El padrino : uno ve la saga y entiende a la perfección qué sentían los espectadores del Globe Theatre, en su día, con los dramas históricos de Shakespeare.
De mi diario : Semana 52 / 2017
Weiß/Colonia, 24.12.
Toda la mañana, desde el desayuno, dedicada a escribir mi texto sobre Juan para mi blog en EE. Ha sido una tarea ardua, tuve que frenar todo el tiempo la natural tendencia a que el texto se me fuera de las manos, se convirtiese en un planto melodramático. No sé si lo conseguí, pero si él, Juan, me ha visto escribirlo, ¡y quién quita que no!, al menos Juan sabe que lo intenté. Declarar sotto voce que su muerte no me vale como excusa para el palabreo lacrimógeno, que sería una ofensa póstuma a su memoria. Quiero creer que si yo le hubiese precedido en el camino del no retorno, Juan me habría dedicado una necrológica sin llanto, y eso es lo que intenté con la suya.
Recibí ayer con el correo quelonio un regio presente, un almanaque compuesto por Pepe Oliver y un artista amigo suyo, siguiendo –sin saberlo, claro– los parámetros que en su día seguimos Helen Escobedo y yo en la confección de un bestiario en castellano. De sus Fabulosos híbridos (así creo que se podría traducir el título de su almanaque, fabelhaften Mischwesen), apenas hay uno o dos que se dejen aproximar al castellano, pero sí quizás la truchabeja de septiembre. Ser trucha y abeja, al mismo tiempo y bajo el mismo respecto, es una hazaña digna de, qué sé yo, las langostras y los flamencoyotes, sin ir más lejos, como diría el locutor de Les Luthiers.
A las 5:00 pm en punto nos pasan a buscar Angie & Vincent, para la fiesta familiar en la casa de Montse. Estamos todos, la familia al completo, y a pesar de que se había dicho que este año no habría regalos sino para los niños, nadie se ha atenido al ucase. Ni siquiera los niños, porque Oskar nos ha hecho un regalo a Diny y a mí, consistente en un vale por un almuerzo con abuela y abuelo en La Modicana. ¡Oskar! Y ha habido además al menos una docena de regalos (eso sin contar la decena de los míos) que tampoco se atuvieron al ucase. Y luego de la ordalía en honor al dios Mercurio, la gran cena, una vez más con el teppanyaki, oficiando Frank como cocinero al pie del cañón. Aparte del regalo de Oskar, lo más positivo es que no hubo roces personales tan habituales en estas fiestas (yo anduve casi toda la noche con el alma en vilo, temiéndolos), y que Paul desarrolla, conforme avanza en años, una suerte de relación más, no diría yo íntima pero sí personal, conmigo. Tengo unos nietos que no me merezco.
Weiß/Colonia, 25.12.
En el texto dedicado a Juan en mi blog de EE, apenas lo leo en la página web del diario, me doy cuenta de dónde metí la pata, lo corrijo ipso fuckto. Esta falla del detector de erratas, que sólo se activa cuando el texto ya se ha publicado, podría ser tema para una tesis de doctorado en una universidad de Wyoming. O de Dakota del Norte. O la del Sur. O cualquiera de Gringolandia.
Diny cocinó para la cena de hoy un rosbif según receta de Hemingway, fruto de la cual a uno se le despiertan las más sinceras y fervorosas ganas de releer a don Ernesto aunque sólo sea por el agradecimiento debido a sus dotes como gastrónomo. Cheers!
[La receta la encontró Diny en un libro de un autor neerlandés, Piet Kistemaker, publicado originalmente en alemán y titulado Salvajes aventuras gastronómicas. Una biografía culinaria de Ernest Hemingway, en cuya contraportada puede leerse una cita de don Ernesto: «Descubrí que la comida había conservado su magia, mientras todo lo demás la había perdido. Y mientras mi disgestión me lo permita, me entregaré a esa magia». Nuevamente Cheers!, qué carajo].
Todo el día empeñado en la reseña del libro de Chesterton (una antología de sus ensayos hecha por W.H. Auden). La termino poco antes de cenar y la releo después y no sé qué podría haber escrito a cambio de mi confesión de impotencia para criticar a Chesterton y mi cobarde truco de reseñar críticamente la selección de Auden. Por dicha, ambas falencias las he declarado en mi texto, expresis verbis, así es que por lo menos lo salva mi sinceridad.
Weiß/Colonia, 26.12.
En la edición navideña del diario aparece un poema que en nuestras latitudes podría pasar por un romance de ciego, y en este caso se trata de uno que ha sido traducido al colonés por uno de los grandes talentos en la lengua de nuestra ciudad, el cantautor Tommy Engel. En él se habla del hambre tras la guerra y la llegada desde Estados Unidos de los paquetes CARE, que son un objeto inerradicable de la memoria de aquellos años. En el poema, los deudos alemanes que reciben el paquete de sus parientes emigrados a USA descubren que vienen latas de conservas de diversas clases, chocolate, café, etc., todo en envoltorios rotulados, menos uno en el que falta la rotulación y es un polvo grisáceo que los parientes alemanes usan para freír en la sartén unos panqueques inolvidables. Hasta que llega una carta de aquellos parientes emigrados donde les dicen que el frasco no rotulado contenía las cenizas del tío Fritz, muerto en América pero que quiso que sus cenizas reposaran en Alemania. Es uno de los mejores textos que he leído en mi vida acerca de la antropofogia. Involuntaria en este caso, ni que decir tiene.
Vino Chico a cenar con nosotros, el resto del rosbif que hizo Diny ayer y que estaba pensado para alimenrtar a un batallón. O un regimiento. Chico los representó con toda la dignidad que se exige de los protagonistas (no agonistas) en casos como este.
Weiß/Colonia, 27.12.
1:45 am : El padrino: uno ve la saga, los tres films consecutivos, y entiende a la perfección qué sentían los espectadores del Globe Theatre, en su día, con los dramas históricos de Shakespeare.
A mis amigos “italianos” (lo que quiere decir hispanoamericanos que viven o han vivido en Italia) les mando un email recomendándoles que si andan depresivos, tristes o simplemente musarañosos, abran este enlace y se hagan traducir al español los trinos que allí aparecen. Elijo al azar uno: «Meglio tardi che mai è una gran cazzata. Tardi è tardi [=Mejor tarde que nunca es una gran cagada. Tarde es tarde]» y el traductor automático me lo devuelve convertido en «Mejor tarde que nunca es una cogida del racimo. Tarde es tarde». Qué cosa sea una “cogida del racimo” mejor no lo pregunto, por respeto a la moral y las buenas costumbres.
Weiß/Colonia, 28.12.
Todos los años, cuando llega este día, pienso en Piccaso y en cómo engañó al mundo con la falacia de la paloma de la paz. Basta mirar la firma del dibujo y ver la fecha. La tal paloma es la mayor inocentada que haya gastado un andaluz a lo largo de toda la Historia universal.
En la Deutsche Welle, los 28 de diciembre, siempre organicé alguna inocentada. En 1998 empecé con un titular de la prensa trucado, del inexistente diario berlinés Der Morgenprost:
«ANDORRA RECLAMARÁ A FRANCIA Y ESPAÑA UNA SALIDA AL MAR».
Y entre las noticias: «ANDORRA QUIERE UNA SALIDA AL MAR : El Principado pirenaico de Andorra aspira a gozar de una salida al mar, y parece estar dispuesta a argumentar en este sentido ante los correspondientes Tribunales Internacionales de Justicia. España arguye en contra, y Francia, más diplomática, solicita de Andorra una mayor definición de sus deseos: si la salida debe ser al Golfo de Vizcaya o bien al Mediterráneo».
Y ya dentro del diario informativo, anuncié «como es habitual en nuestras emisiones de los lunes, una nota cultural del fin de semana, que ha estado dominado por el estreno mundial, en Berlín, de una drama inédito de Bertolt Brecht», pasándole el micrófono a un compañero para que reseñara el hecho, y lo reseñaba de este modo: «Así es, Ricardo, ayer domingo se alzó el telón del venerado Berliner Ensemble para presentar el estreno mundial de un drama de Bertolt Brecht, inédito, encontrado entre sus papeles póstumos y que se titula Schäfferbrunnen, todavía sin título traducido al castellano. Su argumento podemos resumirlo así: A fines del siglo XV, en un pueblito alemán llamado como la obra, Schäfferbrunnen, un alcalde rijoso mantiene aterrorizados a los habitantes, sobre todo a las mujeres, víctimas de su incontrolable lujuria, y llega al extremo de violar a Laura, hija del labrador Stephan y recién desposada con el campesino Buscher. Confrontado con esta última fechoría, el pueblo entero decide matar al alcalde y se juramenta para compartir la culpabilidad colectiva. Y dicho y hecho: matan al alcalde, y cuando llega el juez instructor del caso, e interroga a los vecinos, recibe de todos ellos la misma respuesta a la pregunta sobre el culpable. El diálogo, en una traducción de urgencia, sonaría más o menos así en castellano:
«¿Quién al alcalde mató?»
«Fue Schäfferbrunnen, señó»
«¿Y Schäfferbrunnen, quién es?»
«Todos a una, mi jués».
La crítica especializada ha señalado, como no podía dejar de hacerlo, que Brecht no tuvo empacho, una vez más, en servirse a manos llenas del rico repertorio del teatro universal, convirtiendo Fuenteovejuna, el drama inmortal de Lope von…, perdón: Lope de, de, Vega, en una obra que devengará pingües beneficios a sus herederos. Así lo hizo toda su vida y, se preguntan los cínicos, ¿por qué no seguir ganando batallas como el Cid, después de muerto?»
Descubrí un tuit alemán que me encantó, lo traduje y se lo regalé a Pilar para su cuenta Twitter:
@laurenduca (traducido por Ricardo Bada): No puedo creer que Charles Manson se haya muerto antes de que Trump pudiera ofrecerle un puesto en su Gabinete.
— Pilar Marrero (@PilarMarrero) 28 de diciembre de 2017
Weiß/Colonia, 29.12.
2:00 am : Acabo de ver Lo imposible, una peli de las que ponen los pelos de punta. Con todo, lo que más impacta de ella, o mejor dicho, lo que más me ha impactado de ella, conociendo como conocía –de antemano– cuál era su trasfondo real, es haberla seguido desde el punto de vista de Johanna Sällström, la actriz sueca que también sobrevivió al tsunami, junto con su hija Talulah. Sobrevivió agarrada a un árbol con un brazo, y agarrando a su hija con el otro. Viendo ahora, en la actuación de Naomi Watts (¡qué pedazo de actriz!), lo que debió ser esa lucha, creo que por fin puedo asumir el suicidio de JS dos años después. El film tiene una fuerza documental que se echaba, o que eché, de menos en las grabaciones directas de la catástrofe. Lo más flojo es todo lo que tiene que ver con el marido de la protagonista y sus dos hijos menores: la protagonista y el hijo mayor le roban el show hasta a los efectos especiales. Y ya es decir.
Hoy a La Modicana, en un día que no es “el nuestro”, un viernes en lugar del martes canónico, y nos la encontramos con demasiada gente, entre ella un grupo parlanchín de seis mujeres y dos hombres, donde sólo se las oye a ellas. Un martirio para el pobre Carlos. La situación me hizo recordar el viejo chiste del grupo de turistas ante las cataratas del Niágara, y cómo el cicerone les explica desgañitándose: «¡¡¡Y estas son las famosas cataratas, y si las señoras nos hicieran el favor de callarse podríamos oír el estrépito de las aguas al desplomarse!!!» Inmunes a tanto ruido, despacha Diny un ossobuco de chuparse los dedos, y yo mi pizza tonno senza cipolle, a la par que Carlitos engulle sus ravioles con miradas impotente s a su izquierda, hacia el grupo de las gallináceas. Never more on Friday!, me digo para mis adentros, tarareando el sirtaki.
Henri en casa porque los padres quieren acudir esta noche a un concierto de un grupo musical de Sürth, el pueblo donde viven. Es un grupo musical cofundado por Paul y en el que esta noche va a debutar Oskar como vocalista. De buena gana iría a presenciar el debut de mi Oskar como cantante, pero le tengo pavor a las orgías de decibelios que suelen ser estos conciertos. Yo casi me atrevería a proponer que se los empiece a llamar “desconciertos”.
Weiß/Colonia, 30.12.
Vamos Diny & yo con Ulli & Carlitos a almorzar en el Bistro Verde de Rodenkirchen, donde se reanuda, por ser invierno, la benéfica costumbre de ofrecer en su carta Reibekuchen los sábados a mediodía, y esa es una tentación a la que ningún coloniense puede resistirse. Diny elige la versión clásica, con pan negro, mantequilla y compota de manzana; nosotros tres, heterodoxos, nos decidimos por la versión con salmón ahumado. Yo la acompañé con un Malbec que me dio motivo más que suficiente para amar a Francia. Dejé una propina congruentemente generosa.
Termino de revisar y limar los apuntes de la semana en este diario, antes de subirlos a mi blog de Fronterad, y recuerdo de pronto que hay un tema del que he estado queriendo hablar todo el año y no lo he hecho, y es el de los dos mil años de la muerte de Ovidio. No se sabe con certeza la fecha de su muerte, e incluso cabe la posibilidad de que muriese en el año 18 d.C., pero lo que sí es cierto es que la municipalidad de Roma, “heredera” de la Roma imperial, rehabilitó el 14 de este mes al gran poeta que murió en el exilio, con el corazón henchido de nostalgia por su paraíso perdido. Purgando por haber visto algo que no debió ver. Así es que ahora sabemos de dónde le viene al Vaticano reconocer sus errores tan sólo después de siglos, como por ejemplo en el caso de Galileo. Nos lo demuestra esta rehabilitación de Ovidio, al cabo de dos milenios: debe ser algo genéticamente romano.
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