
Weiß/Colonia, 15.12.
2:00 am : El caso de John Sayles resulta un tanto especial. Nunca ha querido dar el salto a Hollywood. En otras palabras, nunca ha querido vender su alma al diablo. Siempre navega una corriente paralela al mainstream y no amansada por esclusas ni encallejonamientos artificiales. Hombres armados es una buena prueba de ello, la vi por primera vez aconsejado por Rolando y en su compañía, y ambos quedamos de acuerdo en que era “otra cosa”, como Rolando llamaba a lo excepcional. Acabo de volverla a ver y me ha entrado por el pecho una nostalgia grande de nuestro querido chicano. ¿Qué será de su vida, por qué se autoimpuso este silencio que ya dura varios años y no lleva trazas de acabar? Rolando, carajo, ¿por qué nos abandonaste así, por qué te despediste a la francesa, ¡tú!, que tienes de francés lo que yo de chulo de putas pobres?
Todo el día ocupado en componer mi artículo in memoriam Osvaldo Bayer, que es uno de los seis que debo entregar entre mañana y el día 30. Me he tenido que trazar un plan de trabajo de lo más estricto aunque no tanto que no quede hueco para contestar emails como el de David, en Roma, que ya está en la recta final de su tesis y me pide ayuda en dos temas muy concretos, el de los leitmotivs en la música del cine y el de las palabras liminares de la tesis. Creo haberle podido ayudar con mi respuesta. Y en cuanto al artículo programado para ser compuesto hoy, he escrito tanto sobre mi buen Osvaldo, a lo largo de los años, que pergeñar este texto resultó fácil en la ejecución, aunque muy doloroso al mismo tiempo, él era (es) una de esas amistades que no se acaban con la muerte física, a no ser en este caso la mía propia.
Creo que nadie en su sano juicio habría elegido venir a nacer en este mundo si hubiera sabido de antemano la podredumbre danesa sin solución de continuidad que le esperaba aquí. Claro está que con ello el nonato se perdería la poesía de Shakespeare y la prosa de Cervantes, los cuadros de Velázquez y Rembrandt, la música de Mozart y Shostakovich. ¡Pero ojo!: «Ojos que no ven, corazón que no siente», como sabiamente solìa decir mi abuela Remedios.
Weiß/Colonia, 16.12.
2:00 am : Reencuentro con The Big Sick [La gran enfermedad del amor, según la titularon en España], donde el kabarettista gringo de ascendencia pakistaní Kumail Nanjiani se interpreta a sí mismo. Anda mucho al borde del melodrama, pero lo salvan la grotesca secuela de jóvenes que la madre de Kumail (doblada de Celestina) le va presentando, poniendo siempre en escena la misma ceremonia de la confusión, para que su hijo contraiga matrimonio como si siguiese viviendo en Karachi. Encantadora Zoe Kazan, la nieta del gran Elia. Y Kumail da una lección de cómo autointerpretarse en un film, siendo sencillamente quien es.
Gran parte del día dedicada al estudio y anotaciones de la vida de Mozart, para el artículo que me pidieron de El Espectador y debo entregar el lunes próximo. Por ahora todavía no le veo la punta al ovillo, no sé por dónde atacar el tema. Quizás lo consiga estableciendo de entrada las pocas cosas que tuvieron en común: haber nacido ambos en enero bajo el signo de Acuario, haber muerto ambos en Viena, no haber llegado ninguno de ellos a cumplir los cuarenta años, y algo muy curioso que he descubierto leyendo y anotando sus biografías: existe un cráter volcánico en Marte y una bahía en la Antártida que llevan el nombre de Schubert, y hay un asteroide y una planta que recibieron el nombre Mozartia y un mineral el nombre Mozartit, así como también se llama Mozart un glaciar en la costa occidental de la isla Alejandro I en la Antártida, cerca de la bahía Schubert. Y lo más curioso es que en la opuesta de la misma isla existe una península llamada Beethoven. Dios los cría y ellos se juntan.
Weiß/Colonia, 17.12.
1:30 am : Faithful [Fielmente tuya], una comedia que ni fu ni fa, como dice Diny, la vi porque no había buena programación en la tele y porque ando rumiando todo el tiempo el intríngulis en que me he metido por no saber decir que no. Ese texto sobre Schubert y Mozart sigue siendo para mí un sobre cerrado con siete sellos. Y sólo tengo seis días para abrirlo.
En La Modicana con Carlitos y Diny. Ella, comme d’habitude, su lasaña. Carlitos una pasta de la que no retengo el nombre. Y yo una suculenta sopa de tomate con albahaca, en cuenco, ya eso lo han archivado en sus softwares la signora y la persianita. Casi todo el tiempo hablamos (es un decir, casi sólo hablo yo) de cine, de todas las pelis que Carlitos se pierde por su irracional desdén hacia el cine. «Esas imágenes que se mueven…», dice, con el aire de superioridad con que los pintores miraban a los primeros fotógrafos, hasta que ellos mismos inventaron al final nada menos que el híperrealismo.
Toda la tarde abismado en la biografía de Schubert y haciendo anotaciones sin cuento. Sigo sin verle la punta al ovillo y decido ver de nuevo The American President, que la pasan dentro de unos minutos. Servus, Amadeus & Franzl!
Weiß/Colonia, 18.12.
0:45 am : Vista de nuevo The American President [El Presidente y Miss Wade] porque la dupla Annette Bening de protagonista y Rob Reiner como director es para mí un atractivo que roza lo mágico. No en cambio el protagonista titular, Michael Douglas, pese a todo lo que me gustaba su padre; con él me sucede todo lo contrario. Kirk Douglas era para mí Jim O’Connor en El zoo de cristal, el detective McLeod en Brigada 21, Ulises, Van Gogh, el vikingo Einer, el coronel Dax de Senderos de gloria, Spartacus… y un hoyuelo en la barbilla. Y además El Presidente y Miss Wade cuenta también con el encanto de la música de Gounod, la del ballet Fausto. La peli en sí no es como para pensarla en una lista de las diez mejores, pero entretiene bien ¡y cómo!
Mientras desayuno, cada vez que miro por la ventana me saluda un cielo luminosamente azul e impoluto. Sería bueno que apareciese alguna nube, y un ángel que me dictase desde ella la frase inicial de mi texto sobre Mozart y Schubert. «No caerá esa breva», diría mi abuela Remedios.
He estado reflexionando, en la duermevela de la siesta, acerca de The America President, que volví a ver anoche. Algo que siempre me ha llamado la atención viendo pelis que transcurren en la Casa Blanca, y que hasta ahora no me había caído el vintén, es que los presidentes que nos presentan se diría que fuesen clones de J.F. Kennedy, ciertamente el más glamoroso de los no ficcionales. Todos ellos son altos, guapos y elegantes, con carisma, aunque ninguno viva sobre una silla de ruedas. El único que escapa a tal esquema (una especie de modelo subliminal), de entre las pelis que he visto y recuerdo, es el Presidente Alan Richmond en Absolute Power, incorporado por Gene Hackman. Este parece más bien salido de la fragua donde forjaron a un Nixon o al WC Bush de su segunda presidencia.
Leo y anoto dos biografías más de Schubert y Mozart. Por cierto que en una de las de Schubert se dice que era homosexual y en otra que tuvo 10 hijos de relaciones esporádicas, aunque hubo en su vida un gran amor, una chica llamadaTherese Grob (curioso apellido, el adjetivo “grob” significa “grosero”), cuyo padre se oponía a esas relaciones con alguien que literalmente no tenía donde caerse muerto. Sea como fuere, marco todas las anotaciones hechas y la calculadora de la compu me dice que dispongo de 2.441 palabras. De El Espectador tan sólo me han pedido 1.200. Mal periodista sería yo si no le sacase partido a la plétora de material que he acumulado, reduciéndolo a la mitad. Mañana espero tener listo el primer borrador jíbaro.
Weiß/Colonia, 19.12.
2:05 am : Veo por primera vez America’s Sweethearts [La pareja del año]. Es decir, continúo dedicándome a ver lo que en tiempos del franquismo se llamaba “cine de evasión”. Y no preciso acudir al consultorio del # 19 de la Bergstrasse en Viena para saber por qué, my dear Dr. Freud.
Siguiendo su costumbre, mi prima Pepi nos manda un christmas desde Colorado Springs y se lo agradezco ipso fuckto via email: «Acaba de pasar el cartero trayéndonos tu habitual tarjeta de por estas fechas con motivo del Día Internacional del Regalo (una amiga madrileña lo llama el Día Internacional de El Corte Inglés) y el cambio de calendario. Muchísimas gracias y lo mismo os deseamos a todos vosotros, en ese Estado donde the fake president quiere levantar la muralla fronteriza con México. ¡Qué patán tan impresentable, cómo está poniendo en ridículo al país de Lincoln, de Wilson y de Roosevelt, y hasta si me apuras de Kennedy!»
Le mandé a Marcos mi reflexión de ayer sobre las pelis de Presidentes gringos y el modelo subliminal de Kennedy y me contesta: «Interesante, no lo había pensado; voy a aprovechar este fin de año para buscar info sobre cine y presidentes USA (hacerlo sobre todo el mundo sería agobiante, pienso; aunque sobre los Primeros Ministros británicos, gracias, entre otros, al guionista Peter Morgan (The Queen, The Crown, The Special Relationship, etc.) se han producido cosas muy interesantes. El hombre se aplica: Morgan también escribió Frost/Nixon». Le recuerdo la muy famosa serie danesa Borgen sobre primeros ministros, o ministras, en el país de Andersen, y añado esta posdata: «Naturalmente no entran en la cuenta las pelis donde se interpretan a Presidentes reales. Recuerdo así de pronto Roosevelt en Hyde Park on Hudson, Eisenhower en I.Q., el propio Kennedy en J.F.K, Jackie, Trece días y After Camelot (pero de él hay muchas más); Nixon en Forrest Gump, y debe haber otras que no recuerdo ahora».
Termino el primer borrador del texto sobre Mozart y Schubert: 1.933 palabras, es decir, que le sobran 733. Mañana empuño las tijeras de capar toros y malo será que no sepa usarlas a conciencia. Imcluso podría entregar el manuscrito a la redacción el sábado, pero prefiero hacerlo en fecha, el lunes, para dejarlo reposar unas 48 horas antes de enrutarlo a su destino.
Weiß/Colonia, 20.12.
1:20 am : Siguiendo el programa de “cine de evasión” al que me estoy dedicando, primero vi en la tele The Secret of My Success [El secreto de mi éxito], con un Michael J. Fox desatado y delirante y una Margaret Whitton en la misma onda, y después Nine Months [Nueve meses], con una pareja inaudita, Julianne Moore y Hugh Grant, entre quienes la química no funciona porque era imposible que funcionase (a él le otorgaron el premio Yoga al peor actor extranjero), pero con un reparto lleno de secundarios de lujo: Joan Cusack, Jeff Goldblum y un Robin Williams despampanante. He cerrado la noche pogramando el DVD con el primer episodio de Orgullo y prejuicio, versión 1980 de la BBC, que cuenta con el atractivo del guion de Fay Weldon (¡qué gran autora!) y es, desde luego, superior a la versión en pantalla grande con Keira Knightley, aunque no alcance las cotas de bondad que adornan la siguiente versión de la BBC, en 1995, con Jennifer Ehle y Colin Firth, la pareja ideal para Lizzy Bennet y Mr. Darcy.
Una de las cosas más repugnantes de ver en el mundo es cómo la dizque reina de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte está obligada a leer la sarta de mentiras que se le ocurren a un campeón mundial + medalla de oro olímpico a la mendacidad, como lo es ese payaso huero que se llama Boris Johnson. Raya en lo obsceno. La Casa de Windsor debería renunciar a la corona del Reino Unido hasta que los Premiers ganadores de unas elecciones no satisfacieran los estándares mínimos de dignidad, vergüenza y ética. Todo lo que le falta a ese clown de quien se diría que parece clonado de the fake president al otro lado del gran charco.
Llegó ayer y la desempaco ahora, nuestra copia de la obra de arte fotográfica creada por Tina y Wolfgang Niedecken con motivo de los 70 años del Kölner Stadt Anzeiger. Se trata de una edición limitada y firmada por los autores (nuestro ejemplar es el 102/111) mostrando 29 fotos de los respectivos hitos kilométricos del Rhin, desde el 672 al sur hasta el 700 al norte, estando ordenadas en 6 filas rectangulares de 6 fotos cada una, y la inferior de 5, dejando a la derecha el espacio para la numeración y la firma de los autores. Para alguien que ama el Rhin como yo lo amo, es toda una gozada poder colgar esta obra en el testero principal del living. La pregunta es qué debemos sacar de allí para hacerle hueco. Veremos, como decía Homero citando a Borges.
[Busqué en el Diccionario la voz «testero», que me remitió a «testera», y allí leí lo siguiente: «En un coche de caballos, asiento en que se va de frente, a distinción del vidrio, en que se va de espaldas». Como mínimo me pareció surrealista, pero busqué “vidrio” en el mamotreto de marras y la sexta acepción es esta: «En el coche de caballos, asiento en que se iba de espaldas al tiro». Ello explica la definición de “testera”, pero eso de “a distinción del vidrio” merece un cero en redacción para los señores académicos y su sacrosanto Diccionario].
Le escribo a Juan Carlos Piedrahita en El Espectador: «Mozart y Schubert son dos moscas casi imposibles de atar por el mismo rabo, y dos grandes musicólogos y buenísimos amigos míos me pusieron en guardia, pero yo amo los desafíos y en mi labor de investigación hice anotaciones por un total de 2.441 palabras, así es que como me pediste tan sólo 1.200 agarré ayer las tijeras de capar toros y le metí mano al material hasta dejarlo en un borrador de 1.993 palabras. Y hoy lo he afinado hasta decir basta y he ido dejando en la cuneta no poco material interesante, pero creo que lo que salió de ahí es oro en polvo. Hay un pequeño inconveniente, y es que son 1.300 palabras y por mucho que miro y remiro no veo forma de cortar más sin hacer grandes descalabros. De manera que como estoy exhausto (trabajando en el texto desde las 10:30 am hasta ahora, 8:30 pm, horas europeas), lo dejo hasta mañana y le prendo una vela a santa Bárbara bendita para tener mañana por la mañana un email tuyo aceptando el texto con 100 palabras más. En cuyo caso procedería a darle un último repaso con la lima y la lija, y te lo podría mandar mañana mismo». Oremus.
Weiß/Colonia, 21.12.
1:00 am : Otra noche de “cine de evasión” con Along Came Polly [Y entonces llegó ella], donde Ben Stiller se luce bailando salsa, Jennifer Aliston no le va a la zaga, y Philip Seymour Hoffman demuestra lo actorazo que era. La peli en sí es puro pasatiempo, en el sentido + literal de la palabra. Luego, el segundo episodio de Pride and Prejudice en la versión BBC 1980.
Pues señor, «mi gozo en un pozo», como decía mi abuela Remedios. En la bandeja de entrada de mi estafeta virtual no había ningún mensaje de Piedrahita aceptando mi manuscrito con 1.300 palabras. De manera que hice de tripas corazón, saqué la lima y la lija y me puse a repasar todo el texto con ojos de depredador–a–la fuerza–ahorcan. Y lo he dejado en 1.250 y ya no pienso cercenarle ni una palabra más, o como dijo en su día Omar Jayam, «ni una coma ni un acento». Ese, por cierto, fue el título que le di a una de las dos novelas que escribí entre 1961 y 1962 sin que afortunadamente se haya publicado ninguna de las dos. Por ahí arrriba, en los contenedores de mis archivos, deben andar acumulando el polvo del olvido. A lo mejor hasta tienen pátina.
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