
Weiß/Colonia, 19.10.
Raddatz en Boston, después de haber entrevistado a Updike: «Es un arquero que de un modo elegante siempre da en el blanco, sólo que el blanco, en su caso, está al lado de la diana». Casi tan bueno como aquello de Karl Kraus acerca de las obras de Hugo von Hofmannsthal, donde las califica pérfida y certeramente de «flores artificiales que se mustian de una manera natural».
Weiß/Colonia, 20.10.
0:45 am : Leo una policial alemana ambientada en Rostock y en realidad lo hago porque de vez en cuando conviene leer a sabiendas algo de lo que uno sospecha de antemano que no puede ser de mucha calidad, pero que justamente detectarlo es lo que te dice que no has perdido el gusto. Leer se vuelve entonces una buena medida higiénica mental. Además, en este caso una de las víctimas es un chico de 17 años, de la escuela de fútbol del equipo local, y originario de Burkina Faso. Me hace pensar en Asséto y en Félix, que viven en el corazón de ese país (y en el nuestro).
Me llama mi deuda estherna, y me descubre a un poeta compatriota suyo que cuenta con 102 primaveras a sus espaldas, vive en el Chaco, y se llama Aledo Luis Meloni. Devoro literalmente sus coplas, todo lo suyo que encuentro gracias a la impagable ayuda de Miss Hortensia Google. Leerlo me hace pensar en los enormes talentos que no brillan en las capitales, prefieren quedarse en las provincias y hasta sin necesidad de brillo. Los poetas lo tienen más fácil porque pueden conectar mucho y bueno con la sensibilidad de quienes los rodean, sobre todo si pulsan la lira popular. Los pensadores lo tienen más difícil porque viviendo lejos de donde se cuece el potaje, pueden terminar descubriendo el mediterráneo. Lo que tampoco es negativo, porque significaría que lo han descubierto por sus propias fuerzas. Lo negativo, ay, es que esas fuerzas magníficas podrían haberse aplicado a otras labores que no a las ya trilladas por otros y en otros lugares.
La semana pasada, de compras en Aldi, descubrí que tenían una oferta especial de esas que amamos los golosos: gofres de Lieja. Compré un paquete para acompañar con uno mi café de después de la siesta, y hoy, mientras lo mordía y degustaba, de repente me di cuenta de que estaba experimentando por interpósita persona (¡yo mismo!) una sensación pareja a la de Proust con su magdalena: masticando ese gofre de Lieja, de repente, fui Simenon. Y era niño en Lieja y me deleitaba con un gofre mientras en Bruselas venía al mundo Cortázar, un atípico Maigret.
Weiß/Colonia, 21.10.
Contrariamente a mi costumbre, tengo unos siete emails sin contestar, y harta flojera de ponerme a hacerlo. No ya flojera, sino absoluta desgana de comunicarme, ni siquiera con los amigos.
Comiendo en La Modicana surge el tema de la revista radiofónica Camino, la que hicimos en Radio Nacional de Huelva desde el 3.10.1954 hasta algún momento que no sé exactamente cuál fue, de 1960. Resulta, para mi sorpresa, que esta es una historia que nunca le conté a Carlitos, a quien lógicamente le interesa mucho, porque además, y sin que yo lo registrase en este diario, hace cuatro días hubiese debido recordar que el 17.10.1954 se emitió, en vivo, el primero de mis tropecientos radioteatros, es decir que se cumplieron sesenta años de mi debut en la radio. Ya de vuelta en casa estuve recordando muchas anécdotas de nuestro grupo por aquellos años, y la que más gracia me sigue haciendo es la de Paco Monjas (¡mira que llamarse Monjas semejante comecuras!) contando en los Jardines del Puerto un chiste irreverentísimo acerca del Espíritu Santo, y que en lo mejor de las carcajadas una paloma le cagó encima. Todavía riéndome le dije: «Paco, ya sé que no crees en Dios, pero en el Espíritu Santo vas a tener que creer desde ahora».
Weiß/Colonia, 22.10.
1:10 am: Acabo de ver por tercera, cuarta o quinta vez La mujer del farero, una de mis favoritas con Sandrine Bonnaire, también una de mis favoritas. Y una vez más, me ha hecho recordar uno de los mejores tuits de @juanalajirafa: «Si ningún personaje sale montando en bicicleta, fracasó como película francesa». ¡Cuánta verdad! Y cuánto me extraña que la jirafita no lo seleccionara entre sus quince mejores, cuando le pedí su propia antología.
Me levanto, hago mis abluciones matutinas, bebo un largo vaso de agua, activo la compu y al abrir mi estafeta me encuentro un aviso muuuuuuy estimulante para empezar el día sonriendo: «En este momento Gmail no puede acceder a tus contactos y es posible que eso te cause algún problema». El entuerto no se deshace hasta las 11:00 am. La puta que los parió.
Henri quiere que los miércoles lo saque Diny del Kindergarten («Nicht Du, die Oma! [=¡Tú no, la abuela]», le dijo a Montse) y lo traiga acá, a nuestra casa. Es un bon vivant, ¡qué cabrón!, tan chiquito y ya sabe donde lo miman y es el rey de la casa.
Me jalo de una sentada el segundo episodio de la saga de Maria Kallio escrita desde 1993 por Leena Letholainen y que vine a descubrir hace unos días. Me entusiasma esta saga, y el hecho de que esté narrada en primera persona, lo que le permite a Maria demostrar su buen humor: «Antti había olvidado ir de compras, pero en los armarios encontré pastas y unas conservas con las que podría preparar una salsa. Estoy acostumbrada a crear la más aventurada de las salsas para pasta con lo que saco a la luz del día desde los más recónditos escondrijos de los armarios de mi cocina. Mi récord es una salsa con queso fundible trufado con pimienta y mezclado con mantequilla de cacahuete. No supo nada mal». Algo más tarde, en la consulta del ginecólogo, ve el proverbial biombo y comenta: «Es verdaderamente absurdo que las pacientes se desnuden detrás del biombo para luego tener que escarrancharse con el vientre desnudo en la silla obstetricia», lo que me lleva a pensar si no lo habrá leído la tuitera alemana @vintagemind, de quien hace un par de meses traduje este trino:
Eine große Farce sind ja auch die Vorhänge, hinter denen man sich beim Gynäkologen auszieht, bevor man sich ihm breitbeinig präsentiert.
— Marla Singer (@vintagemind) 10. September 2013
O sea, en buen cristiano: «Gran farsa esas cortinas tras las que te desnudas en lo del ginecólogo, antes de mostrarte abierta de piernas».
Weiß/Colonia, 23.10.
Raddatz, en su diario, 2001: «Kampen, 3 de septiembre. 70.° cumpleaños. Comprada la lápida de mi tumba». Mi traducción es correcta, pero…«Kampen, den 3. September. 70. Geburtstag. Grabstein gekauft» es imbatible como original. Son ocho palabras que sólo se dejan traducir en doce (¡un 50% de hinchazón!), para que se las entienda en su pleno significado. «Grabstein gekauft» suena igual de lapidario que los versos de Machado en el poema “En el entierro de un amigo”: «Un golpe de ataúd en tierra es algo / perfectamente serio». En cambio «Comprada la lápida de mi tumba» suena como un registro contable. Me entran unas feroces ganas de dejar de intentar traducir lo intraducible, de dejar de luchar contra lo imposible. Y sin embargo sé, lo sé, que eso es, con mis nietos, lo único que me mantiene vivo. No vivo, no: encadenado a la vida.
Por primera vez a lo largo de los 57 años de su historia, hubo una avería en el teleférico que une el parque de la orilla derecha del Rhin con la Flora [=el Jardín Botánico] en la orilla buena. Una de las cabinas descarriló a la mitad del trayecto, sobre el centro del río, y hubo que rescatar a la familia que viajaba en ella, un matrimonio –médica y periodista– con un bebé de pocos meses y un niño de dos años (a quien le habían regalado ese paseo en teleférico por ser su aniversario). El equipo de salvataje, altamente especializado, los bajó sanos y salvos hasta un barco fondeado ad hoc enmedio del río. Pero antes también habían rescatado a dos primos USAnos que andan haciendo turismo por Europa, sólo que su caso fue más fácil porque la cabina se hallaba todavía encima del parque junto al recinto ferial. Lo que me gustó muchísimo, como un buen gag de una screwball comedy, fue el comentario de uno de los jóvenes gringos: «Es increíble todo lo que Colonia puede ofrecerle a uno por 4,50 €». Podría ser de Billy Wilder en One, Two, Three.
Rebeca en casa, almorzamos los tres juntos, mejor dicho, Diny y yo pescado y ensalada, Rebeca tan sólo la ensalada. Se siente muy feliz de que la hayamos invitado a ir con nosotros el sábado 1.11. a la Philarmonie, para el espectáculo flamenco que presenta Estrella Morente. Después de todo, Rebeca nació en Huelva, y siempre ha sido cabrita que tira al monte.
Weiß/Colonia, 24.10.
0:10 am : Pasaron esta noche Maid in Manhattan [Sucedió en Manhattan], que Diny no conocía y la volví a ver, a pesar de que la considero fallida, pero no logré descubrir por qué cuando la vi por primera vez. Ahora sí creo haberlo hecho, y es que no funciona la química entre JLo y Ralph Fiennes, son incompatibles. Y así, para mí, lo mejor de la peli sigue siendo cuando un periodista le pregunta al candidato a senador que cómo son sus relaciones con Latinoamérica y su manager electoral responde por él: «Inmejorables, habla perfectamente latín».
Mi columna de hoy en El Espectador ha traído consigo una copiosa cauda de comentarios en el foro, algunos de ellos prescindibles, pero un par de ellos muy potables. En la respuesta a alguno quise, sí que lo quise, pero no pude prescindir de una ironía sangrienta. Porque la verdad es que pienso que muchos de los foristas no son nada más que Eróstratos de vía estrecha. Vía estrecha. Puah. Me gusta más decirlo en ríoplatense: Eróstratos de trocha angosta. ¡Qué lindo, Manu!
Weiß/Colonia, 25.10.
0:45 am : Definitivamente, es también Linda quien le pone sal y pimienta a la serie de Kenneth Branagh como Kurt Wallender.
Diny se va temprano a Ámsterdam, para recuperar el viaje perdido la semana pasada por mor de la huelga de maquinistas de trenes. Yo me quedo porque en realidad la semana pasada tan sólo iba a acompañarla para no faltar a la fiesta del 65 cumpleaños y la jubilación de Willy, y no creo que Willy fuese a repetir la fiesta este fin de semana sólo por mí. En cualquier caso, me levanté para despedir a Diny y me quedé levantado, leyendo el diario con el desayuno y despachando emails a pesar de un dolor casi insoportable en la nuca y los omóplatos. [Consulto el diccionario y veo que se puede decir “omóplato o omoplato”, pero me tira más la esdrújula].
Fui a la oficina postal en Rodenkirchen para enviarle unas fotocopias a Pepe Baena, al hotel de Berlín adonde llegará mañana con Cruz, y le envío también su regalo a La Maguita. Aprovecho para comprar en el supermercado unos sandwiches redondos de pan integral, para ser tostados, que descubrí hace un par de días y les eché mano por vía de prueba, y están riquísimos.
Me envía Berta Lucía el enlace de un texto suyo sobre un libro de Mia Couto, y le escribo que «conocí personalmente a Mia en Erlangen, 1993, durante un encuentro de escritores de Asia, África y América Latina. Cuando se enteró de que yo a los autores de lengua portuguesa sólo los leía en su idioma (Rubem Fonseca, que me conocía, se lo dijo), me dedicó personalmente mi ejemplar de Terra Sonâmbula, esa novela maravillosa. Luego, en la emisora, muchas veces tuve que salir a defenderlo, porque mis colegas de la redacción africana en lengua portuguesa, casi todos ellos de Mozambique, me decían que Mia no era mozambiqueño, sino portugués: para ellos tan sólo eran mozambiqueños los negros. Yo les replicaba que su manera de enfocar la identidad de Mia era claramente racista y que a mí el racismo me daba pavor, tanto si era nazi como si era negro. Me contestaban que un europeo, y además blanco, no podía entender el problema. Como si hubiera mucho más que entender que lo que yo les enrostraba». Tuve que dejarlo por imposible, con los racistas, no importa de qué color, no tiene sentido discutir.
El cartero me ha salvado el fin de semana trayéndome la tercera entrega de la saga de Maria Kallio
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