. ¿Está tu mamá?” “No, está en el trabajo, [y tras una breve pausa:] desgraciadamente”. ¡¡¡Me lo comería a besos!!!

 

10:00 pm : Acaban de pasar el episodio final de la 8.ª temporada de Lewis, con un título de don Nietzsche, “Más allá del Bien y del Mal”. Abre el apetito para la siguiente y. por ahora, última, la 9.ª, pero en verdad en verdad os digo, carísimos hermanos de la ITV, que lo que tienen que hacer es darle su merecida y definitiva jubilación a Lewis e iniciar una saga Hathaway.

 

11:05 pm : El Heute Show [=El show de hoy] es ya una leyenda, uno de los mejores programas satíricos que haya tenido, o que tiene, la TV alemana, que no es parca en ellos. Pero el hecho de centrarse en la más rabiosa actualidad y desmontar iconoclásticamente a los políticos de todos los colores y todas las nacionalidades y todos los sexos, el hecho de desmontarlos sin hacer una sola discriminación en su espectro, le garantiza un público fiel y entregado. En el de hoy, como no podía ser menos, el protagonista principal fue ese elefante en una cacharrería que es the fake president of the USA. Su primer viaje fuera de Washington ¡y cómo se ha puesto en ridículo, él (y a su país, de propina, ñapa, yapa o pilón)!, en Arabia, en Israel, en el Vaticano, en Bruselas, en Sicilia Si yo fuera ciudadano USAno estaría clamando por el impeachment. Basta y sobra con que el USAno medio haya justificado una canción como “Los americanos”, pero que todo un presidente del país sea un patán de pueblo, sin modales de a deveras, eso no es de recibo. Es una de las personas más palurdas de toda la Historia universal, no importa de qué siglo. Propondría que a su país, mientras él lo representa oficialmente, lo llamemos Trumpatán.

 

Weiß/Colonia, 27.5.

2:10 am : Pasaron un extenso (e intenso) documental acerca de la ex RDA, bajo el título “No todo fue malo”. Y son muchos los puntos que lo documentan, pero ninguno de ellos concierne a lo esencial: la libertad de expresión. Ahí sí que fue todo malo.

 

Henri en casa a partir de las 2 pm, se quedará a dormir acá, pero sub conditione: sólo irá a la cama después de la final de la Copa de Alemania, en Berlín. Con Henri vino Oskar, siempre tan cariñoso, que fue a hacerle unas compras a Diny. Y a las 8 pm en punto, transmisión de la final, que acaba de concluir con la victoria del Borussia Dortmund por 2:1 versus Eintracht Fráncfort. Grita jubiloso Henri, que apostaba por el BD. Y yo también, por ser la cuarta vez consecutiva que los de Dortmund llegan a la final y perdieron las tres anteriores. Además, al ganar el BD, ya calificado para la Champions, accede un equipo alemán más a los torneos europeos. Todo esto Henri lo sabe de memoria. Estoy seguro de que si le pregunto por el nombre de la suegra de Bartra, el defensa español del BD, también me lo sabría decir sin vacilar un segundo.

 

Marjorie me manda desde Cámaralentolandia el enlace con la noticia del premio en el Festival de Cannes a Valentina, a quien conocemos desde que nació (Ana andaba entonces disfrutando de una beca Guggenheim en St-Denis, en las afueras de París), así es que le escribo enseguida a Ana, porque no tengo la dirección de Valentina: «Gran alegría en esta casa y te ruego que le transmitas en nombre de Diny y en el mío nuestra más cálida y sincera enhorabuena. Y pensar que alguna vez la he llevado empujando su cochecito por las calles de París, eso fue parte de mi aprendizaje como abuelo… Jamás olvidaré que hicimos parada en el café donde asesinaron a Jaurès, debajo de la placa que recuerda ese cobarde asesinato». Celebro la noticia con un Malt de 10 años y oyendo una vez más “Jaurès”, canción que amo tanto y nunca me canso de oírla.

 

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